La situación de Arauca no puede ser peor, la ingobernabilidad, las inundaciones, el pésimo estado de las carreteras, la mala conectividad, la guerra, el deplorable estado de la mayoría de la infraestructura educativa, la corrupción extrema.
Podríamos relacionar muchas más, como el desempleo que por cuarta vez en los últimos años es el más alto del país, hoy llegamos al 27 por ciento, somo los primeros del país en todas las estadísticas negativas en lo económico, cifras de la guerra, corrupción. Difícilmente ganamos en algún aspecto positivo, podríamos decir que estamos en la peor crisis de los últimos cincuenta años.
Causa indignación es el silencio de las autoridades civiles que no quieren reconocer la crisis del Departamento, nadie se pronuncia, la Gobernadora, La Asamblea Departamental, los alcaldes y los concejos Municipales, pareciese que el silencio es la mejor estrategia para maquillar la grave situación del Departamento.
Hay alcaldes como el de Tame, que no quiere reconocer que este Municipio esta manga por hombro en hechos de orden público, homicidios, desplazamientos, combates y para colmo asesinan niños y no son capaces de levantar la voz pidiendo el respeto por la vida, que por favor paren esta barbarie.
En los últimos días han sido asesinados cuatro menores de edad y una jovencita se debate entre la vida y la muerte en un hospital de Saravena, este jueves en San Salvador asesinaron al parecer otro menor de edad y un jovencito de solo 22 años, duele que niños de solo 13 años son objeto de ajusticiamiento porque son acusados de algún robo, o por ingerir o traficar alguna sustancia alucinógena.
Riñen estos ajusticiamientos por robarse una bicicleta o televisor, mientras los delincuentes de cuello blanco que se roban miles y miles de millones de dineros públicos para las carreteras, educación, salud, entre otros, son tratados como héroes o prohombres porque son capaces de sobornar o de comprar impunidad con dineros públicos o de cualquier otra procedencia ilegal.
Que no nos duela el asesinato de niños es tener que reconocer que somos una sociedad enferma, que ya no tiene sensibilidad social, que nos acostumbramos tanto al horror de la guerra que ya nada nos afecta, un niño que consume sustancias alucinógenas en un enfermo al que hay que brindarle apoyo en salud, hay que tratar de rehabilitarlo porque es una persona que merece es atención.
Hoy donde hay hambre, desplazamiento, desempleo, los niños son carnada o bocado predilecto para los jíbaros, que se aprovechan de la necesidad o su adicción para convertirlos en agentes del microtráfico, muchas veces este niño busca llevar algún alimento a su hogar o como satisfacer su consumo.
De momento no conozco apoyo oficial para llevar a estos niños a que se les brinde el tratamiento adecuado y poder rehabilitarlos, pareciese que esto no les importa a las autoridades.
Mientras el presidente toma medidas para humanizar la guerra y prohíbe el bombardeo a campamentos de la guerrilla donde se compruebe que hay niños, en nuestro Municipio asesinan niños en nombre de hacer justicia.
De momento no se sabe que grupo armado comete estos crímenes, solo se habla de una limpieza social, lo que no sabemos, por experiencia en nuestro país, si es de origen legal o ilegal.
Yo no me explico para que me hago elegir como autoridad sino soy capaz de levantar la voz para defender la vida los niños, de contarle al país y al mundo lo que pasa en nuestra tierra, que equivocados están aquellos que se hicieron elegir creyendo que administrar es solo contratar.
Eso es como creer que uno es buen padre de familia solo para llevar mercado a su casa, ser autoridad es velar por la vida honra y bienes de los ciudadanos, defender los derechos humanos a cualquier precio, hacen mejor labor las asociaciones defensoras de animales que reclaman respeto por estos seres vivos, si no somos capaces de levantar la voz para rechazar el asesinato de niños es mejor que renuncien y le den paso a dirigentes que al menos hagan un llamado a respetar la vida, especialmente la de los niños y jóvenes.
*Periodista, Tame - Arauca