“Como si fueran pocos los males que aquejan al campo, ahora la naturaleza se vuelve a ensañar con la producción agropecuaria y con los colombianos que viven de ella. El fenómeno de El Niño representa una verdadera catástrofe rural anunciada en algunas regiones, sin que se hayan adoptado la previsiones para mitigar, cuando menos, sus consecuencias”. Así expresó el presidente de Fedegan, José Félix Lafaurie Rivera, sus preocupaciones frente a este fenómeno climático extremo que ya está afectando a varias zonas ganaderas del país.
Pese a los esfuerzos del IDEAM, que ha alertado desde hace meses al país y a las diferentes instancias gubernamentales encargadas de hacer frente a las gravísimas consecuencias de una sequía intensa y prolongada, es poco o nada lo que se ha hecho. En su último informe la probabilidad de ocurrencia ya es del 73% para su fase inicial a partir de julio, y de 82% para su desarrollo entre octubre y diciembre del 2014, finalizando en el primer trimestre de 2015.
Es decir, “El Niño se nos vino encima”, reiteró Lafaurie, y añadió que, a partir de sus propias observaciones “Nunca antes había visto tan secos a los ríos Guatapurí y Cesar en el Cesar, y al Ranchería en la Guajira”. Advirtió también que, en Casanare, que ya sufrió una sequía que conmocionó al país por las imágenes de animales muertos, el agua que están recibiendo las llanuras inundables es inferior al histórico y no será suficiente para resistir el impacto de El Niño.
Fedegán y el Fondo Nacional del Ganado, junto con el Ministerio de Agricultura, están realizando diversos planes de contingencia, como foros y seminarios en todo el país con énfasis en las zonas donde hará mayor presencia el fenómeno. Adicionalmente, se ha solicitado al Ministerio de Agricultura la ampliación en cobertura y más duración de las 25 bodegas que, actualmente, están funcionando para distribuir suplementos alimenticios a bajo costo entre los ganaderos afectados.
Pero se requiere, además, la apropiación de recursos de crédito con ICR y en condiciones favorables de tasa y de plazo –cuando menos cinco años–, para financiar la perforación de pozos profundos, compra de bombas, siembra de cultivos y otras medidas alternativas para disminuir el impacto de la sequía prolongada que ya se está sintiendo con fuerza en algunas regiones.
Tanto el Ministerio de Ambiente como las CAR, las instancias responsables de prevención y atención de desastres y las entidades territoriales, deben tomar medidas para disminuir en lo posible el impacto del fenómeno, para que no se convierta en una catástrofe ambiental, económica y social de difícil y costosa recuperación en las regiones afectadas.
“Lo que estamos haciendo con el Ministerio es importante pero no suficiente para la emergencia, pues no solo se necesitaría duplicar o triplicar los esfuerzos, sino garantizar el consumo de agua para los animales. Puede ser costoso pero necesario y, sobre todo, urgente, para evitarle a la ganadería y al campo un factor más de desequilibrio social y de pobreza. Si el Desarrollo Rural Integral es de verdad una prioridad, es hora de empezar a demostrarlo”, recalcó el dirigente gremial.