Juan Carlos Niño Niño*
La contundente elección de Iván Duque como Presidente de los colombianos, plantea un reto de enormes proporciones a la continuidad del Uribismo, y a la vez deja una lección a Gustavo Petro en el sentido que la soberbia y el radicalismo no lleva a ninguna parte, hasta tal punto que asumir una posición más de centro en la segunda vuelta le permitió duplicar su votación en la primera, aunque demasiado tarde para un líder que buscaba en serio su elección como primer mandatario de los colombianos.
A Duque le toca demostrar que es un hombre de Estado, con una visión de estadista, con una independencia y personalidad que no se va ajustar a todo lo que disponga Álvaro Uribe (sin desconocer la válida incidencia ideológica del Ex mandatario), en donde resulta un verdadero alivio el hecho de que el ahora electo Presidente acaba de convocar a la unidad nacional, y aclare que no va a volver trizas el proceso de paz, como se apresuró a pedirle esta misma noche el Expresidente Cesar Gaviria.
A Petro le queda de tarea reflexionar sobre qué influyó para que arrancara con baja gasolina en la primera vuelta, y por qué no le alcanzó siquiera para acercarse a Duque en la segunda, aun cuando sacó la extraordinaria votación de más de 8 millones de votos (casi el doble de la primera vuelta), frente a los más de 10 millones de votos de Duque (en la primera vuelta alcanzó los siete millones y medio).
Y es que el exmiembro de M 19 debe concientizarse que una actitud más moderada y consensuada como Alcalde de Bogotá, le hubiese sin duda generado una mayor confianza de los colombianos en estas elecciones; pero es difícil creer en un dirigente que no solo permitió sino que generó la expansión del comercio ambulante en la Capital del País, partió el mil pedazos el Transmilenio y promovió el ineficiente SIT, armó tremendo caos con la administración de las basuras, repartió subsidios a diestra y siniestra sin ningún tipo de planificación, y como si fuera poco su carácter unilateral le ocasionó que silenciosamente se retiraran de su gestión personajes tan insignes de la izquierda como Antonio Navarro y Daniel García-Peña.
Una de las mayores pruebas que le espera a Duque es la manera como va a manejar esta etapa final del proceso de paz con las FARC, incluidos los supuestos nexos de algunos dirigentes del extinto grupo guerrillero con el narcotráfico y la posición que va a asumir sobre el proyecto de normas procedimentales para la JEP, que entre otras cosas continúa mañana lunes en la tarde su discusión en las plenarias de Cámara y Senado.
Aun con su notable primer discurso sensato y técnico como Presidente electo, Duque debe demostrar que no será la continuidad de casi tres décadas de mandatarios neoliberales, en donde está por verse si tiene la valentía de renegociar la deuda externa, adelantar reforma estructurales a nivel de seguridad social, pensional y laboral, lo que sería la forma más acertada de derrumbar la fortaleza de Petro, quien encarnaba el cambio del actual modelo económico.
Finalmente, al ahora excandidato presidencial Petro le corresponde tomar clases intensivas de la izquierda chilena y brasileña, en donde su ideología alternativa
no les hizo perder la sensatez y conciliación con lo demás sectores, quienes no hacen propuestas tan ilusas y desfasadas como cambiar la exportación de petróleo por productos agropecuarios, o generar incertidumbre en la expropiación de tierras, que sin duda le quitaron unos buenos puntos porcentuales a Petro en las eleccionaria que acaban de concluir en el país.
Coletilla: Una vez más Casanare ratifica su respaldo al Uribismo, al registrase más de 127 mil votos por Duque, no sin antes aclarar que solo aumentó en 20 mil con relación a la primera vuelta, lo que demuestra el lánguido y débil respaldo de algunos líderes de Cambio Radical y el Partido Liberal, que definitivamente pasaron sin pena ni gloria en este año electoral (ni se les ocurra postularse en nada para las elecciones del año entrante).
En contraste, la votación de Petro casi se duplicó en esta segunda vuelta (de 20 a 40 mil votos), lo que demuestra lo definitivo que fue la adhesión de líderes verdes de Casanare, que quiera Dios no se le olvide nunca al autosuficiente y déspota excandidato Petro.
Antes de que se me olvide: ¿qué va a pasar con la promesa del ahora Presidente electo, en el sentido de devolverle las regalías a Casanare? Sin duda, ese será el mejor termómetro para medir la gratitud del Centro Democrático con nuestro Departamento, aún más cuando a nivel nacional se es consciente de lo exagerado de esa reforma constitucional de Santos, que le arrebató a las entidades productoras más del 80 por ciento de estos recursos.
*Especialista “Gobierno y gestión pública territoriales”, Pontificia Universidad Javeriana.
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