Por Oscar medina Gómez*
El triunfo inobjetable y categórico de Iván Duque –superó a Gustavo Petro por más de 3 millones de votos- demostró claramente que el pueblo colombiano no traga entero del todo. Sí. Lo hace. Pero de a poquitos.
El respaldo arrasador que obtuvo en las urnas el nuevo Presidente de la República y la derrota humillante y vergonzosa que se llevó el deslenguado cuentero de la “Colombia Humana y Socialista del Siglo XXI” comprueban que la suerte para Petro y la victoria para Duque estaban echadas luego de la primera vuelta, cuando el guerrillero del M19 también fue destrozado y superado por 2.700.000 mil votos.
Acostumbrado a mentir, a engañar, a inventarse toda suerte de promesas e historias fantásticas con tal de escalar en la política, esta vez a Gustavo Petro nada le funcionó en su desesperado sueño surrealista de querer ser Presidente. Sin tener mérito alguno.
Es que el que es, no deja de serlo… dicen por ahí. Además de su ridícula propuesta de los aguacates –que se le pudrieron antes de sembrarlos- Petro actuó como un bajo ladrón. Primero se apropió de las frases, consignas y pensamiento del caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán. Pero su robo ideológico no le cuajó.
Luego, cual choro de callejón oscuro, hizo lo mismo con las ideas del líder del Nuevo Liberalismo Luis Carlos Galán Sarmiento. Y no contento con ese atraco, tuvo también el descaro de hurtar las poses e imágenes que el político santandereano usó en la campaña presidencial de 1989. Poses fotográficas que burdamente utilizó Petro en sus afiches publicitarios. Desde luego, este hurto volvió y se le aguó: lo mismo que el de Gaitán, tampoco le funcionó el engaño.
Y, por último, desesperado e incoherente como siempre lo ha sido, Petro insistió en sus robos ideológicos y de pensamiento político. El turno fue para Álvaro Gómez Hurtado, de quien se le robó su histórica frase y propuesta de “el acuerdo sobre lo fundamental”.
Maniobra dialéctica que se escuchaba cínica, insolente y ofensiva en la boca de un sujeto que cuando fue alcalde fue el responsable de retrasar el desarrollo de Bogotá y sus habitantes por lo menos en tres décadas. Esta entre muchas desgracias que le ha causado al país, por no volver a recalcar aquí su criminal pasado como militante en armas del terrorista grupo M19.
Gaitán, Galán y Gómez –asesinados todos antes de ser presidentes- fueron tres gigantescas figuras de la política colombiana del siglo XX. Su pensamiento marcó e influenció el actuar de millones de compatriotas. Miles de kilómetros de distancia y diferencia intelectual hay entre ellos y un tal Petro, como para que éste se creyera el cuento que imitándolos iba a cosechar votos ¡Bobo badulaque!
No le funcionó al miembro del M19 su voltereta frente a las propuestas populistas del “socialismo del siglo XXI” que antes de la primera vuelta defendía a rabiar: una Asamblea Constituyente, la expropiación de tierras, la nacionalización de grandes empresas y multinacionales, bajar la producción petrolera cambiándola por aguacates, sus amores con el narco-criminal y corrupto gobierno venezolano de Nicolás Maduro…y otras que, por cierto, tienen convertido a Venezuela en uno de los países más inviables política, económica y socialmente del mundo.
Al ver la aplastante derrota que le propinó Duque en la primera vuelta, para la segunda Petro dio un brusco timonazo en su discurso y propuestas ¡Negó todo lo anterior! Pero ya era tarde. La gente le hizo pistola ¡Por peligroso, jetón y mentiroso!
Ni siquiera sus cantos de sirena pudieron embelecar a millones de jóvenes. Esos muchachos inocentones, despistados y soñadores en exceso, en los que él creía ciegamente que lo iban a volver Presidente a punta de discursitos veintejulieros rebuscados y robados a otros.
La Patria colombiana votó con el corazón en la mano y el cerebro en el horizonte. Pese a la corrupción -que indiscutiblemente todo lo carcome e impide avanzar como se debe- en Colombia jamás llegaremos a estar gobernados por “socialismos e ismos” disfrazados de pueblo como los que vendía Petro.
La histórica victoria de Duque es un llamado de los colombianos a que, bajo el amparo de la Ley, le ponga autoridad y castigo a quienes insisten en seguir delinquiendo dizque en nombre del “pueblo”. Entiéndase a los terroristas de las FARC y del ELN. Un reto para enrumbarnos verdaderamente por caminos de desarrollo y crecimiento económico, mejorando sustancialmente la calidad de vida de los más necesitados. Un espaldarazo a nuestra democracia e institucionalidad gubernativa, que no admiten juegos peligrosos vestidos de socialismo.
Por supuesto es un voto de confianza y gratitud de los colombianos a Álvaro Uribe Vélez, el estadista que parió a Iván Duque. Aquí el nuevo Presidente tendrá que saber trazar claramente el lindero del agradecimiento y del ejercicio del poder. Aunque Uribe, obviamente, va a incidir en su gobierno, Duque deberá actuar con precisión de relojero y bisturí de neurólogo para evitar un exceso de intromisión y mando del expresidente.
No se van a olvidar y menos a borrar fácilmente las profundas heridas y daños que le causo al país Juan Manuel Santos. Iván Duque lo sabe. ¡Pero cuenta con una Patria toda decidida a hacer de Colombia un mejor y gran país! Digo yo.
*Periodista
La sección de OPINIÓN es un espacio generado por Editorialistas y no refleja o compromete el pensamiento, ni la opinión de www.prensalibrecasanare.com