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De Frente - De candidatos déspotas

 

Por Oscar Medina Gómez *

Por estos días pre-electorales abundan como plaga peligrosa los discursillos grandilocuentes. La sermoneadera barata. La demagogia repulsiva. La promesería reprochable y hasta delictiva.

Vemos a decenas de candidatos que quieren ser alcaldes, gobernadores, diputados y concejales, ir y venir de emisora en emisora, de plazoleta en plazoleta, de foro en foro, de barrio en barrio, de casa en casa echando cuentos fantásticos a la gente. Historias surrealistas y delirantes, donde la sinrazón y la carencia absoluta de argumentos válidos son el denominador común que acompañan a los discursantes bufones.

Cierto: la mayoría de los candidatos mienten descaradamente. Pero eso nada les importa. No los trasnocha. El objetivo, a como cueste y toque, es convencer, cautivar a los potenciales votantes para que el día de elecciones voten por ellos. Entiéndase por los embusteros vendedores de sueños ilusorios.

En esta variopinta feria de la falacia política, me he topado también con muchos eslóganes. Hablan, digamos, de unión, desarrollo, futuro, crecimiento, equidad, prosperidad…todos son una maravilla. Tanto que lo hacen pensar a uno de que contamos con hombres y mujeres realmente preocupados y decididos a cambiar el actual estado de inequidad social que vivimos. ¡Héroes modernos de las reivindicaciones populares!

En un asunto en particular me han llamado la atención aquellos políticos que, poniendo cara adusta y con el puño cerrado, echan mano de la inseguridad, de la delincuencia, de la inestabilidad gubernativa y de la corrupción que nos azota, para echar sus discursos mentirosos.

Apelan entonces a decir que ellos serán gobernantes con autoridad. Que no les temblará la mano para poner tras las rejas a los delincuentes callejeros y a las bandolas organizadas del crimen, porque como mandataros actuarán como un policía más en la defensa ciudadana.

Que la misma suerte correrán aquellos funcionarios que sean pillados en actos de corrupción de lo público, a quienes denunciarán públicamente. Que no permitirán que los bares, tabernas, prostíbulos privados, ollas expendedoras de drogas y negocios parecidos, sigan pululando sin control en cualquier barrio ante la mirada complaciente de las autoridades. Mejor dicho, que van a poner la casa en orden porque ahora si la ciudadanía tendrá las 24 horas un alcalde con las turmas pesadas y los pantalones bien amarrados.

No es que esté en desacuerdo con esos postulados. Ideales con los que miles de personas siempre han soñado y que desde luego comparten y apoyan. Lo que repruebo enfáticamente y fustigo sin piedad es que esas proposiciones las hagan sujetos que no propiamente gozan de una imagen ni una fama de merecida autoridad, ética y respeto debidos. Tanto en sus actuaciones públicas como privadas.

Personajes que confunden la autoridad con el autoritarismo. La autoridad con el despotismo. La autoridad con la opresión. La autoridad con la tiranía. La autoridad con la dictadura. La autoridad con la humillación y la ofensa. La autoridad con la grosería y la chabacanería. La autoridad con lo soez y lo obsceno. La autoridad con la ordinariez y la patanería. La autoridad con lo chocarrero y lo burdo.

Fulanos que cuando ejercieron un cargo público, se aprovecharon de la posición dominante de poder que tenían para hacer gala de una altivez y endiosamiento desbordados. Y, sin pudor, desplegaron su connatural arrogancia, despotismo y desprecio por sus subalternos.

Revistiéndose eso sí, para su desfortuna, de una mancha indeleble de seres ruines y petulantes. Esos que creen que pueden andar por la vida pisoteando y ofendiendo a las personas. ¡No son más que enanos ignorantes. Envanecidos dictadorzuelos que escupen al cielo y sus babas les rebotan en sus sucias carotas!

A estos repugnantes e insolentes esclavistas modernos, que hoy se creen dueños de la verdad absoluta, que proclaman y prometen gobiernos con autoridad, que a su paso por lo público no sembraron sino rechazo, fastidio, humillaciones y encono toca castigarlos en las urnas. ¡Sin titubear! Es la cosecha que merecen. De llegar al poder, con miles de millones de pesos del erario para manipular, imaginémonos por un instante de lo que harían esos déspotas ¡Ni en sueños votar por ellos!

¿Se les parece, encaja en alguien la radiografía que trazo aquí? Bueno, mis lectores, mis defensores, mis detractores y el pueblo mayormente conocen muy bien el pasado y presente de los que a punta de bravuconadas, engaños y meras promesas de humo buscan el premio mayor de una alcaldía. Como la de Yopal. Saben también que mis palabras son certeras e incontrovertibles. ¡La gente lo tiene claro porque el pasado no perdona!

Esos que se empeñan en promover una retórica insustancial, una oratoria fútil, una dialéctica atrofiada y vacua, no sólo en un asunto tan determinante y delicado como el de la autoridad y la seguridad, sino en otros temas como el del empleo y el de una eficaz educación pública, jamás deben gobernarnos. No merecen ni el poder ni la gloria. Digo yo.

Postre: A propósito, esto escribí en columna “Autoridad” de comienzos de noviembre de 2018: “Es el momento de ponerle orden a la casa. De amarrarse los pantalones en el puesto. De que el nuevo alcalde que se elija el 27 de octubre de 2019 ejerza plenamente y sin miedo el mandato y poder ciudadano que otorga el voto. Llegó el momento de que el alcalde recupere el respeto y la dignidad que desde hace muchos años se han perdido. ¡Gobierno con Autoridad y Desarrollo!”

Y esto en mi columna “Como león indomable hay que defender a Yopal” de finales de diciembre de 2018: “No es tiempo de volvernos a equivocar. Es tiempo de decisiones y de seguir construyendo, como una gran familia, la ciudad soñada. De elegir bien y saber que se tiene a un verdadero alcalde. Que no miente ni engaña. Que toma decisiones forjadas para el bienestar de la ciudadanía. ¡Gobierno con Autoridad y Desarrollo!”

La frase mía “Gobierno con Autoridad…” es hoy el eslogan de campaña de Luis Eduardo Castro, candidato a la alcaldía de Yopal. ¿Plagio o coincidencia? Juzguen ustedes.


*Periodista




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