Que una Corte Suprema de Justicia, corrupta y politizada como la tenemos hoy, haya encarcelado bellaca e injustamente a Álvaro Uribe Vélez no sorprende. Eso se había demorado. Como tampoco sorprende que el expresidente haya recobrado su libertad, teniendo dolorosamente que renunciar a su cargo de Senador de la República para obligar así a la Corte -donde jurídicamente sería masacrado- a trasladar su proceso a la Fiscalía, en busca de garantías procesales de la justicia ordinaria. Recorderis: el presidente de esa repugnante Corte es Cesar Augusto Reyes, el magistrado que ordenó encarcelar a Uribe. Un “honorable togado” que el 14 de julio de 2016 como representante legal de la empresa Nueva Justicia y Litigación Oral, firmó un contrato por 600 millones de pesos con el gobierno de Juan Manuel Santos, dizque para asesorar el acuerdo de paz con las FARC. Exacto: ¡al mandar a la cárcel a Uribe, Reyes le estaba pagando a Santos el contrato! Se vendió muy barato, es el decir de millones de ciudadanos.
Con Uribe libre, -que no amordazado y encadenado como sueñan Santos, Petro. Cepeda, López-, debatiendo de frente, dando la pelea por los grandes temas nacionales, es a otro precio. Hace un par de días planteó varias propuestas para empezar a enderezar el país. Y evitar que siga despeñándose. No sólo porque hay una izquierda radical muy peligrosa, que no duerme ni afloja en sus intenciones. Sino porque tenemos un Presidente Duque muy flojito, impopular y sin autoridad. Que, para rematar, políticamente la pandemia del coronavirus lo ha vuelto trizas. Y que, si no se actúa desde ya, en las presidenciales del 2022 esa izquierda oxidante podría hacerse con el poder.
Eliminar, acabar con ese monstruo de impunidad llamado Justicia Especial para la Paz, JEP, no da espera. La JEP es un organismo creado por el tartufo y traicionero Juan Manuel Santos al amaño y tamaño de sus amigotes terroristas y pedófilos de las FARC. Es una descarada lavandería de crímenes y delitos atroces contra decenas de miles de colombianos, pagada con los impuestos de todos.
Que, producto del sucio pacto de La Habana, tiene un libreto escrito donde la señora Patricia Linares y sus camaradas escucha las “verdades, arrepentimientos y perdones” que le cuentan con cinismo bestias pederastas y criminales como los alias Timochenko (que drogaba y emborrachaba a niños y niñas para luego sodomizarlos sin piedad) ; o “tornillo Carlos Lozada” (a quien le fascinaba violar niñas no mayores de 14 años); o “Sandra Ramírez” (una de las barraganas de alias Tirofijo, que reclutaba a la fuerza niñas en los caseríos y fincas para llevárselos a su amante y practicaba abortos brutales al por mayor en el monte); o “Pablo Catatumbo” (quien en numerosas ocasiones ordenó fusilar niñas que él embarazó). Ella, la Linares, decía, escucha a las bestias y luego, en nombre de la paz santista, las absuelve de todo pecado y delito. ¡Una burla macabra a la memoria de los muertos y al dolor de los vivos!
Toca acabar la JEP: nadie honesto y con amor de Patria, tolera que ese tribunal haya dejado libre al terrorista alias Jesús Santrich -que ahora, junto a Márquez, Romaña y el paisa, divulga videos vestido de camuflado y potentemente armado desafiando al Estado. Toca acabar la JEP: porque aceptó que los bandidos de las FARC dijeran que nunca reclutaron y menos violaron a menores de edad. Toca acabar la JEP: porque se prestó para que las FARC se echen la culpa del magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado, tapando así a los verdaderos autores intelectuales como Samper, Serpa y otros. Toca acabar la JEP: porque las más de 100 mil víctimas de las FARC no han recibido ni siquiera un 0.5 por ciento de reparación económica a sus dramas humanos. Toca acabar la JEP: porque nos cuesta a los colombianos más de 300 mil millones de pesos al año. ¡Para que dicten impunidad!
Aunque no es nada nuevo porque millones de colombianos así lo queremos, reformar a fondo todo el aparato de justicia es otra iniciativa que está impulsando Uribe. Empezando de hecho por alargar los estudios para ser abogado. Que no sean 5 años sino por lo menos 7. Que antes de graduarse los aspirantes sean sometidos a una rigurosa prueba de ética, honestidad y conocimientos jurídicos, por parte de un muy calificado cuerpo de expertos. Quien no apruebe el examen, no se gradúa. Para que no siga pasando lo de hoy: que cualquier “universidad” de garaje con aviso de latón produzca “abogados” a montones. Pelafustanillos que hacen del bandidaje y la deshonestidad su forma de vida. Los nombran jueces de la república y van por la vida condenando y absolviendo acusados, de acuerdo con el fajo de billetes que les pasen en un sobre de manila.
Y, claro: es clave unificar eso que llaman cortes. A la cabeza del poder judicial debe existir una sola supercorte. Un, por decir, Tribunal Mayor de Justicia. Acabar con esas vagabundería corrupta llamadas Corte Suprema de Justicia, Corte Constitucional, Consejo de Estado…¡Togados de mierda!
Contrarrestar y evitar el cancerígeno avance del castrochavismo es otra tarea inaplazable. Personajes de cuatro en conducta como la alcaldesa de Bogotá Claudia López y los congresistas Gustavo Petro, Jorge Enrique Robledo, Iván Cepeda, Antonio Sanguino, María José Pizarro, Inti Asprilla, Angeliza Lozano (la mujer de Claudia Lopez), Gustavo Bolívar, Aida Avella, Alexander López y Jorge Guevara siguen pujando para montar en el país el modelo “socialista” venezolano, nicaragüense o cubano. ¡Países que son verdaderos ejemplos de libertades individuales, derechos sociales y desarrollo económico! No olvidar: todos estos congresistas no ocultan su amor y pasión por la “válida lucha popular” de grupos terroristas como las FARC y el ELN. Para contener el castrochavismo hay una fórmula: no votar ni respaldar personajes de izquierda. ¡Son lobos con disfraz de oveja!
Reducir el tamaño del Congreso es otro objetivo. No sólo de Álvaro Uribe sino de millones de colombianos. Hoy este cuerpo colegiado conformado por 108 senadores y 166 Representantes a la Cámara les vale a los colombianos, en cifras redondas: los Senadores 9.800 millones de pesos al mes y 117.600 millones al año. Los Representantes 15 mil al mes y 180 mil al año. Recordemos que mensualmente realmente un congresista nos cuesta el doble de lo que se gana: tiene a su servicio una Unidad de Trabajo Legislativo, UTL, (asesores) a la que se le destina el mismo sueldo que al “honorable”. Es decir, cerca de 45 millones de pesos. Y es más: sumemos carros blindados, tarjetas de crédito sin límite de gastos, ocho tiquetes aéreos al mes, salud prepagada, rumbas, bacanales… Es absolutamente inverosímil que cerca de 50 millones de colombianos honestos y trabajadores, le paguemos tamaña fortuna a menos de 300 holgazanes por hacer poco o nada. O, mejor, por seguir acabando el país.
Las presidenciales están a la vuelta de la esquina. El monstruo izquierdista está en nuestra alcoba. Detrás de las cortinas. Agazapado. Esperando el momento para mostrar sus garras y colmillos. Es cierto que sacar adelante lo que propone Uribe es complejo y azaroso. Pero la voluntad y tesón popular pueden con lo que le pongan. ¡Cuidado, ojo con el 2022!
Postre: La culebrera alcaldesa de Bogotá Claudia López, posando de muy machota y disfrazada de patriota, recibió con besos y abrazos en el Palacio de los deportes a unos 5 mil marchantes de la tal minga indígena. No eran más. ¡La mayoría sin medidas de bioseguridad para evitar el coronavirus! Esos que pomposamente se auto rotulan “pueblos indígenas”, son apenas unos borrachos improductivos, zánganos vividores del Estado, auxiliadores y muchos militantes de los pederastas y narcoterroristas FARC. Arribaron a la capital el 18 de octubre, 2 días antes del anunciado paro nacional del miércoles 21. ¡Vaya coincidencia! ¡Listos para incendiar y destruir el país! Esa es la alcaldesa: por votos, se congracia con el caos y la anarquía. Digo yo.
La sección de OPINIÓN es un espacio generado por Editorialistas y no refleja o compromete el pensamiento, ni la opinión de www.prensalibrecasanare.com