Por Oscar Medina Gómez
Van 12 días de lo que se ha llamado Paro Nacional Agrario. Un rótulo que se está empañando. Que, por culpa de los bandidos, le está quedando grande al verdadero propósito de un movimiento social de protesta ciudadana, cuyo objetivo es mejorar la productividad y comercialización de la comida que de las entrañas de la tierra llega hasta nuestras mesas. Desde la Guajira hasta Nariño. De Arauca a Chocó. Y por ende hacer más digna las condiciones y calidad de vida de nuestros campesinos. Recordemos que más de 5 millones las familias colombianas están dedicadas al sector agrario.
Digo que el rótulo se está ensuciando por una simple, evidente y elemental razón: aprovechando el rio revuelto, pegados a las justas protestas de nuestros honestos campesinos que marchan por pueblos y ciudades del país, se han infiltrado peligrosos revoltosos. Delincuentes de toda laya que se han dedicado a causar el caos y el terrorismo, destruyéndolos bienes públicos, asaltando con palos y armas el comercio y los negocios pequeños, medianos y grandes de centenares de familias que devengan su sustento de allí.
Sí. Los campesinos tienen mucha o toda la razón en sus alegatos, que los han obligado a ir a las calles. No solo este gobierno presidido por el mentiroso Juan Manuel Santos Calderón, sino históricamente todos los anteriores gobiernos, han incumplido, han mentido, le han hecho conejo al campo y a los campesinos. Vías carreteables veredales totalmente destrozadas, -ya en invierno, ya en verano- inseguridad reinante por parte de los bandoleros que conforman las bacrim, exparacos y ex-matones farucos y elenos, trabas infinitas de carácter estatal para aplicar programas gubernamentales que reactiven el campo, precios de combustibles por las nubes, créditos asfixiantes para insumos y materias primas, importaciones desalmadas derivadas de los TLCs, -donde nuestros productores y comercializadores de productos como arroz, carnes de aves, leche, cereales están quebrados, son apenas algunas de las razones que han llevado a los hombres y mujeres campesinos de este país a protestar con fuerza.
A esto agreguémosle la altanería, faltonerìa y desprecio de l presidente Santos por los protestantes. “…¿Cuál paro…eso no existe, son apenas unos infiltrados causando desórdenes…” dijo sarcásticamente por los medios nacionales. Su actitud, obviamente causó bronca en los campesinos, que arremetieron con más fuerza en su movimiento de protesta. Santos tuvo que recular públicamente y pedir perdón por sus imbéciles salidas en falso.
Un reciente estudio de Fedesarrollo señala que han aumentado las condiciones de pobreza, miseria e indigencia en los campos colombianos, donde miles y miles de labriegos no devengan al mes ni siquiera un salario mínimo, creando así u n suculento caldo de cultivo para que o bien abandonen la tierra y engruesen los cinturones de miseria de las ciudades-. O se vayan a delinquir a los grupos terroristas armados que se hacen llamar guerrilleros.
Arroceros, cebolleros, cafeteros, lecheros, paperos, polleros, cultivadores de trigo, soya productores de carne de cerdo y un sinfín más de sectores están gravemente afectados. Labriegos humildes, pequeños empresarios agrícolas llevando del bulto.
Nadie lo ponemos en duda. Repito: el campo y sus campesinos están asfixiados, azotados, agobiados por la injusticia social, la pobreza creciente, la violencia, el abandono estatal y los salvajes TLCs. No nos espantemos entonces por las protestas de ellos.
Pero a los terroristas, a los violentos, a los bandidos que están saqueando pueblos y ciudades, hay que darles duro. Aplicarles el imperio de ley sin contemplaciones. Que paguen por sus delitos. Digo Yo
Editorial Noticiero CASANARE AL DÍA 6- 8 A.M. Emisora Manantial Estéreo 107.7 FM