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De las diferencias el sabor de la vida

De las diferencias el sabor de la vida
Por María Elvira Arboleda*

Conmemorar el día de la mujer, me ha parecido ratificar la desigualdad, me parece cursi. Sin embargo, no lo es en la medida en que nos sentamos a hablar cada año de lo que sigue existiendo, desigualdad, brecha.

Desde mi ejercicio aquí en Casanare, tierra en la que he podido aprender y crecer en este oficio, me he planteado algunas diferencias que existen entre hombres y mujeres periodistas y creo que sí, toca un poco más duro.

Es simple, hay un machismo pululante aún.

Un periodista radial puede ser crítico, incisivo, severo a la hora de entrevistar y ya está, si una mujer lo hace y hasta con más calidad y fluidez, es una loca histérica, debe estar en sus días o en la casa no le dan lo que necesita, o sea, le falta sexo. Mas o menos algo así salieron a decir algunos seguidores de Jhon Jairo Torres cuando Marta Cifuentes fue tan juiciosa en su trabajo periodístico frente al tema del exalcalde.

Los logros femeninos siempre se siguen midiendo en, “quién sabe que hizo para lograrlo”, premisa que viene más de las mismas mujeres que de los hombres, pareciera que reconocer nuestros méritos duele mucho. Si una periodista llega a un cargo de prensa institucional y es bonita, por eso la contrataron, por bonita, debe ser una boba. Si llega a un cargo institucional y es menos atractiva, “tenaz, es el colmo, por lo menos arréglese, es por la imagen de la institución”. Pero estas premisas se van acabando en la medida que aparecen juiciosas colegas que a fuerza de trabajo se han ganado importantes espacios. Todos los medios o instituciones de Casanare tienen mujeres muy pilas frente al cañón.

De mi ejercicio, quiero recordar una anecdótica escena que me sucedió por estar vistiendo botas de tacón y llevar cartera en mano, (eso porque no sabía que terminaría ese día cubriendo esa noticia). En un operativo del ejército de destrucción de un laboratorio de coca en Maní, hace un par de años, cuándo se dio la quema del mismo, todos corrimos y yo caí al piso, los soldados saltaban encima mío, el fuego se acercaba, y gracias a que un colega me dio la mano pude levantarme, me salvó, así es la vida.

Esa anécdota no se me olvida, como no se olvida que he tenido maravillosos compañeros, que me ratifican la diferencia buena y mala en el ejercicio de vivir y en el oficio mismo.

Actualmente en una faceta de mi trabajo, tengo un genial compañero de fórmula que no tiene hijos ni mayores ataduras, mientras hablamos de temas laborales, yo además tengo que estar pendiente de mi casa, mis hijos, su loco padre, mi mamá y hasta de mis amigas. (porque eso sí, las mujeres no solo cargamos con nuestra familia directa, sino que, si nos podemos echar otra encima y muchos problemas ajenos, lo hacemos).

Pero se me olvidaba algo, mientras con Alex estamos coordinando eventos, entrevistas, gestiones, yo también estoy pensando en a qué horas me voy a mandar a arreglar mi pelo y mis uñas, a él le da mucha risa.

¿Si ve? las diferencias son muchas aun, pero la diferencia cuando no es injusta es el sabor de la vida.

De las diferencias el sabor de la vida*Periodísta


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