Con el propósito de hablar sobre la afectación de la violencia a la agroindustria de la palma de aceite en Colombia, recientemente se reunieron, de manera virtual, directivos, agremiados y familiares de víctimas que forman parte del sector palmicultor y de Fedepalma, con representantes de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, CEV, a la cual se presentó un informe en este sentido.
Entre los participantes cabe mencionar al padre Francisco De Roux, Presidente de la CEV, Jens Mesa Dishington, Presidente Ejecutivo de Fedepalma, Saúl Franco Agudelo y Leyner Palacios, Comisionados de la CEV, Argemiro Reyes, León Darío Uribe e Hilda Fuentes, palmicultora; víctimas de la violencia, Gerson Arias, Director para el Diálogo Social, Andrés Felipe García Azuero, Director de Planeación Sectorial y Desarrollo Sostenible de Fedepalma y María Rueda Mallarino, Líder Social de Fedepalma.
De igual modo, en calidad de asistentes, participaron 36 personas más, tanto de la CEV como afiliados a Fedepalma. Estos últimos aportaron información y análisis al documento entregado.
El Director para el Diálogo Social de la CEV, Gerson Arias, reconoció la importancia de este encuentro y “las dificultades que implicó llegar a este punto”, según sus propias palabras.
Señaló cuatro aspectos fundamentales de este diálogo: primero, enfrentar el recelo y desconfianza de las víctimas hacia estas instancias, aunado al interés por parte de la CEV de hacer un ejercicio de escucha “amplio, equilibrado, plural, respetuoso y con total consideración”.
Segundo, la incorporación de múltiples voces, en este caso de los palmicultores, para contar con un panorama más completo de lo vivido en muchos territorios rurales de Colombia.
Tercero, contar con los testimonios directos de los afectados por la violencia, luego de años de silencio y de profundo dolor, lo cual es un paso clave para el diagnóstico de la situación.
Cuarto, contar con las voces, recomendaciones, impactos y resistencias de todos los actores, especialmente cuando restan seis meses para la presentación del informe final de la CEV al Gobierno Nacional con los resultados de su labor, iniciada en 2017, cuando se creó el ente.
Voces del encuentro
Jens Mesa Dishington, agradeció a los comisionados la oportunidad de que fueran escuchados los hechos y afectaciones al sector palmero colombiano. Así mismo, destacó el rol de la agroindustria de la palma de aceite, como un sector generador de empleo y desarrollo comprometido, además de promover la formalización laboral de productores de pequeña escala.
Recordó que la palmicultura está presente en más de 160 municipios del país y en 21 departamentos, con más de 6.800 productores entre pequeños, medianos y grandes, siendo el 85 % de ellos pequeños, con cerca de 600.000 hectáreas sembradas.
Agregó que el país produce alrededor de 1.600.000 toneladas de aceite de palma, con un valor de la producción superior a los $4 billones y la generación de más de 190 mil empleos, entre directos e indirectos, con una formalidad laboral superior a 82 %, con lo cual se contribuye a mejorar el tejido social de Colombia.
Mesa Dishington argumentó que el sector palmero ha enfrentado dificultades, derivadas de la ausencia de institucionalidad en el país, en algunas zonas y lugares donde está asentado el cultivo y hay presencia de actores al margen de la ley, lo cual se traduce en que se presenten secuestros, extorsiones y atentados contra la vida e infraestructura de las personas.
Explicó que “puede haber actores específicos e individuales que terminaron siendo parte del problema pero que -en ningún caso- se trata del empresariado de la palma en su conjunto y por ello, no es real ni justo considerar a los palmicultores como victimarios, sino víctimas”.
“Recoger sus testimonios no solo es correcto, sino que permite hacer un recuento veraz de lo que ha sido la violencia en Colombia. Los testimonios presentados son una muestra muy pequeña de lo ocurrido, pero agradezco a quienes alzaron su voz para contar lo sucedido y a la CEV por su escucha”, subrayó.
A su vez, el padre Francisco De Roux felicitó a los participantes del encuentro por su valor al contar sus testimonios y consideró que el documento presentado hace un aporte metodológico a la reconstrucción de los escenarios de la violencia en Colombia.
Expresó su sorpresa frente al hecho de que las empresas palmicultoras colombianas, que han sido víctimas de la violencia, “se le midan” al campo en tiempos de conflicto, “frente a los vacíos del Estado, además de la incertidumbre de un cultivo a largo plazo (30 años) y no saber qué va a ser de este país”.
Recordó que con el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio tuvo cercanía con situaciones que vivió el sector palmero, tales como la liberación de los nueve ingenieros secuestrados por el Frente 24 de las Farc y las conversaciones con los gerentes de las empresas a las que les secuestraron los ingenieros, asegurando que no hubiera sido posible el desarrollo de las cooperativas campesinas palmeras, si no hubiera sido por la voluntad y apoyo de las empresas palmeras.
El comisionado Leyner Palacios, reconoció así mismo que el informe recibido por parte de Fedepalma, lo hizo cuestionarse sobre la profundidad del conflicto, sobre cómo afectó a las empresas y a la economía, indicando que, “si no se dimensiona la integralidad del conflicto y de sus afectaciones, no podrá contribuirse con su resolución”.
“Celebro que el gremio se haya acercado a la Comisión y por ello nuestro compromiso es hacer una atenta escucha para entregarle al país un resultado serio con recomendaciones que sean pertinentes y útiles”, estimó.
Por su parte, el comisionado Carlos Guillermo Ospina, expresó que su percepción es que los palmicultores contribuyen con la paz y por ello han creado empresa, generado empleo e inversión social.
A su turno, Andrés Felipe García dijo que el gremio tiene la voluntad de hacer las cosas de la mejor manera posible, lo que se refleja en el hecho de que la agroindustria de la palma de aceite en Colombia es un referente mundial por su manejo responsable y sostenible.
El directivo enfatizó que el informe entregado a la Comisión es el resultado de un ejercicio metodológico serio, rico en trabajo de campo, en investigación y en análisis.
La voz de las víctimas
Argemiro Reyes, ingeniero agrónomo con más de 40 años en la agroindustria de la palma de aceite, una de las víctimas, narró la forma en que fue amenazado y finalmente secuestrado.
“Nosotros -las empresas- hacíamos las veces de Estado, construyendo vías, escuelas, adelantando iniciativas de desarrollo social y comunitario”, señaló. Recordó que en 1991 se produjo su secuestro.
En septiembre de 1992 fue liberado, y a los pocos días se llevaron al encargado de recursos humanos. “En 1997, las Farc hacen su incursión en la zona y en un solo día se llevaron a nueve ingenieros”. Argemiro recordó cómo el padre De Roux participó en las negociaciones para su liberación.
Así mismo, León Darío Uribe, narró sobre su llegada a Puerto Wilches en 1982 y que, una década más tarde, empezó una ola intensa de secuestros.
Subrayó que la apuesta de la palma es a largo plazo y que “los que iniciaron jóvenes, se envejecieron en la agroindustria y no son victimarios, han sido víctimas, y son gente de paz y de empresa”.
Hilda Fuentes, palmicultora de María La Baja, anotó: “lo mejor que le ha pasado a la comunidad es la palma, los habitantes han florecido gracias a ella y la violencia se ha reducido de manera importante. Cuando la zona estaba desahuciada y abandonada, llegó la palma y ahora hay comercio, vida y esperanza”, puntualizó, ratificando el papel económico y cohesionador social de la palma de aceite en la región.
De esta forma, el objetivo básico de la reunión se cumplió, dado que los palmicultores pudieron expresar sus visiones y experiencias vividas con respecto a la violencia y del mismo modo, los comisionados reconocieron su aporte como pieza del mapa en el que habrá reconocimiento de las formas de violencia que han afectado a los diferentes sectores sociales y productivos del país.
Francisco De Roux agradeció a quienes entregaron testimonios; reconociendo el aporte del documento de Fedepalma y la disciplina y tesón de los palmicultores colombianos para adelantar sus proyectos a largo plazo, al tiempo que le dio valor a la escucha de voces necesarias para la reconstrucción de los escenarios de violencia en Colombia, en aras de entender su complejidad, sus efectos, y por tanto la forma de llegar a soluciones para las partes afectadas.