Desde hace años se habla de igualdad educativa, laboral y social para las mujeres colombianas. Se puede decir que se han tenido adelantos en este tema, incluido en el marco normativo y en el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 “Pacto por Colombia, pacto por la equidad”, donde por primera vez hay un capítulo dedicado a los derechos de las mujeres y las niñas del país. Pero en la ruralidad ¿qué tanto se ha avanzado? Según datos de La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura- FAO, las mujeres producen entre el 60% y el 80% de los alimentos de los países en desarrollo.

En el caso de Colombia todavía hay un largo camino por recorrer, según las cifras compartidas en el último Censo Nacional Agropecuario realizado por el DANE. En el campo colombiano todavía se evidencia una gran brecha de género: los hombres son los mayores propietarios de las tierras con un 61.4%, mientras que las mujeres representan un 26%. Del porcentaje de terreno del cual las mujeres son dueñas, se logró identificar que en su mayoría son propiedades no mayores a 5 hectáreas y que además, para el género femenino es más complicado tener acceso a créditos, maquinarias y asistencia técnica para trabajar el campo.

Para Natalia Margarita Cediel, docente investigadora de la facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de La Salle, así como se trabaja para lograr la igualdad de género en las ciudades, es necesario hacer la misma labor en el campo: “lograr equidad es un requisito indispensable para un desarrollo viable y sostenible, en especial, en las áreas rurales y la agricultura colombiana, dado que estas mujeres son un pilar fundamental para el desarrollo de la economía nacional”. Por lo anterior, un grupo de estudiantes de la cátedra “Seguridad alimentaria” que dicta la docente Cediel, realizó un trabajo investigativo para identificar el nivel de empoderamiento de la mujer en la agricultura.

Las actividades económicas que realiza la mujer en el campo han sido diversas en los últimos años, se incluyen las domésticas, agropecuarias y no agropecuarias. Son las responsables de buena parte de la producción de alimentos, la cría y cuidado del ganado, y de especies menores como las gallinas, cabras y cerdos. Las mujeres en el campo tienen un rol cada vez mayor en el sector comercial y agroindustrial, en las artesanías y la floricultura.

En el trabajo investigativo se logró identificar que “las mujeres que tienen autonomía en la toma de decisiones para elegir el producto y tiempo de siembra, las que manejan los ingresos y gastos, que lograban una función de liderazgo en la comunidad y podían disfrutar de tiempo para compartir con sus hijos, obtenían un mejor resultado en sus producciones”, comenta la investigadora, quien agrega que “las mujeres pueden generar procesos sostenibles a largo plazo, considerando el cuidado y protección a los recursos naturales, la economía, la participación y el crecimiento de una comunidad. Logramos concluir que la mujer rural piensa más en conjunto que de forma individual y son las mujeres rurales quienes más nos pueden enseñar sobre resiliencia”.

En este sentido y cumpliendo con su compromiso con el campo colombiano, desde la Universidad de La Salle se ha dado un espacio protagónico a la mujer rural, ofreciendo de forma equitativa educación en su programa académico Utopía, creando mercados campesinos con enfoque de género e incentivando y apoyando investigaciones académicas en pro de la construcción de un país con iguales condiciones para las mujeres. “Cuando una mujer es rural, indígena o afrodescendiente lleva una carga de desigualdad mayor, a la que se tiene por el simple hecho de ser mujer. La equidad de género es un trabajo que se debe realizar entre hombres y mujeres, es esto lo que queremos hacer desde la academia, generar conciencia y acciones frente a este tema”, agrega la docente Cediel.

Continuando con esta labor, para el Centro de Estudios e Investigaciones Rurales (CEIR) de Unisalle, el trabajo con las mujeres ha sido un asunto supremamente importante en materia de investigación y proyección social. “Hemos logrado comprobar que las diferentes actividades en cabeza de mujeres como el agro-turismo, la producción y comercialización de cultivos y las estrategias de transformación de productos del campo, han tenido excelentes resultados desde la ruralidad colombiana”, concluye Jaime Rendón director del CEIR de la Universidad de La Salle.