Vampyressa voragine, la nueva especie descrita como endémica para Colombia, fue encontrada en el municipio de Chámeza. El espécimen descubierto, que forma parte de los murciélagos que comen frutas, es fácil de reconocer porque tiene un apéndice en la nariz con forma de hoja y suele tener rayas en la cara. Es de tamaño mediano (su cuerpo equivale al área de los dedos de una mano), se refugian en las ramas de los árboles o están expuestos –no son de cuevas– y son dispersores de semillas.
El nombre que se le asignó estuvo inspirado en la reconocida novela La Vorágine, de José Eustasio Rivera. La especie se colectó en la primera parte del viaje de los personajes de la novela (la parte alta de los Andes) y se quería resaltar lo que encierran las especies raras en el país, algo para lo que todavía hay que viajar y explorar mucho.
El biólogo Miguel E. Rodríguez, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá y subdirector de investigaciones de la Fundación Reserva Natural La Palmita, cuenta que gracias a la terminación del conflicto armado se pudo explorar la región con las comunidades.
Sin embargo, en un principio los investigadores pensaron que correspondían a la especie más ampliamente distribuida y también amenazada: V. melissa.
Pero tras una colecta de estos últimos especímenes en Caquetá, observaron que los registrados en Chámeza eran muy diferentes, por lo que decidieron hacer un estudio más especializado, gracias a la colaboración del Instituto de Genética de la UNAL Sede Bogotá.
Allí se confirmó que los individuos recolectados eran una nueva especie de murciélago, muy restringida a los bosques altoandinos (sobre los 1.800 msnm), que solo se conoce para esta localidad y otra en Norte de Santander.
En la caracterización biológica trabajaron alrededor de 16 biólogos, además de investigadores locales (personas de la comunidad capacitadas). Se utilizaron redes de niebla (que capturan murciélagos cuando vuelan por las noches), se pusieron trampas para ratones, cámaras trampas y se hicieron diversos recorridos por el bosque. Trabajaron ocho días en invierno y ocho días en verano.
Después de capturar los especímenes, se hizo una identificación previa de campo y se tomó una colección de referencia, es decir, un porcentaje de los individuos capturados, para validar la identificación de las especies.
Con el descubrimiento de V. voragine, Colombia cuenta 217 especies de murciélagos. Algunas comen insectos, otras, néctar y polen, y solo tres especies se alimentan de sangre, pero la mayoría come frutos.
Estas últimas son muy importantes para la regeneración de los bosques, pues se mueven a lo largo de la cordillera, y son clave en estos sitios que han sido tan deforestados, para hacer una recuperación pasiva de los hábitats naturales. Es decir, para que la misma naturaleza vaya plantando sus propios bosques y pueda conservar sus recursos.
El biólogo Rodríguez resaltó que, “de la diversidad de animales que se cree que son muy conocidos (como los murciélagos u otros mamíferos) todavía hay mucho por descubrir y entender. Por eso se debe insistir en conseguir recursos y financiación, pues dichos estudios son costosos.
En esta investigación participaron la Fundación Reserva Natural La Palmita, la Gobernación del Casanare, el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi), y los Institutos de Genética y de Ciencias Naturales (ICN) de la UNAL Sede Bogotá.
Para el biólogo Rodríguez, “tanto la vertiente oriental de los Andes como la Orinoquia y la Amazonia son sitios poco conocidos en Colombia. Siempre decimos que son los más diversos del país, pero no se conoce mucho de su biodiversidad real, queríamos llamar la atención sobre esto”.