Por Leonardo Puentes*
Se conmemoró el pasado miércoles 13 de agosto el aniversario número 15 del asesinato de Jaime Garzón, entrañable comunicador y humorista, que nos enseñó a entender a Colombia sonriendo en medio de la tragedia del apogeo narcotraficante, del paramilitar, de la escalada de la violencia guerrillera y del establecimiento perverso de vínculos profundos entre todos estos sectores y buena parte de la clase política nacional.
Es inevitable recordar el desparpajo y la agudeza de sus palabras en el Auditorio Camilo Torres de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Colombia, pocos meses antes de su muerte, dando la bienvenida a un nuevo grupo de estudiantes, que tuvimos el privilegio de tenerlo como anfitrión en la ceremonia de iniciación de nuestra carrera universitaria.
Supo retratar con toda claridad y con su inmejorable mamadera de gallo el país y la universidad a la que estábamos llegando; nos puso a pensar en nuestro papel de estudiantes, de ciudadanos y de futuros profesionales egresados de la universidad insignia de la educación pública en Colombia; todo esto en medio de incontenibles carcajadas.
Sigue vigente hoy, quizá con más fuerza que en ése entonces, uno de sus mensajes más recurrentes a la juventud colombiana: “muchachos, no sigan esperando que venga algún superhéroe o súper político a arreglarles el país, ustedes son los únicos responsables de transformarlo”. Repetía hasta el cansancio en este tipo de charlas, que buena parte del problema nacional provenía de la posición cómoda e individualista que adoptamos la mayoría de colombianos; esa que nos lleva a repetirnos todo el tiempo que “así el resto estén jodidos no importa, desde que a mí me vaya bien (…). Que si mi amigo político es un ladrón, qué importa, desde que a mí me colabore (…). Ese problema no es conmigo, el Estado no es asunto mío, el país no es mío, esto (es decir lo público) no es de nadie”.
Retomar estas reflexiones desde nuestra querida capital, Yopal, resulta al menos inquietante. Pensar en la actitud pasiva, casi que absolutamente desinteresada de la mayoría de nuestros jóvenes no es precisamente esperanzador.
Es urgente recuperar su confianza y no declinar en la lucha por abrirles la puerta hacia el conocimiento, hacia la educación superior de la mejor calidad, hacia el empleo digno y las oportunidades de crecimiento humano y profesional, como único antídoto contra el prototipo de banalidad y enriquecimiento fácil que predomina en nuestro excluyente y arribista entorno petrolero.
Francamente en ocasiones pareciera que todos, no solamente los jóvenes, estuviéramos pensando: “eso no es conmigo, los problemas de Yopal no son conmigo, Yopal no es mío”.
La presencia de Garzón en la vida nacional no tiene remplazo, pero a aquellos que aceptamos el compromiso ciudadano de tomar posición frente a los grandes males de nuestra sociedad, nos corresponde seguir insistiendo, perseverar y por ningún motivo dejar de soñar y trabajar por un país más justo, en el que la igualdad y el bienestar general sean mucho más que retórica en los códigos, las leyes y la Constitución.
POSdata: Sigo considerando válido el reclamo al gobierno nacional para que asuma el costo TOTAL de nuestro Acueducto e igualmente el pago de la factura, hasta que se garantice la calidad y continuidad del servicio.
*Concejal de Yopal.