Por Oscar Medina Gómez *
Los millones de colombianos que protestaron en las calles de las principales ciudades del país, han enviado un claro mensaje a la Ministra de Educación Gina Parody. Y, sin duda, al mismo Presidente Juan Manuel Santos: bienvenida la diversidad sexual. Pero no la imposición de comportamientos sexuales a nuestros jóvenes e irrespeto y menoscabo de la familia.
La condición lesbiana de la Ministra de Educación Nacional Gina María Parody d´Echeona –estado personal que le respeto, lo mismo que a los homosexuales y los que se conocen como LGBTI- le tiene alborotadas las hormonas. Abusando de su cargo nos cae a 50 millones de colombianos con la obscena, aberrante, atentatoria e insultante propuesta de que “no se nace hombre o mujer, sino que se aprende a serlo”. Que es la sociedad la que determina el sexo.
Resulta entonces que la cópula natural entre un macho y una hembra no son la génesis de las condiciones biológicas de un ser humano. Así se nazca con pene o vagina, uno tendrá derecho a decidir si será macho, hembra, doble propósito, lesbiana, gay, transexual, bisexual, marica, cacorro. Ángel o demonio. Falta es que la ministra nos diga que hay burros maricas y vacas lesbianas. ¡Esto no resiste el más mínimo análisis! ¡Se cae por su peso, imbecilidad y atrevimiento!
Amparándose en el manoseado sirirí del derecho a la inclusión y respeto de la diversidad sexual, la ministra nos quiere meter por nariz, oídos y boca un Manual de Convivencia, que regiría para todo el territorio nacional. Pensando más en ella y para justificar su comportamiento y forma de vida que lleva con su pareja –Cecilia Álvarez, exministra de Comercio, Industria y Turismo- quiere imponer credos o ideologías de género, en evidente perjuicio a los derechos de las familias heterosexuales. Ideologías claramente perversas, inmorales y dañinas. De ñapa Parody quiere eliminar de las Manuales de Convivencia de los colegios todo lo que refiera a la defensa y preservación de la moral y las buenas costumbres.
El espíritu de la Corte Constitucional en 2015, que para tratar de contener el matoneo en los colegios ordenó al gobierno revisar los Manuales de Convivencia, no era arrojar a la basura décadas de construcción y formación moral y ética de nuestra juventud. El máximo tribunal, garante del cumplimiento de la Constitución, quería y quiere es proteger por medio de esos Manuales los derechos a la intimidad individual sexual de los jóvenes. Combatir la discriminación e intolerancia. Pero jamás imponer nuevos evangelios sexuales, pisoteando los derechos de millones y obligando a todos a cumplirlos.
Evitar al máximo casos lamentables como el del suicidio del estudiante de 16 años Sergio Urrego, quien el 4 de agosto de 2014 se arrojó desde un piso alto del Centro comercial Titán Plaza de Bogotá, desesperado al no soportar más el acoso, discriminación y persecución que alumnos y profesores del Gimnasio Castillo Campestre le hacían por ser homosexual.
La discriminación estudiantil por su orientación sexual no se combate por medio de propuestas libertinas y claramente sin asidero ético ni moral. Como las de la ministra. Menos patrocinando las caricias, besos, toque toques, manoseos y toda clase de “expresiones físicas de afecto” al interior de los colegios. O poniéndole falda a los hombres y pantalones a las mujeres.
Gina Parody, Cecilia Álvarez, Claudia López, Angélica Lozano, Marcela Sánchez, Blanca Inés Durán, ¡que van a saber de hijos si jamás han sido madres! No tienen ni mediana idea de lo que es una correcta formación moral y fomento de los valores éticos en la familia. No saben de amor filial, indestructible y eterno. Ese que existe entre padres e hijos. Madres y padres que todo el tiempo desean para su descendencia sólo lo mejor. Y, claro, subrayo, una idónea formación ética y moral. Es como pedirle al diablo que nos ilustre y enseñe el camino de la santidad para alcanzar las alturas celestiales. ¡Una contradicción!
Definitivamente eso de que todos los excesos son dañinos cabe a la perfección aquí. En vez de estar perdiendo su tiempo en reinventar la rueda, la ministra Parody debería buscar soluciones a los niveles de analfabetismo que tiene Colombia (cercanos al 6 por ciento). O desde el ministerio contribuir a encontrar salidas para evitar que decenas de niños mueran al mes por física hambre y desnutrición. O pensar en ampliar no sólo la cobertura sino la calidad educativa. O ampliar a los grupos poblaciones más pobres las becas y apoyos estatales para que miles puedan estudiar en buenas universidades.
Desde tiempos inmemoriales de la humanidad la base lógica e incontrovertible de cualquier sociedad es la familia. Entendida esta como la resultante de la unión en amor de un hombre –macho- y una mujer –hembra-. No de un pene con otro pene o de una vagina con otra vagina. ¡Elemental!
Decepciona esta Gina Parody modelo 2016. Se añora esa combativa y aguerrida mujer en el Congreso, peleando causas nobles y sensatas. Por ejemplo, la defensa contra la violencia femenina. De ella no queda ni la sombra. Apenas una sigla: LGBTI. Digo yo.
*Periodista
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