Por Juan Carlos Niño Niño*

Un funcionario de Corporinoquia me aclaró que no podía solicitar a esta entidad un concepto para podar y tumbar dos "arbolitos" en mi casa de Yopal, porque sencillamente los mismos estaban sobre el andén de la calle 11 con carrera 26, lo que significaba que éstos no estaban dentro de mi casa sino en la vía pública, lo que me quitaba cualquier derecho para decidir sobre el destino de los dos "arbolitos", que son más altos que un edificio, las ramas abarcan toda la calle y amenazan con llegar a las casas del frente, mientras que las raíces sin duda van a levantar las bases de la casa, sin contar que algunos conocedores los catalogan como árboles enfermos, que se pueden venir cuesta abajo en cualquier momento, con el serio riesgo de ocasionar una verdadera tragedia.

Algunos me preguntarán quién me metió en semejante chicharrón. Y la respuesta es un irresponsable arrendatario de mi casa, quien durante diez años se dedicó sin mi autorización a sembrar alrededor del predio un sinnúmero de árboles, con el delirio enfermizo de envejecer en un paradisiaco bosque (se quería apoderar a las malas del predio), pero lo único que logró fue crear una zona oscura para ladrones y drogadictos, que incluso puso en riesgo en un par de oportunidades la integridad de mi madre y la mía, cuando logramos con mucho esfuerzo y diligencias sacar al mencionado arrendatario "ambiental" y posicionarnos nuevamente en el predio.

Y el problema es que no se cuenta con una legislación que imponga condiciones y restricciones a la siembra de árboles, con un aspecto tan básico como expedir un permiso para sembrar en la vía pública (siempre y cuando responda a criterios urbanísticos como no afectar las estructuras de los predios ni las redes de los servicios públicos domiciliarios ni pongan en riesgo la seguridad de los ciudadanos), con las mismas exigencias que las autoridades competentes le ponen a uno cuando quiere tumbar un árbol (el delirante arrendatario no tuvo que sacar permiso para sembrar los dos "arbolitos" en la vía pública, pero a mí sí me toca solicitar a la autoridad su intervención para poderlos podar y tumbar).

El paradisíaco bosque del delirante arrendatario, lo pude podar y tumbar parcialmente con un permiso que me dio hace dos años la Secretaria de Desarrollo y Medio Ambiente de la capital departamental, cuando decidí en vacaciones hacer ejercicio y enfrentarlo a peinilla limpia, no sin antes comentar que por tal actividad me gané los gritos y recriminaciones de un exrector de una universidad a distancia, en donde sin duda su soberbia y conflictividad era más fuerte que su preocupación por el medio ambiente, aunque al parecer la actitud tan difícil de esa persona es bien reconocida en la ciudad.

Como un buen ciudadano me acerqué a las instalaciones del IDURY para pedirles que le solicitaran a Corporinoquia el concepto técnico para tumbar los dos "arbolitos", pero una secretaria me respondió que ahora tenía que hacer esa solicitud a la empresa de aseo de Yopal, señalándome un comunicado de prensa que estaba pegado en el periódico mural de la entidad, en donde explicaba que se marginaban de la "poda de árboles" porque el Numeral 14.24 del Artículo 14 ibidem, modificado por el Artículo 1 de la Ley 362 de 2000 y el Artículo 1 de la Ley 689 de 2001, establece que "como actividades complementarias del servicio público de aseo, el corte de césped y poda de árboles ubicados en las vías y áreas públicas, lavado de estas áreas, transferencia, tratamientos y aprovechamiento".

Así mismo, el gerente del IDURY Didier Mauricio Montoya me remitió amablemente por el chat el texto de la Resolución CRA 720 de 2015 del Ministerio de Vivienda, que está enfocada en el mismo sentido de asignar la "poda de árboles" a las empresas de aseo, lo que demuestra que a Didier Mauricio (mi amigo y compañero de colegio) le asiste todo el derecho y el deber de ajustarse a la ley, pero lo que si le cuestiono es que si bien la ley le quitaba esa responsabilidad, si tenía el deber "ético" de verificar el traslado de esa función, en donde lo lógico es que adelantara una acción de verificación y seguimiento a cómo la empresa de aseo entraría a asumir esa función de la poda de los árboles, estando presto a asistir con el conocimiento y la experiencia de una entidad como el IDURY, teniendo en cuenta que la misma estaría dentro de una política pública local para el manejo y mejoramiento del espacio público.

Al radicar la solicitud a Freddy Ferley Aldana, gerente de Aseo de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Yopal, para que le pida un concepto a Corporinoquia para tumbar los dos "arbolitos", personalmente comprobé que la situación es más caótica de lo que suponía. Una de las secretarias me explicó que aunque se había recibido esa facultad sobre la poda de los árboles en la vía pública, hasta el momento no se había tomado ninguna determinación sobre un plan estratégico para asumir esa responsabilidad, ni mucho menos se contaba con el personal logístico y administrativo para tal fin, pero lo que me recomendaba era radicar mi carta y esperar una supuesta reunión que tenía la entidad con Corporinoquia.

A finales de junio radiqué esta misiva escrita, pero hasta el momento no me ha llegado ninguna respuesta de esta dependencia, lo que significa que el caos sobre esa facultad aún continúa y seguramente nadie en esa empresa ni en Corporinoquia ni en el IDURY sabe a ciencia cierta qué va a pasar, con el agravante de que en este momento no se encuentra en Yopal con ninguna política ni con un equipo de trabajo para manejar la poda de árboles en la ciudad, lo que es de suponer los enormes riesgos que mencioné anteriormente en esta columna, adicionando un elemento más a la creciente ingobernabilidad de la capital de la capital departamental.

Coletilla: He tratado de comunicarme telefónicamente cientos de veces sin lograr mi propósito con mi buena amiga la secretaria de Desarrollo y Medio Ambiente, Yasmín Mariño, para que pueda interceder en este caos de la poda de árboles en la ciudad, sino quiere que a la Administración Municipal se le convierta en un problema más, cuando ya tiene suficientes dolores de cabeza por resolver en la casi centenaria ciudad de Yopal.

* Especialista en gobierno y gestión pública, Pontificia Universidad Javeriana.