Por Oscar Medina Gómez

La comezón que en la clase política casanareña está causando el extendido encargo de Julieta Gómez de Cortes, como gobernadora, es entendible.

Los políticos locales la ven como una advenediza que les está arrebatando lo que, dicen y creen ellos, les pertenece. Es decir, la manipulación del jugoso presupuesto que tiene la gobernación. Que no se cae de por lo menos 600 mil millones de pesos.

Diputados, alcaldes, concejales, ex gobernadores, contratistas, candidatos, están echando babasa de la bronca. Enviada por el gobierno santista a reemplazar temporalmente al destituido Nelson Mariño, doña Julieta se les atravesó como vaca muerta en el camino.

Contratación pendiente por firmar, procesos licitatorios y pago de anticipos fueron suspendidos. Es obvio ese proceder. Además de ser parte de la tarea que le mandaron, por mera previsión la gobernadora debe saber en dónde está parada. Tiene que curarse en salud.

De ahí que sin temblarle las faldas echo prácticamente a todos el gabinete. No le generaba confianza. Los secretarios de obras públicas, planeación, privado, vivienda, hacienda, general y el jurídico salieron por la puerta de atrás.

Veo a una Julieta Gómez actuando tranquilamente. A ella poco o nada le importa el tan esperado decreto presidencial que no solo debe ordenar la realización de nuevas elecciones, sino su reemplazo, que saldría de una terna que envió el partido Afrovides hace casi dos meses.

Señores y señoras de la tradicional clase política casanareña: dejen gobernar a doña Julieta. No muestren la ganas de poder y dinero. Dejen alguito para otros. Ustedes –aunque tienen estómagos insaciables- ya han comido bastante.

Digo yo…

Editorial Noticiero “Casanare al día” 6 a 8 AM. Emisora Manantial Estéreo