La Jefe de área Lenguaje de la Institución Educativa El Paraíso de Yopal Yazmin Morales Chacón, envió una comunicación formal a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Yopal, en la que solicita el cambio de nombre para el relleno sanitario de Yopal.

Considera que el nombre de la ciudad insigne del realismo mágico “Macondo”, no merece tal desaire.

Estos algunos apartes de la carta:

“Estudiantes de la institución educativa El Paraíso y docentes de lengua castellana, solicitamos muy respetuosamente efectuar los tramites que correspondan para que sea cambiado de manera diligente el nombre del relleno Sanitario del municipio de Yopal.

La petición urgente se realiza porque nos sentimos heridos, lastimados e indignados por el irrespeto hacia uno de los símbolos no solo nacionales sino mundiales del realismo mágico y por el desprecio con el que está siendo tratado el único premio nobel de literatura que ha nacido en Colombia y de los pocos que han tenido esa dignidad en Latinoamérica.

Para nadie es un secreto que el gran Escritor Gabriel García Márquez obtuvo su nobel de literatura gracias a lo prolífico de su obra Cien años de Soledad y que Macondo, la ciudad de los espejismos ha permitido que millones de personas en el mundo disfruten del realismo mágico y que su afortunado autor este catalogado como uno de los escritores vivos más importante a nivel universal”.

Aunque sabemos que quienes están a cargo de nuestro municipio son conscientes de lo importante que es para la comunidad académica el cambio urgente del nombre del relleno sanitario, como simple respeto y arraigo por lo nuestro, queremos reforzar nuestra petición diciendo que en la obra cien años de soledad aquella que nos hace soñar, sonreír, ilusionarnos, llorar, pero ante todo enorgullecernos de tener tamaño tesoro invaluable en nuestra tierra; se referencia el nacimiento de Macondo de la siguiente manera … “Una noche, después de varios meses de andar perdidos por entre los pantanos, lejos ya de los últimos indígenas que encontraron en el camino acamparon a la orilla de un río pedregoso cuyas aguas parecían un torrente de vidrio helado. José Arcadio Buendía soñó esa noche que en aquel lugar se levantaba una ciudad ruidosa con casas de paredes de espejo. Preguntó qué ciudad era aquella, y le contestaron con un nombre que nunca había oído, que no tenía significado alguno, pero que tuvo en el sueño una resonancia sobre natural: Macondo. Al día siguiente convenció a sus hombres de que nunca encontrarían el mar. Les ordenó derribar los árboles para hacer un claro junto al río, en el lugar más fresco de la orilla y allí fundaron la aldea”. Macondo fue entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos, dispuestas de tal manera que todas recibían los mismos beneficios de la naturaleza.


“Y nos permitimos opinar que la ciudad de los espejismos donde los gitanos se orientaron para la llegada por el canto de los pájaros, donde al medio día se disfrutaba de una melodía, emanada de los relojes que estaban ubicados en cada casa, el mismo lugar que Francisco el hombre visitaba con frecuencia divulgando las noticias de la región por intermedio de canciones, donde se sobrevivió a la fiebre del insomnio, donde llovieron flores amarillas el día en que su fundador murió, donde la presencia de Mauricio Babilonia se sentía por la invasión de mariposas amarillas y donde se duró cien años descifrando unos pergaminos escritos en sánscrito que describían en tiempo real la desaparición de la ciudad de los espejos y designaría que la estirpe condenada a cien años de soledad no tenía una segunda oportunidad, no merece el desprecio e irrespeto de un pueblo de las propias entrañas de su creador y que tamaño nombre en ningún momento representa lo que el “genio” yopaleño pensó cuando le dio el nombre al relleno sanitario de Yopal”.