En la calle 30 con carrera 23 bajo el intenso sol, postrado en una silla de ruedas, y debilitado por el hambre permanece don Edgar Antonio Soler, quien desde el 25 de julio de 2014 vive de la misericordia de los que transitan por este sector de Yopal.

Ni el famoso programa “Adulto Mayor” que recoge cuantiosos recursos tanto por parte de la Gobernación, como de la Alcaldía, por concepto de la estampilla que todos los contratistas deben pagar, ha vuelto sus ojos hacia este hombre que con 57 años, vive de la limosna de las personas que le aportan monedas para su sustento.

Don Edgar, trabajó durante años en la Aeronáutica Civil en oficios varios, de allí salió por un recorte de personal que hubo justo cuando le habían diagnosticado Artrosis secundaria múltiple, artritis reumatoide con compromiso de otros órganos, hipertensión esencial y diabetes, limitando al mínimo sus posibilidades de lograr un nuevo trabajo.

Estaba afiliado al sistema de pensiones en Colpensiones, entidad que le ha negado su pensión, alegando que le faltaban 26 semanas de cotización. Ha realizado diferentes trámites, pero la falta de recursos le impide que un abogado le ayude en su caso.

Se postuló al subsidio de vivienda y cuenta con el desprendible del formulario número 3720 con fecha 28-08 de 2014 que guarda con mucho recelo y con la fe puesta en Dios para que algún día le entreguen la vivienda que le prometieron en la actual Administración Departamental, pues vive solo en una habitación por la que paga 150 mil de arriendo, no tiene luz y sus alimentos los recibe de los vecinos que se conduelen de su situación.

“Si me entregarán mi casa quizá podría traer a mis hijos de 15 y 10 años que viven en el Meta con un familiar”, dice desconsolado don Edgar Antonio Soler, quien al mismo tiempo clama la ayuda de las Administraciones Departamental y Municipal para que a través de sus programas de Adulto Mayor, Discapacidad y vivienda le colaboren para mejorar su precarias condiciones de vida.

Nuestra reportera había estado pendiente de su historia y lo esperó por más de 10 días, su ausencia de la esquina de siempre, la había originado su enfermedad y los intensos dolores que lo redujeron enviándolo a hospital. Allí los médicos generosamente le facilitaron los medicamentos para aliviar su enfermedad pues no los cubre el POS, según comentó.

Don Edgar a quien muchos ven en el semáforo de la calle 30 con carrera 23 tiene la meta diaria de recoger al menos lo del taxi que lo transporta hasta su morada, objetivo que a veces ni siquiera cumple.