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Julio César Rodríguez el Parlamentario

Julio César Rodríguez el Parlamentario
Por Juan Carlos Niño Niño*

Aquella tarde de mayo a mediados de los noventa en la biblioteca de la Universidad de la Sabana, entró un individuo considerablemente alto y acuerpado, al que no pude reconocer porque me encandelilló un potente rayo de sol que entraba por un gigantesco vitral, y lo único que pude reconocer fue sus delgadas gafas transparentes y el esbozo de una leve sonrisa cuando me vio, que se explicaría más adelante no solo porque éramos paisanos sino porque probablemente era lo que desde hace un par de semanas estaba buscando.

Era Julio César Rodríguez Sanabria. Un promisorio joven profesional casanareño, que provenía de una nueva generación de políticos en el Departamento, quien recién había sido elegido representante a la Cámara, derrotando por una amplia ventaja al barón político del norte de Casanare Gímber Chávez Tibaduiza; y que estaba próximo a ser designado Presidente de la Comisión V de la Cámara, en donde lideró como coautor y coordinador ponente el proyecto de ley para erradicar la fiebre aftosa del territorio nacional (Ley 395 de 1997), una idea que maduró con sus faenas de “hombre llanero”, su sólida formación académica como Administrador de Empresas de la Universidad de la Sabana, más la seriedad y disciplina con la que asumió su curul en la Cámara de Representantes, que dio sus frutos a finales de la década pasada cuando la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) declaró a Colombia libre de fiebre aftosa.

El Parlamentario casanareño me dijo sonriente pero con mucha autoridad que necesitaba un periodista, porque su jefe de prensa le acababa de renunciar, que tenía un cargo en su Unidad de Trabajo Legislativo, y que me podía nombrar en el transcurso de la semana entrante, a lo que no dudé un segundo en aceptarle, explicándole que en ese momento estaba buscando las prácticas de Comunicación Social, sin sospechar siquiera que su ofrecimiento no solo era grandioso por la oportunidad de iniciar mi carrera profesional en el Congreso (devengando un alucinante sueldo de 600 mil pesos), sino porque me sacaba de “un tirón” del escenario universitario, en donde me estaba matando el rompimiento con una bella pero malvada zipaquireña (estudiante de psicología), lo que de entrada le dio un giro de 180 grados a mi vida.

Los dolores del crecimiento profesional

En ningún momento se me ocurrió pensar lo que me costaría semejante generosidad de nombrarme como su jefe de prensa, porque era un legislador extremadamente exigente, con una obsesión por los resultados, detallista, técnico, disciplinado, metódico, perfeccionista, riguroso en la formulación de los informes de ponencia de proyectos de ley y la estructura de los debates de control politico, que le sacaba de quicio los desaciertos en mi condición de practicante, hasta tal punto que no ahorraba duros cuestionamientos a la redacción de mis comunicados de prensa (que eran unos verdaderos ladrillos de dos páginas), lo que de inmediato me aterrorizó y me generó el impulso de salir corriendo, pero que se convertiría en una magistral escuela, con principios y estrategias que me han mantenido durante más de dos décadas en el Congreso, y que incluso me llevaron a ser jefe de prensa del entonces precandidato conservador a la Presidencia de la República, José Galat.

Al iniciar una mañana el dia laboral, me hizo pasar con premura al despacho y dio la orden a los demás miembros de la Unidad Legislativa de cerrar la puerta y no interrumpirnos para absolutamente nada, y al sentarme al frente de su escritorio se quitó sus delgadas gafas transparentes, se restregó su afilado rostro con preocupación y me miró a los ojos con suma severidad.

Entonces me dijo con su tono pausado pero impositivo que no estaba conforme con mi trabajo, que los medios nacionales habían desaparecido “desde que se fue la anterior jefe de prensa”, que no estaba saliendo ni en el Noticiero de la Cámara... que es lo mas elemental, Juan Carlos. La semana pasado - continuó - aprobamos en la Comision Quinta el proyecto de ley sobre el programa para el uso eficiente y ahorro del agua (Ley 373 de 1997), en donde los periodistas brillaron por su ausencia, y ese “logro” solo se debe a usted, porque en ningún momento lo vi redactando un comunicado, ni convocando a los medios ni estuvo pendiente del desarrollo de la sesión.

El parlamentario se paró de su escritorio y se quedó viendo por la ventana la bizantina iglesia “Santuario nuestra Señora del Carmen” en el barrio La Candelaria, tratando de disimular la entendible “incomodidad” que tenía por dentro, y en tono casi compresivo me dijo que era ideal tener en su equipo a un casanareño a punto de graduarse como Comunicador Social, que entendía y respetaba muchísimo el enorme sacrificio de mi mamá para sacarme adelante, que no podia desconocer que muchos sectores sociales de Casanare habían respaldado su decisión de nombrarme en su UTL, pero que eso no era suficiente como para continuar dándome la confianza de manejarle prensa, y aún más cuando se aproximaba el debate de control politico mas importante de su vida, que venía estructurando durante más de tres meses con un ingeniero de petróleos que había terminando una maestría en la ahora extinta Unión Soviética, y que en parte el éxito del debate dependía de la efectiva convocatoria de medios nacionales, y que estaba pensando en llamar a su anterior jefe de prensa para que le trabajara ese tema.

Eso me partió en mil pedazos. Enterarme que continuaba en la UTL más por un gesto de tolerancia y consideración conmigo, que por mi trabajo y logros como jefe de prensa, hasta tal punto que tenía que apelar a mi antecesora (la talentosa y eficiente Comunicadora Social Blanca Janeth Guzmán), me sumó en segundos en una terrible angustia y depresión; pero a la vez sacó de mí esa osadía y esa fuerza de medirme a cualquier reto, y no dudé en proponerle presuroso que no llamara a su anterior de jefe de prensa, que me diera la última oportunidad, que me encargaría de llenar las barras de la Comisión Quinta con medios nacionales, y que si no funcionaba, ese mismo día tenía mi renuncia sobre el escritorio.

Estructurando una estrategia de medios

Ese sería el inicio de una ansiosa y rigurosa investigación para determinar cómo lograba llamar la atención de los medios nacionales, encontrando la primera directriz cuando le conté mi infortunio a Fernando Niño, catedrático de “Producción de Televisión” en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de la Sabana, quien me advirtió que no podía enviar comunicados de prensa a diestra y siniestra, sin adelantar un reconocimiento previo de las salas de redacción económicas de radio, prensa y televisión, teniendo en cuenta que Rodriguez Sanabria adelantaría un debate de control politico al ministro de Minas y Energía, Rodrigo Villamizar, sobre el contrato de asociación del campo petrolero de Pauto, Floreña y Volcanera.

En coordinación con los asesores de la Unidad Legislativa, y bajo el silencio expectante del legislador casanareño, inicié a un mes del debate la construcción de comunicados de prensa muchos más cortos (con tres párrafos), con un lenguaje mucho mas directo y fluido, evaluando y deduciendo cuál era el punto álgido, la idea principal del primer parrafo o lead de la noticia, como me enseñó en Taller de Redacción el entonces Editor Nacional de El Tiempo Arquímides Suarez, o “metiéndole chispa al asunto”, como me hizo caer en cuenta el periodista casanareño Danier Porras, para posteriormente desarrollar el tema con ideas secundarias y terciarias, y un párrafo concluyente que generaba expectativa sobre lo que aún no se revelaba, y que estaba previsto únicamente para el debate de control politico.

La estructuración del comunicado de prensa me dio la pauta inicial para llamar telefónicamente a cada editor económico de las salas de redacción de radio, prensa y televisión, explicándoles que el parlamentario casanareña citaba a este debate ante la evidente intención del Presidente Ernesto Samper Pizano en modificar los contratos de asociación petrolera (que posteriormente Rodríguez logró revertir), lo que significaba ni más ni menos que aumentar el porcentaje de participación de las multinacionales en la producción (en detrimento de la participación de la Nación); anticipando que el Congresista demostraría que la actual participación de éstas era lo suficientemente rentable, y que incluso empresas petroleras rusas y japonesas estarían dispuestos a explorar y explotar con un menor margen de rentabilidad.

A las salas de redacción no les llamó tanto la atención las explicaciones previas al debate, y se limitaban a responder como por salir del paso que les enviara el comunicado, con la promesa de llamar “mas tarde” al Representante Julio César Rodriguez, lo que en ningún momento ocurrió, lo que me sumió en una permanente zozobra y angustia, al tener que aceptar que estaba a menos de una semana para el debate, y el trabajo de casi un mes no daba ningún resultado, aun cuando el catedrático Fernando Niño me decía que tuviera paciencia porque en cualquier momento “saltaba la liebre”, poniéndome aún mas nervioso el silencio sepulcral y la aparente paciencia del Congresista, honrando su palabra de darle tiempo a mi última tabla salvación.

Un SOS a Julio Sánchez

Aún no me explico cómo entonces tuve el valor y la osadía de llamar al despacho de Julio Sánchez (entonces director de la FM), seguramente por el ímpetu y la rebeldía de la juventud, para dejarle “la razón” con su secretaria que los medios nacionales eran injustos, que solo tenían como fuentes a los Ministros y a un par de congresistas, que desconocían el importante trabajo de los legisladores de la Media Colombia, y que “francamante” estábamos cansados de tanta arbitrariedad.

A un par de días del debate, me llamó la Secretaria de Julio Sánchez para decirme que me lo pasaba en un par de segundos, lo que me dejó helado y muerto de los nervios, pero a la vez con la frialdad y la recursividad de un portero que se prepara para un penalty, y que me exigió estirarme de inmediato cuando el icono periodista se ahorró el saludo y me preguntó con un tono incisivo: quién es usted?

Entonces me desahogué diciéndole que el Congresista Julio César Rodriguez adelantaba, desde hacia meses con su Unidad de Trabajo Legislativo, una investigación extensa y rigurosa sobre una posible y arbitraria modificación de los contratos de asociación petrolera, pero que era frustrante constatar que a los medios nacionales les era indiferente las denuncias del Congresista casanareño; pero eso si corrían a toda hora detrás del Senador santandereano Hugo Serrano (Q.E.P.D) para preguntarle sobre el mismo tema, desconociendo de tajo y sin ninguna consideración el enorme esfuerzo nuestro para el próximo debate.

Sánchez me interrumpió abruptamente con una certera pregunta, que sin duda explica por qué es uno de los periodistas más importantes del País: Cuál es la diferencia entre lo que plantean Serrano y Rodriguez? Y sin desconocer que me sacó el aire con semejante balonazo, alcancé a reaccionar diciéndole que la investigación del Representante iba dos meses más avanzada que la del Senador, y que cuando Serrano denunciaba la ilegalidad de modificar los contratos, Rodriguez estaba a años luz siguiéndole la pista a un reciente concepto del Consejo de Estado sobre el campo de Pauto, Floreña y Volvanera, que hábilmente habría sido manipulado por el Gobierno Nacional, para que el alto tribunal determinara que lo que se explotaba en el mismo era gas y no petróleo, arriesgándome a un regaño del legislador por anticipar una de sus cartas secretas para el debate, pero que pareció suficiente explicación para Sanchez porque me interrumpió nuevamente y prometió antes de colgar con afán que llamaría en vivo y en directo a Rodriguez en la mañana antes de iniciar el debate.

El día del debate

A las 7 AM del 30 de abril de 1997 estaba en la carrera 7 con Avenida Jiménez, comprando un ejemplar del periódico El Tiempo, en donde busqué tembloroso la primera pagina de la sección “Actualidad Económica”, con la esperanza de encontrar una referencia del mencionado debate de control político, que estaba a menos de dos horas de iniciar en la Comisión V de la Cámara, que me hizo estallar en júbilo cuando constaté que efectivamente el artículo en la parte inferior de la página se trataba del debate, con el titular: “CONTRATO CON BP: A PUNTO DE EXPLOTAR? “

Y el primer párrafo iniciaba diciendo que “la polémica sobre el Contrato Piedemonte volverá hoy al escenario del Congreso. Hoy, en la Comisión Quinta de la Cámara Y A INSTANCIAS DEL REPRESENTANTE JULIO CÉSAR RODRÍGUEZ, se reunirán los actores del conflicto (Ecopetrol, la Brithish Petroleum y la Contraloría) para discutir las nuevas circunstancias que han rodeado este controvertido tema” (EL TIEMPO, 30 de abril de 1997, “Actualidad Económica”, Pág. 14, A - Hemeroteca Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá D.C.).

Entonces me apresuré triunfante al Edificio Nuevo del Congreso (contiguo al Capitolio Nacional), no sin antes comprar los ejemplares de El Espectador, El Nuevo Siglo, Portafolio y La República, que para completar mi dicha todos registraban los pormenores del debate de control político, y como si fuera poco me acababa de marcar al celular el asesor de petróleos, para contarme que en ese momento el periodista Julio Sánchez estaba entrevistando por la FM al Representante Julio César Rodriguez y al
Senador Hugo Serrano, quedando solo a la expectativa de la convocatoria de medios que lograría en la Comisión V de la Cámara.

Su intervención en el debate

En las instalaciones de esta célula legislativa, una multitud de periodistas nacionales tenían arrinconado al Representante Julio César Rodríguez, quienes le indagaban sobre sus expectativas como citante del debate que estaba a escasos minutos de iniciar, que contaba con la presencia del ministro de Minas Rodrigo Villamizar, el Contralor General de la República David Turbay y el Procurador Jaime Bernal Cuellar, y que inició con una imponente y brillante intervención de hora y media por parte de Rodríguez Sanabria, en donde demostró, sin que nadie lo esperara y para el asombro de todos, que lo que tenía Pauto, Floreña y Volcanera no era gas ni petróleo, sino una mezcla de los dos denominado “Condensado”.

Ante la estupefacción y amargura del Ministro Villamizar, Rodriguez remató en un tono más alto que el condensado era cien veces de mejor calidad que el petróleo, siendo una sustancia tan ligera y depurada que incluso casi no necesitaba de ningún proceso industrial para que se utilizara como gasolina, lo que dejaba por el piso ese concepto del Consejo de Estado en el sentido de que en esta campo se contaba con gas y no petróleo, que supuestamente fue manipulado por el Gobierno al adjuntarle a la solicitud unos argumentos parcializados para que determinara que era gas, y que con base en ese cuestionado concepto el Ministerio de Minas y Energía expidió una resolución para empezar a liquidar regalías sobre la produccion de gas y no petróleo, lo que disminuía de manera alarmante los ingresos de la entidades productoras y aumentaba la participación de la Multinacional.

Al terminar su intervención, el recinto de la Comisión Quinta quedó enmudecido. Un colectivo de miradas se concentró expectante en el Ministro Villamizar, quien sumamente turbado reconoció la ligereza del Gobierno Nacional y el Consejo de Estado en determinar que era gas y no petróleo, y anunció que esa misma tarde la resolución iba a quedar derogada, lo que se convirtió en el punto de partida para que la liquidación de regalías en Pauto, Floreña y Volcanera se adelantara sobre la producción de petróleo y no de gas, siendo la primera y última vez en mas de (20) años como asesor del Congreso, que he presenciado cómo un debate de control político logra cambiar “insofacto” una disposición del Ejecutivo, consiguiendo además que el Presidente Samper descartara finalmente la modificación a los contratos de asociación petrolera.

El posicionamiento en los medios

Ese sería el inicio de una relación fluida y cercana del Representante Julio César Rodriguez y los periodistas nacionales, incluidos Diego Hernán Cárdenas de El Tiempo, Martín Mobilla de Radio Santafé y Juan Carlos Pardo de Radionet, que le permitió posicionarse en los medios como un legislador experto en explotación de recursos naturales no renovables (registrando casi todos los días en El Tiempo, apareciendo cada sábado como columnista invitado en El Espectador, y logrando sendos despliegues en el periódico económico La República).

Así mismo, les contó en vivo y en directo a los noticieros de televisión una noche al salir de Palacio de Nariño, cómo lideró una conciliación entre el Congreso, el Gobierno y la USO para no hundir el proyecto de ley de Ecogas, que evitó un paro nacional de este poderoso sindicato, en donde un artículo nuevo impediría cualquier intento de privatización de la empresa, no sin antes destacar que Rodríguez incluyó un Artículo para la creación del Viceministerio de Hidrocarburos y otro para la creación en Yopal con recursos de Ecopetrol de un Instituto de Capacitación e Investigación de Hidrocarburos (que lamentablemente la Administración Departamental en ese entonces no valoró ni gestionó para su consolidación).

Un defensor del DIH y el Protocolo de Ginebra

Es el momento de hacer un reconocimiento público al Exrepresentante Julio César Rodríguez Sanabria. Un hombre íntegro, honesto, transparente. Un quijote casanareño que cierto día echó sus más nobles ideales en una mochila de universitario, para asumir con total seriedad y disciplina su curul como legislador, que tuvo la valentía de decirle a todo el mundo que la función de un Congresista no era comprometer su independencia para conseguir puestos y “recursitos”, sino la de legislar y adelantar debates de control politico para dar respuestas a las problemáticas más complejas del Departamento y el País (como evitar la modificación de las regalías y lograr una eficiente y real reliquidación de las mismas), negándose de manera rotunda a “repartir” y “degradar” su Unidad Legislativa con compromisos políticos, sino invirtiendo en una selecta nómina de asesores nacionales y extranjeros, incluso metiéndose la mano al bolsillo cuando el presupuesto de la UTL no le alcanzaba, consciente que no ser “populista” le iba a costar el futuro de su carrera política, pero con la conciencia y el entusiamso de cumplir hasta el último minuto como legislador.

En su ejercicio de control politico fue el primero en insistir por la implementación del Derecho Internacional Humanitario (DIH) y el Protocolo de Ginebra en Casanare, lo que denominaba como unas “reglas claras” entre los combatientes y la necesidad de excluir a la población del conflicto, convocando a un foro por la paz en Aguazul (al que se negó a asistir el entonces ministro del Interior Horacio Serpa), en un momento en que ese municipio registraba los más altos índices de violencia, y la dirigencia política y algunos sectores de la sociedad casanareña estaban más concentradas en el bálsamo de la bonanza petrolera.

La culpa fue de Julio César

Alguna vez el entonces representante a la Cámara Camilo Abril Jaimes me comentó intrigado que el Exrepresentante Julio César Rodríguez dijo en una reunión que a él se debía mi ingreso laboral al Congreso de la República, a lo que siempre he respondido con mucho entusiasmo a quien me lo quiera preguntar: “que lo siga diciendo, porque es cierto!”. El inicio de mi carrera profesional en el legislativo solo se debe a él, porque de lo contrario nunca en mi vida me hubiera cruzado con el Congreso, teniendo con él la deuda vitalicia de poder acceder a este alucinante mundo en donde se mueve el País, que me ha logrado transformar con los años de un inseguro y tímido joven Comunicador Social a un perseverante y aceptable asesor legislativo, que ahora no concibe la vida sin asistir a las agotadoras pero apasionante sesiones de Comisiones y Plenarias de la Cámara de la Representantes.

Algunos allegados a Julio César Rodríguez me revelaron mucho años después que nunca pensó en despedirme cuando me llamó la atención por la ausencia de los medios nacionales y aceptó mi “auto ultimátum” de irme del Congreso si no lograba convocar periodistas nacionales al referido debate, sino que fue un mecanismo para obligarme a replantear y mejorar mi desempeño profesional; y que además les ha asegurado en varias oportunidades que he sido el mejor jefe de prensa que ha tenido en toda su carrera política, pero que curiosamente siempre se ha negado a reconocerlo cuando se lo he preguntado.

La calificación de mis prácticas

Esa actitud se asemeja mucho a cuando le pedí en esa época que en un formato de la Universidad de la Sabana con varias preguntas, calificara de uno a cinco mi desempeño como practicante, a lo que me respondió con una leve sonrisa y una mirada evasiva que me evaluara yo mismo, con la condición de que revisaría posteriormente cómo me había calificado, y que si estaba sobrevalorada esa evaluación procedería a adelantar una nueva calificación, lo que me obligó a evaluarme de la manera honesta y concienzuda, sin sospechar siquiera que en el momento de entregarle mi “autoevaluación”, se limitó a firmar el documento sin siquiera reparar en la nota que yo le había puesto a cada pregunta (lo que me ganó un regaño de mi gran amigo y compañero de UTL Juan Rivera, por no haber aprovechado poniéndome cinco en cada pregunta).

Coletilla. A finales de septiembre, lo llamé para comentarle que había sido nombrado asesor legislativo del Representante de Arauca Luis Emilio Tovar Bello (Presidente de la Comisión de Acusaciones de la Cámara), lo que propició una amena conversación sobre los temas comunes a nivel legislativo de Casanare y Arauca, evocando sus principios y recomendaciones que tanto me aportaron en el inicio de mi carrera en el Congreso, como la investigación rigurosa para la elaboración de las ponencias y los debates, estar al tanto de la actualidad nacional, departamental y local, y la disposición de trabajar a toda hora y sin descanso (incluso los fines de semana), como la única forma de alcanzar resultados a corto, mediano y largo plazo; y hasta su llamado de atención una vez para que en los días de sesiones en el Congreso siempre me viniera en traje de paño, y que efectivamente se me quedó para toda la vida. Gracias, Julio César. Muchas gracias...

* Asesor Cámara de Representantes.


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