Por Agencia de Noticias UN

Una investigación de la Maestría en Ingeniería Ambiental de la U.N. en Palmira evidenció una disminución de la capacidad de retención de agua debido a la degradación de la estructura y pérdida de suelo en estos cultivos.

Si bien el arroz es el segundo cereal más consumido por la población humana en el mundo, es más importante que el trigo (el primero), pues se cultiva en 113 países de todos los continentes (salvo en la Antártida) y una gran cantidad de población depende de su cosecha. Por esta razón constituye la base nutricional para más de un tercio de la humanidad.

La preparación del suelo en cultivos es una de las actividades más importantes para la siembra de arroz, ya que incide en el asentamiento de las plantas, en su rendimiento y en las prácticas culturales posteriores a la siembra, como el manejo del agua y el control de plagas y enfermedades.

Por ello, el estudio de las propiedades químicas y físicas de los suelos resulta importante para detectar su degradación o debilitamiento. Partiendo de esto, David Alejandro Muñoz, estudiante de posgrado de la U.N. en Palmira, realizó un estudio en tres fincas del departamento de Casanare, de la mano del profesor Édgar Enrique Madero.

Los investigadores recolectaron muestras de suelos de una profundidad de 20 centímetros, en cada uno de los lotes seleccionados, correspondientes a sistemas establecidos para el cultivo de arroz.

Las muestras se sometieron a análisis de laboratorio para la determinación de las siguientes propiedades físicas: densidad aparente, densidad real, límite líquido, límite plástico, índice de plasticidad, porosidad total, área química, pH y materia orgánica.


“La degradación y posterior evaluación de los suelos permite determinar la pérdida de elementos nutrientes (como el nitrógeno, el potasio, magnesio), la modificación de las propiedades fisicoquímicas (acidificación, desgasificación y bloqueo de los oligoelementos que quedan en posición no disponible), el deterioro de la estructura y la disminución de la capacidad de retención de agua, entre otros aspectos”, dice Muñoz.

Igualmente, asegura que un suelo degradado presenta pérdida física de materiales: erosión selectiva de los constituyentes más lábiles, como los limos; erosión masiva equivalente a la pérdida de la capa superficial del suelo, o en casos extremos, de la totalidad del suelo; e incremento de la toxicidad, ya que al modificar las propiedades del suelo, se produce una liberación de sustancias nocivas.

Degradación

El estudio evidenció que el deterioro de la estructura, junto a la compactación del suelo, produce una disminución de la porosidad. “Por lo tanto, se origina una reducción del drenaje y una pérdida de la estabilidad. Como consecuencia, se genera un encostramiento superficial que aumenta la escorrentía”, dice Muñoz.


El investigador asegura que es notable la disminución de la capacidad de retención de agua debido a la degradación de la estructura y la pérdida de suelo. “Esta consecuencia es especialmente importante por los impactos de las escasas precipitaciones anuales, relacionados con el cambio climático”, dice.

Por ello, propone que el manejo del cultivo sea integral, desde el proceso de preparación hasta el manejo del suelo una vez finalizada la cosecha, asimismo debe incluir la disposición de la soca como residuo vegetal.

“Es importante destacar un manejo sostenible ambientalmente, que incluya aspectos como el requerimiento de producción, el suelo, el sistema productivo y que a su vez permita un diálogo de saberes entre gestores de desarrollo rural, agricultores y comunidades rurales”, sostiene el investigador.

Asimismo, concluye que el compromiso de las autoridades civiles y comunitarias del sector, así como la interacción entre gremios azucareros y pequeños productores son fundamentales para el adecuado manejo de estos suelos.