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Desde hace una semana el departamento del Casanare está en el “ojo del huracán” por la tragedia ambiental que sufre el municipio de Paz de Ariporo por el fuerte verano, que ha cobrado la vida de más de 20 mil animales, entre chigüiros, tortugas, reces, babillas y caimanes.
Ante esta situación, basado en los estudios de suelos y coberturas vegetales de la región, así como en el estudio que actualmente se adelanta en ecosistemas de páramos y humedales de Colombia, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) contribuye a emitir sus conceptos técnicos para entender las causas y revela estos 5 “pecados” que podrían haber causado esta catástrofe ambiental.
Esta hecatombe estaría relacionada con: impactos en los páramos de alta montaña, donde nacen los ríos que surten al Casanare; la ganadería intensiva que compacta los suelos y obstruye la capacidad de infiltración de aguas lluvias y escorrentía; la baja capacidad de retención de humedad por la textura arenosa; la limitada capacidad productiva de los suelos; y el uso de aguas subterráneas de las petroleras, que agravan la situación ante los impactos del cambio climático.
“Es hora de planificar el país de manera integral y regional, no municipal, para que se sigan presentando estas tragedias irreversibles. Hoy fue Paz de Ariporo, mañana podría ser cualquier sitio azotado por lluvias o sequías. Debemos caracterizar los suelos de Colombia, identificar sus limitantes, regular su uso y conservación, potencializar la investigación científica entorno al uso eficiente de los recursos, ejercer un mayor control frente al manejo de concesiones de agua y determinar las zonas de recarga de acuíferos en cada región”, apuntó Juan Antonio Nieto Nieto Escalante, director general del IGAC.
Paz de Ariporo cuenta con una extensión de 1.213.993 hectáreas, que equivale al 1,06 por ciento del territorio Colombiano, lo que lo convierte en un municipio más grande que los departamentos del Atlántico, Quindío, Sucre y Risaralda.
PECADO 1: En el Cocuy reinan los cultivos
La afectación de los páramos sería la primera causa. Los ríos y cuerpos de agua de Paz de Ariporo, y en general los del departamento del Casanare, se alimentan o nacen en la cordillera oriental, principalmente en el páramo del Cocuy.
Según el levantamiento semidetallado de suelos en áreas de páramo que adelanta actualmente el IGAC en toda Colombia, se ha podido verificar cómo en algunos sectores los campesinos está cambiando la vegetación nativa compuesta por frailejones y musgos, por cultivos de papa y cebolla, en combinación con actividades de pastoreo de ganado. Es decir, se alteró el equilibrio de los suelos altamente frágiles del páramo.
Al quitar la cobertura vegetal nativa de los páramos, que tienen la función de captar y retener el agua con la que se alimentan los ríos y quebradas del país, los caudales de los cuerpos de agua del Casanare han disminuido, razón por la cual para esta época del año más parecen un cañón seco que un caudaloso río.
“El cambio de uso en las partes altas de los Andes colombianos, especialmente en las zonas de páramo, conlleva a que se eliminen plantas receptoras de agua en este tipo de ecosistemas, debido a las prácticas y actividades que son de gran impacto, como la agricultura, el pastoreo y la minería. En pocas palabras los páramos quedan al descubierto, sin ninguna cobertura vegetal y con un escenario muy lamentable para su recuperación”, apuntó Nieto Escalante.
Este año, el IGAC realizará el levantamiento semidetallado de 4.500 hectáreas de páramos en la vertiente occidental de la cordillera en Casanare, específicamente en los municipios de Chámeza, La Salina, Recetor, Sácama y Támara.
PECADO 2: Ganadería en exceso
El estudio de conflicto de usos del suelo del IGAC no deja bien parado a Paz de Ariporo, ya que indica que es el municipio más afectado en todo el departamento por la excesiva ganadería, lo cual ha generado un intenso deterioro de sus suelos.
De las 1.213.993 hectáreas de todo el municipio, el 35,4 por ciento son suelos subtutilizados (430.860,7 hectáreas), es decir, tierras donde la demanda es menos intensa en comparación con capacidad productiva con la que cuentan.
Esta zona presenta un compactación “superexcesiva” por el ganado bovino, la cual produce que los poros del suelo se cierren y no pueda filtrar el agua.Por esta razón el recurso hídrico sigue su camino en busca de otras descargas o se evapora, y los suelos se vuelven áridos y erosivos.
A la ganadería se suma la afectación del bosque de galería, el cual crece a las orillas de los ríos. Los campesinos y habitantes utilizan este recurso como leña, ya que cuenta con una buena capacidad para generar fuego.
PECADO 3: Suelos no retienen agua
Paz de Ariporo cuenta con una precipitación de 2.150 milímetros al año, una cifra que supera a la de Bogotá, que está entre 800 y 1.000.
Sin embargo, solo se presenta una sola temporada de lluvias entre mayo y septiembre, con su pico más alto en julio, con cerca de 300 milímetros. El resto de meses se pueden catalogar como secos, principalmente el primer trimestre, donde la sequía hace estragos.
A pesar de ser una zona donde llueve mucho en un periodo, el problema está en los suelos, que tienen una baja capacidad de retención de humedad.
Cuando acaba la temporada de lluvias, los suelos no son capaces de retener agua para las fuertes temporadas de sequía, razón por la cual el terreno queda seco; las plantas si absorben alguna parte del líquido.
“Con un poco caudal bajando por los ríos, un suelo compactado por el ganado y una baja capacidad de retención de humedad, era inevitable que Paz de Ariporo no fuera afectado por la sequía. Es más, todos los años presenta sequía, pero por la suma de otros factores en lo corrido del 2014 la tragedia fue monumental”, recalcó Nieto Escalante.
PECADO 4: Ojo a las petroleras
La Orinoquía colombiana es una “mina de oro” para la industria petrolera. Sin embargo, las profundas perforaciones para obtener el oro negro pueden haber afectado un recurso del que nadie casi habla: el agua subterránea.
Aunque no se conoce a ciencia cierta qué cantidad de agua hay bajo los suelos del Casanare, ni de Paz de Ariporo, las actividades de exploración y explotación de hidrocarburos requieren de un caudal permanente para su funcionamiento, lo cual genera que la capacidad de reserva de los acuíferos que pueden abarcar varios municipios: así se ve diezmada ante las reducción de las fuentes aportantes del preciado líquido que proviene de la cordillera oriental.
“El país está en la obligación de controlar el volumen de agua que se requiere para el normal funcionamiento de las actividades productivas, evaluando los caudales concesionados y monitoreando el verdadero consumo que tienen nuestras cuencas, no solo del Casanare, sino de todo el territorio nacional”, recordó el director del IGAC.
PECADO 5: Suelos poco atractivos
Los cultivos agrícolas en Casanare y Paz de Ariporo parecen un espejismo, ya que poco se ven. La razón es la calidad de los suelos, que en su mayoría son ácidos, arenosos, con baja fertilidad y con una capa orgánica delgada.
Además, según el estudio de suelos general del IGAC 2012, estas tierras de la Orinoquía están clasificadas como bien drenadas, lo cual no es bueno en esta época de sequía, ya que significa que no hay fuentes de agua cercanas.
En tan sólo el 7 por ciento de Paz de Ariporo (96.343 hectáreas), los campesinos han realizado un aprovechamiento desmesurado de los recursos naturales para cultivos (sobreutilización).
¿Cuál es el panorama del suelo del Casanare?
El departamento del Casanare cuenta con 4.438.134 hectáreas, de las cuales, según estudios del IGAC, el 44 por ciento presenta algún conflicto de uso en sus suelos (1.952.778 hectáreas), relacionados con la subutilización o sobreutilización.
Al igual que en Paz de Ariporo, el problema que más aqueja a los suelos del Casanare es la subutilización de las tierras (en 32 por ciento de todo su territorio), debido a que los campesinos y habitantes les han dado un uso poco apto relacionado con la capacidad que ofrecen, es decir optaron por dedicarse a la cría del ganado.
Los otros municipios que más padecen este fenómeno son Hato Corozal con 252.794 hectáreas, San Luis de Palenque con 144.206 y Yopal con 112.520.
Todo lo contrario ocurre en el 12 por ciento del Casanare, en donde se sobrepasa la capacidad natural productiva por el aprovechamiento intenso de los recursos naturales (sobreutilización de los suelos). Los municipios más sobreutilizados en el Casanare son Paz de Ariporo, Tauramena y Trinidad.
Las áreas para la producción agrícola, ganadera y explotación de recursos naturales suman 3.115.867 hectáreas, que corresponden al 70 por ciento del departamento.
“El 48 por ciento del Casanare presenta suelos sin conflictos de uso, lo cual no es un buen indicador, ya que en la otra mitad del departamento se ven afectados los suelos y los recursos naturales. Se deben tomar acciones inmediatas para que el departamento haga un mejor uso de sus tierras, sin afectar la producción”, puntualizó el director del IGAC.