La yuca nutrida con el hongo puede crecer tan fuerte como si recibiera fertilizantes artificiales. El microorganismo también protege a la planta de contraer enfermedades propias del suelo.
En la Orinoquia investigadores de la Universidad Nacional encontraron que es posible reemplazar los fertilizantes artificiales por hongos en los cultivos de yuca, uno de los productos que no falta en la canasta familiar colombiana.
El proyecto es financiado por el programa de ciencia y tecnología del Gobierno Suizo y está dirigido a encontrar alternativas naturales para reemplazar los fertilizantes sintéticos. Hoy los investigadores de la Unal tienen ensayos del cultivo en una finca del Casanare de 1.200 hectáreas y otros cultivos de menor extensión en otros departamentos.
El protagonista de este proceso es el Glomeromycota, un hongo antiguo que crece en los suelos agrícolas y que jugó un papel fundamental en el proceso de cambio que tuvo la Tierra cuando pasó de ser un sistema acuático a uno terrestre.
Estos hongos son inoculados, es decir, se introducen al cultivo de yuca, o se ponen junto a la planta en la semilla o en el suelo para que esta pueda extraer los nutrientes del hongo que hace las veces del fertilizante artificial, lo que hace crecer el cultivo más vigoroso.
La idea del proyecto es que tanto la planta como el hongo resulten beneficiados con el proceso. Mientras la yuca recibe los nutrientes del microorganismo, su compañero se queda con el carbono que necesita para vivir y que le proporciona el cultivo.
Según Alia Rodríguez, profesora de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional y participante del proyecto, con las pruebas realizadas hasta el momento se ha encontrado que los cultivos de yuca crecen como si tuvieran el fertilizante artificial cuando se aplica el hongo, que de paso protege a la planta de contraer enfermedades del suelo.
Aunque los fertilizantes son importantes para abastecer la demanda mundial de alimentos, es claro que tienen efectos negativos sobre el medio ambiente. Rodríguez explica que una de las secuelas se produce cuando los residuos del fertilizante son arrastrados por las lluvias hasta las aguas subterráneas y de allí hasta lagunas y lagos, donde enriquecen plantas acuáticas que van secando estos cuerpos de agua hasta dejarlos sin oxígeno.
Otro problema, es que los fertilizantes elaborados con fósforo requieren combustibles fósiles como el petróleo para su fabricación, un proceso en el cual se genera gases que contaminan la atmósfera. A esto se suma que los costos son elevados porque varía acorde con el precio del petróleo. Se estima que con los hongos se puede reducir hasta en un 30% el costo de la producción de yuca en la Orinoquia.
Según la investigadora, otra de las desventajas de los fertilizantes es que tienen una efectividad agronómica solo hasta del 30%, por lo cual hay que aplicar más dosis para lograr el efecto deseado, lo que genera impactos sobre el suelo. Esto sin contar que las reservas de fósforo se podrían acabar en 60 años, una carencia que exige la creación de otras alternativas para alimentar las plantas.
Aunque para Rodríguez es claro que lo malo no son los fertilizantes sino el uso y el abuso que se ha hecho con estos compuestos químicos, es importante generar opciones diferentes para impulsar la producción sostenible a partir de elementos como los hongos, que viven de forma natural en el suelo.