Por Agencia UN
Después de garantizar su bienestar, la Unidad de Rescate y Rehabilitación de Animales Silvestres (Urras) de la UN las liberará en un parque natural del Casanare en los próximos días.
La Urras recibe animales que han sido extraídos de su hábitat y los rehabilita para poderlos reintegrar a su ambiente natural. Así sucedió con estas ocho loras que, tras sufrir la crueldad del maltrato y la comercialización, por fin serán s.
La doctora Claudia Brieva, directora de la Urras, asegura que muchos animales que llegan a la unidad han sido entregados por sus dueños de manera voluntaria, pues se cansan de tenerlos o no saben tratar sus enfermedades.
Un peligroso comercio
La comercialización de estas aves es ilegal en Colombia. Sin embargo, en diferentes plazas y carreteras del país es posible encontrarlas disponibles para la venta, pues generalmente son robadas de sus nidos y criadas manualmente para venderlas en el mercado.
Igualmente, la tenencia y comercialización de loras ha diezmado su población en Colombia. De modo que, si esta práctica continúa como hasta ahora, podría llegar a representar un peligro crítico para esta especie en el futuro: “Al ser robadas, muchas loras mueren porque no se adecúan al cambio. De esos pichoncitos que sacan de los nidos, un gran número se muere y los que sobreviven son vendidos a lo largo del país”, afirma la doctora Brieva.
La distribución de loras en el país es amplia. Se pueden encontrar en algunas zonas de la Costa Atlántica, en el Amazonas, en los Llanos Orientales y en el Magdalena Medio, entre otras. Sin embargo, cuando llegan a la Urras, es difícil establecer su procedencia porque el tráfico de animales no permite reconocer su origen.
De vuelta a casa
En la Urras, todos los animales pasan por diferentes etapas orientadas a asegurar su bienestar. Al entrar se les practica un examen médico para valorar sus condiciones: si están enfermos, se busca un tratamiento adecuado; si están sanos, pasan a un periodo de cuarentena de un mes para saber que no están incubando ninguna enfermedad.
Al terminar el periodo de cuarentena, comienza uno de los procesos más complicados de la rehabilitación animal: el de interacción con otros animales. “Para las loras, ser presentadas a otras resulta un paso muy difícil porque generalmente están acostumbradas a vivir en un domicilio; pero al llegar acá muchas no quieren comer fruta porque están acostumbradas al chocolate o a las comidas caseras. Incluso, algunas no saben comunicarse entre sí”, explica la profesora.
Para superar las barreras de alimentación y comunicación, las loritas son puestas en encierro bajo condiciones similares a las que afrontarán fuera de cautiverio: tienen árboles, tierra y un riego que simula lluvia. Allí encuentren pareja, pues se busca su reproducción. Al formar parejas —pues las loras generalmente son monógamas—, constituyen el grupo que será liberado. Dentro de este existen dos parejas del mismo sexo.
Los especialistas también tuvieron que examinar sus alas, pues, en el momento de ser capturadas, les cortaron las plumas de la punta, lo que, por la falta de costumbre, les debilitó el pectoral, según lo precisa Brieva: “El tiempo para que les vuelvan a salir las plumas de las alas es de por lo menos seis meses y, además, es necesario que entrenen el vuelo nuevamente para recuperar fuerza en el pectoral”.
Por otra parte, los procedimientos técnicos y científicos ya les fueron practicados. Se esperan los resultados de las pruebas de ADN que determinen su origen para poderlas liberar en el Casanare, de lo contrario, tendrán que separarlas.
Por último, les practicarán unas pruebas de virus, para descartar influenza o virus de New Castle, y podrán ser s nuevamente. La espera será corta y las expectativas por los resultados de ADN están puestos en esa región, pues lo ideal es que permanezcan juntas. “Creemos que estas loras son de los llanos, por su color, pero no podemos estar 100% seguros y, por eso, les practicamos la prueba. Al lugar donde llegarán no hay loras por culpa de la tala y la cacería. Vamos a repoblar esa zona, que están regenerando y arborizando, con fauna de ese sector”, afirma la directora de la Urras.