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Nueva herramienta para valorar predios aplica el IGAC

Nueva herramienta para valorar predios aplica el IGAC
Con una sumatoria de características como relieve, pendiente, humedad, temperatura y textura, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi le puede dar el valor potencial a un suelo, es decir la verdadera capacidad productiva de las tierras.

Esta aplicación técnica, denominada áreas homogéneas de tierras, cosiste en una descripción de factores agronómicos, topográficos y climáticos de un espacio de la superficie terrestre a escala 1:25.000, es decir semidetallada, a los cuales se les califica numéricamente para establecer su realidad.

Para dar un dictamen sobre cada predio, el IGAC primero establece en una fórmula la clase agrológica, la unidad climática, el grado de la pendiente y las limitaciones encontradas, tales como pedegrosidad, afloramientos rocosos y fenómenos como remoción en masa.

Luego de sumar cada una de las variables, el resultado final es un número que va de 0 a 100. Entre mayor es la cifra, la capacidad productiva es mucho mejor: por ejemplo entre 85 y 100 es u terreno excelente, mientras que menor a 11 es un suelo improductivo, es decir con menor valor potencial.

Estas áreas homogéneas son ampliamente conocidas en el mundo del catastro, ya que son la principal herramienta para establecer el avalúo catastral de un predio, tanto rural como urbano.

Sin embargo sus bondades van mucho más allá del catastro, ya que debido a su grado de detalle son de gran utilidad para ordenar y orientar el mejor uso del territorio colombiano, en proyectos relacionados como ordenamiento de cuencas hidrográficas, gestión de riesgo, restitución de tierras y capacidad productiva.

Por esta razón, actualmente el IGAC, en cabeza de su Subdirección de Agrología, se encuentra realizando una serie de capacitaciones al personal de las 22 direcciones territoriales, con el fin de que entiendan los beneficios de las áreas homogéneas y las apliquen en su diario laboral.

Las primeras territoriales que recibieron esta capacitación fueron Meta (que cubre todos los departamentos de la Orinoquia), Risaralda y Caldas; la siguiente en pasar el tablero será Nariño, a mediados del mes de mayo.

Según Deyanohora Cárdenas, coordinadora del grupo de áreas homogéneas de tierras del IGAC, no solo el personal del Instituto debe conocer esta aplicación, sino todas las entidades encargadas de planificar el territorio.

“Cuando se inundó la Sabana de Bogotá, las autoridades se dieron cuenta que autorizaron construir en terrenos que no contaban con las características para tal fin, ya que sus suelos contaban con indicios y colores que correspondían a tierras húmedas, que hacen parte del río Bogotá. Si hubieran conocido de esta herramienta la problemática habría sido menor”.

Cárdenas apuntó que el IGAC ya tiene cubierto casi todo el país con áreas homogéneas de tierras (solo faltan unos municipios en Antioquia), razón por la cual el Instituto empezará a difundirlas con las Alcaldías Municipales.

5 pasos de las áreas homogéneas

Esta herramienta consta de cinco pasos. Primero, el IGAC revisa los insumos de cada terreno, es decir estudios de suelos, mapas, leyendas, datos de laboratorio, fotos, y balances de clima e hídricos.

La segunda fase en el cálculo del valor potencial con base en la información recolectada, es decir definir las condiciones agronómicas (textura, fertilidad, y drenaje), climáticas (humedad y temperatura ambiental), y las del relieve (rangos de pendientes).

En profundidad se analiza el nivel freático, las arcillas, rocas y arenas. Los mejores terrenos son las más profundas, ya que tienen mejores condiciones para que se establezcan las raíces.

En drenaje se interpretan los colores del suelo. Por ejemplo, si son de color gris quiere decir que no tiene un buen drenaje, lo cual los convierte en terrenos vulnerables a inundarse, como pasó en la Sabana de Bogotá.

En fertilidad entran al juego factores como pH, saturación y porcentaje de elementos como carbono, fósforo y potasio.

En este paso también se establecen las limitantes del terreno que le resta al valor potencial, como fragmentos, gravillas, encharcamientos, pedegrosidad, remoción en masa, y las tres clases de erosión (ligera, moderada y severa).

Luego el IGAC realiza la delimitación del área dependiendo del valor potencial, para así iniciar la etapa de ajuste y elaboración del mapa y la leyenda.

Finalmente se hace una comprobación en campo para que la información sea mucho más precisa.


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