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El país empeñado

El país empeñado
Por Oscar Medina Gómez*

Y su sueño dorado se hizo realidad: fue reelegido presidente de la República de Colombia. Muy en contra de los 7 millones que votaron por Oscar Iván Zuluaga. Y de los 8 millones que lo hicieron no por él, sino contra Álvaro Uribe Vélez.

Para Juan Manuel Santos Calderón encarar la presidencia le significará más dolorosos que gozosos. No solo por la evidente polarización política en que está sumido el país - que de entrada le causará una peligrosa ingobernabilidad, falta de credibilidad e irrespeto en amplísimos sectores de la población- sino por los interminables pactos y componendas que hizo con los más inverosímiles sectores políticos, con tal de lograr el triunfo. Vendió su alma al diablo. El desprestigiado alcalde de Bogotá Gustavo Petro y sus desteñidos progresistas, son apenas un botón de muestra.

Sobre el manoseado asunto de la paz -heraldo electorero en el que no creo- que por supuesto fue clave para su reelección, el presidente tendrá que demostrar que no son ciertos los temores que albergan millones de ciudadanos. En esencia la gente espera que las conversaciones y acuerdos en La Habana no se cierren con el moño de la impunidad y falta de castigo ejemplar para los jefes farianos, responsables de decenas de miles de delitos atroces y de millones de víctimas.

Niños, mujeres, hombres, blancos, negros, indígenas, pobres, ricos, gordos, flacos han caído bajo la garras de una bestia negra que se autodenomina FARC.

Si hace respetar su palabra -cosa que dudo al cien- Santos debe cumplir lo que dijo en toda la campaña: que esos rumores y temores no son ciertos. Y que la firma de los acuerdos de paz contemplará penas y sometimientos duros. No tanto para los combatientes rasos sino para los cabecillas y jefes. Entiéndase alias Timochenko, Márquez, Granda, Paris, Gómez, Ramírez, entre otros.

Verlos barriendo y recogiendo hojas en los parques, o sirviendo de guías turísticos y haciendo de policías cívicos en las ciudades, sería una patada en el corazón. En el alma de la nación colombiana que reclama justicia y castigo para los verdugos de la Patria.

No obstante, por lo poco que se ha conocido de los “ultra secretos” diálogos de La Habana, los colombianos veremos a esos mismos alias ocupando embajadas, ministerios, alcaldías y gobernaciones. Todo en gracia del componente de participación política de los acuerdos. La paz -dice el presidente- aguanta todo.

En el plano nacional ya se avecina la rapiña degradante de esos que se hacen llamar “adalides de la democracia” y a quienes el reelecto presidente buscó para que lo ayudaran a ganar. César Gaviria -con Simón incluido-, Petro, Benedetti, Cristo, Parodi, Clara López, David Luna, Iván Cepeda, Piedad Córdoba, Ángela Robledo, el Partido Liberal, los conservadores, la U, Cambio Radical y un larguísimo etcétera le pasarán cuenta de cobro a Santos. Le van a sacar los ojos.

No alcanzarán los contratos, los ministerios, las embajadas, los consulados, los “altos comisionados”, las direcciones y gerencias de organismos descentralizados para tantos politiqueros vendedores de mentiras. Les aseguro que hasta Antanas Mockus y Antonio Navarro comerán de ese festín.

Ahora, la ingobernabilidad de Santos no corre meramente por cuenta de aquellos que lo apoyan y de quienes lo detestan. En el Congreso, el ex presidente Uribe Vélez suma de entrada 21 senadores y 20 Representantes a la Cámara paridos por el Centro Democrático. Un templado músculo político que frenará todas las iniciativas legislativas que salgan del Palacio de Nariño, o que sean impulsadas por los congresistas que están con el presidente. Y que lo obligarán a sentarse a negociar. Y eso sin contar con otros partidos que esperan su tajada, so pena de torcerse. Es el caso del Partido Verde de Peñalosa.

Reformas urgentes que reclama la ciudadanía -como al sistema de salud, la calidad de la educación, a la justicia y un nuevo régimen tributario- y que en los primeros 4 años santistas se hundieron, serán muy difíciles, si tomamos en cuenta la altísima oposición congresional que tendrá el presidente.

En el panorama departamental, fue vergonzoso lo que hicieron nuestros criollos “líderes” 4 días antes de las elecciones del 15 de junio. Comandados por Jorge Prieto, y con la excusa de la paz de los fusiles, se juntaron para la foto Camilo Abril Tarache, Sonia Bernal, Alirio Guzmán, Rodrigo Chaparro, Diego Humberto López y otros especímenes, pidiendo de por dios el voto por Santos. O si no Colombia se hundiría en la guerra.

Resultó que el pedido de los pacifistas oportunistas no caló en los casanareños. Zuluaga alcanzó 106 mil votos y Santos 25 mil. Fueron 81 mil papeletas que aplastaron groseramente al presidente y dejaron muy mal parados a los políticos locales.

Y eso que se escucharon frases para enmarcar, como aquella de que “Santos ha hecho mucho por Casanare” espetada por la ilustre diputada Bernal. Le recuerdo señora honorable que en sus cuatro años de gobierno el presidente vino al departamento una sola vez. Y en campaña se escondió. No dio la cara. Sencillo: el delito lo acobardó. Fue él el gran mentor y responsable del raponazo a las regalías petroleras.

Por eso es entendible deducir que si Santos traicionó a los casanareños hace 4 años -cuando ganó sobrado con el 75 por ciento de los votos uribistas- con más razón lo hará esta vez cuando fue humillado. El presidente se la va a cobrar a Casanare. Sus promesas de ejes viales y castillos en el aire, le valen huevo.

Indudable también que en Casanare el gran triunfador -aparte de Zuluaga- fue José Rodolfo “el negro” Pérez. Con su frentero apoyo al candidato uribista, se enfrentó a toda la desacreditada y mohosa maquinaria electorera de los pacifistas oportunistas, dándoles una muenda infernal. Consolida su cacicazgo político departamental, que lo llevó a ganar las pasadas elecciones a la Cámara. La astucia del negro se resume en que “con cara ganaba él y con sello perdían los demás”.

Presidente: no creo en sus prédicas por la paz. En pago a su reelección usted la firmará con los grupos en armas al margen de la ley. Usted tiene razón cuando con altivez dice: “esta no es la paz de Juan Manuel Santos…” Básico: es la paz del terrorismo arropado por la impunidad de su gobierno. Digo yo.

*Periodista




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