Por: Oscar Medina Gómez

Luego de la presión del Representante Simón Gaviria -quien desde el 9 de agosto le había enviado una carta- Jaime Jaramillo Matiz, Director Administrativo de la Cámara se vio obligado a decir la verdad: de 195 armas de fuego a cargo de la Cámara -150 pistolas 9 milímetros y 45 subametralladoras- 36 están perdidas. Y él, Jaramillo, no tiene ni idea de su paradero. Y eso que está en ese cargo desde hace 14 meses.

Lo verdaderamente angustioso no es solo que ni Jaramillo ni nadie sepan con certeza en manos de qué honorables personajes están las pistolas y las subametralladoras. Más aterrorizador aun es desconocer qué fin real le están dando a esas armas. Esto nos debe preocupar y angustiar a todos los ciudadanos de bien. Que somos más, mucho más que los 268 congresistas de este país.

Me preocupa y da miedo el que justamente esas pistolas 9 milímetros Smith & Wesson modelo 5906, y esas subametralladoras estén en manos de ellos. De los honorables Representantes y Senadores. Personajes negros que precisamente no han descollado en la vida nacional por sus admirables proyectos y ejecutorias, sino por ser protagonistas de hechos de corrupción y barbarie contra los colombianos. Los casos abundan. Históricamente la vergüenza de patria por causa de los congresistas ya no cabe en los titulares de prensa. La reseña que escribo está en desorden. ¡Bah! Qué más da. Eso no importa. Todos apuntan a lo mismo: corrupción y barbarie de la peor.

Armando Pomarico y Saud Castro, director administrativo y presidente de la Cámara condenados por corruptos a comienzos de 2000; Yidis Medina y Teodolindo Avendaño, condenados por vender su voto en la reelección de Alvaro Uribe Vélez. Los hermanos Samuel e Iván Moreno y Germán Olano por sus torcidos con el mafioso grupo Nule. El senador Hugo Escobar Sierra por el caso Dragacol, escándalo muy sonado en el 2000. Y en el actual cuatrienio legislativo licitaciones dudosas por 72 mil millones para alquilar camionetas 4x4 blindadas en el senado y despilfarros exorbitantes con los vehículos oficiales en la Cámara.

Casos escabrosos, dignos del más bajo mundo criminal como el del senador Carlos Alberto Oviedo Alfaro, condenado por el asesinato de un comerciante en Armenia y Alberto Santofimio Botero, condenado por ser el determinador en el asesinato de Luis Carlos Galán Sarmiento;

Y si de parapoliticos encarcelados y condenados se trata el tema es jugoso y miedoso: Juan Carlos Martínez, Eleonora Pineda, Rocio Arias, Erick Morris, Dieb Maloof, Mario Uribe, Jorge Caballero, Muriel Benito Rebollo, Mauricio Pimiento, Juan Manuel López Cabrales, Oscar Leonidas Wilchez Carreño, Ángel Pérez Suárez –hermano de José Rodolfo el negro Pérez, actual Representante por Casanare-, Álvaro García Romero, Hernando Molina , Alfonso Campo, Ciro Ramírez, Humberto Builes, Luis Humberto Gómez Gallo, Luis Carlos Ordosgoitia, Jorge Castro, de la Espriella, Luis Eduardo Vives, Luis Ignacio Vives, Nancy Patricia Gutiérrez, Reginaldo Montes. Uff ¡ Todos barones electorales, especialistas en comprar conciencias y degradar al pueblo. Y al país.

De nuestros honorables casanareños se sabe que Oscar Leonidas Wilchez Carreño -quien paga hoy cárcel por paramilitarismo- tiene a su haber 2 pistolas que a la fecha no ha devuelto al Congreso. Y que José Rodolfo el negro Pérez también pidió 2 nueve milímetros para su defensa personal. Pregunto: ¿a qué y a quiénes le temen? ¿acaso al pueblo que los eligió? ¿no es vergonzoso y descarado que quienes justamente posan de incorruptibles paladines de la justicia se escuden en pistolas y subametralladoras, y en la violencia que las armas producen, aduciendo temor por sus vidas? ¿no les alcanza el multimillonario sueldo que devengan al año -432 millones en los 6 meses que medio legislan, para comprar su armanento? ¿no les alcanzan los otros 25 millones mensuales que manejan a su antojo en sus Unidades de Trabajo Legislativo para pagar asesores? ¿no se llenan con los servicios médicos en las mejores clínicas, tiquetes aéreos, hoteles y restaurantes de lujo, francachelas y derroches de que hacen gala los honorables congresistas? Todo, por supuesto, a cargo del bolsillo de nosotros, los millones de colombianos honestos que sí podemos dar la cara sin que en la calle nos señalen con el dedo acusador.

Es paradójico que nuestros honorables padres de la patria con su rapaz mano negra vestida de guante blanco, los mismos que mensualmente reciben cerca de 36 millones de pesos por sesionar apenas 3 días a la semana durante 6 meses (con el mínimo actual para ganar esa plata el colombiano del común tendría que trabajar todos los días 5 años de su vida) tengan que recurrir a las armas dizque para su seguridad personal y poder legislar. ¡Bellacos descarados!

El Congreso de la República da asco. Es una letrina horrorosa y nauseabunda donde van a parar los peores. Su desprestigio es tal que solo supera en popularidad a las FARC. Todos sabemos que allí se mueven los más oscuros intereses, donde la máxima es “el fin justifica los medios”. En esa cueva de mafiosos a veces algunos honorables posan de héroes justicieros y salen a denunciar a sus pares. Asumo que por malas repartijas. Pero, a pesar de sus prontuarios delictivos y criminales, seguimos eligiendo a los mismos. Este país no tiene memoria. Tiene es complicidad con sus verdugos. ¡Carajo!

Un recorderis: aunque el caso está en apelación, hace apenas unas semanas un fallo de la Procuraduría inhabilitó y destituyó a Jaime Jaramillo Matiz por irregularidades en la contratación de un multimillonario negocio de 12 mil millones de pesos para la modernización del Salón Elíptico.

Nuestro Congreso es la exaltación máxima de la democracia de los corruptos y los violentos al poder. Armados hasta los dientes. Con 9 milímetros y subametralladoras. Para que puedan delinquir sin problemas. Como lo dicta la mafia. Unidos. Como debe ser. Digo yo.

**Periodista – Especialista en Gobierno Municipal y Gestión Pública
Pontificia Universidad Javeriana