Por Oscar Medina Gómez
Inevitable hablar de la cosa política. Estamos a 6 meses de ir a las urnas –domingo 30 de marzo de 2014- para elegir Representantes a la Cámara y Senadores de la república. Esos hps –Honorables Parlamentarios- que de acuerdo con todas las encuestas y sondeos serios que regularmente hacen las más influyentes firmas de opinión en Colombia, siempre están en el último lugar del escarnio, Disputándose el primer puesto del repudio, menosprecio e impopularidad con los grupos terroristas. Llámense FARC, ELN, paramilitares. Lo que sea. Total todos le han causado y le siguen haciendo mucho daño a los colombianos.
Bien merecido tienen ese deshonor nuestros bandidos “padres de la patria”. Obviamente esa cosecha de oprobio no es gratuita. Razones de fondo hay mil para que el Congreso de la Republica –el máximo órgano legislativo del país- esté hundido desde hace muchos años en un profundo y nauseabundo lodazal de la ignominia. Empezando por los inmerecidos multimillonarios sueldos que mensualmente devengan sus miembros.
Incluida la onerosa carga prestacional a que tienen derecho, haciendo cuentas redondas un congresista recibe, de entrada, cerca de 33 millones de pesos de sueldo. A eso súmenle otros 26 millones que tienen a sus anchas para manipular, destinados en el papel a pagar asesores en las llamadas Unidades de Trabajo Legislativo, UTL. Digo en el papel porque en la práctica una buena tajada de esa plata va a parar a los bolsillos de los Representantes y Senadores.
Ocurre que en virtud de previos acuerdos verbales, el asesor -que figura ganándose ya sean 4, 6 o 9 millones- le entrega por lo menos la mitad del dinero a su contratante. Entiéndase al congresista. Esas son las reglas del juego. Claro: esta práctica es ilegal. Pero las autoridades la toleran. Se hacen la que nada saben. Además nadie demanda. La necesidad de trabajo es la que manda la parada. Debo decir, eso sí, que algunos parlamentarios no lo recurren a esta tramposa manera de ganarse la plata. Pero les aseguro que me sobran los dedos de las manos para contar a los honestos.
Pero el grueso del billete que reciben los congresistas no proviene ni del sueldo ni de las UTLs. Por supuesto que no. Eso es para los dulces. El gran billete llega vía contratación estatal. De toda índole. Carreteras, puentes, hospitales, escuelas, electrificaciones, planes de agua, etc. Recursos que logran canalizar para sus regiones, cuando se aprueban los proyectos de ley y las partidas presupuestales. Los proyectos de ley - ya de origen parlamentario o gubernamental- son votados de acuerdo a como les convenga. Si ya han cuadrado con el presidente, sus ministros o el personaje del caso, pues los votan positivamente, Si no, los niegan.
Luego, los alcaldes y gobernadores – mal llamados ordenadores del gasto, porque deberían llamarse es despilfarradores del gasto público- reparten esas partidas con los honorables padres de la patria. Tantos centenares de millones para ti, tantos para mí. Y las miserias para el pueblo. Es una especie de comilona. De festín, de orgía de lo público, donde el beneficio y mejor calidad de vida de la gente es lo último que importa.
Además de enriquecerse de una forma descarada, sumados los días reales que los congresistas legislan al año –son dos legislaturas: una arranca a mediados de marzo y la otra cada 20 de julio- tenemos que no suman 95 días. De los cuales el ausentismo es aberrante. Llegan a Bogotá los miércoles y los viernes están subidos en el primer vuelo, rumbo a sus casas de placer en sus departamentos. Apenas asisten a las plenarias, comisiones y debates que les interesa. A lo que conviene a sus intereses personales.
Sin duda razones sobran para que al consultar la opinión de la gente del común, el fastidio y toda suerte de insultos e improperios contra los congresistas afloren. Ellos juran y se creen que están por encima del bien y del mal. En las esferas celestiales. Viven convencidos que son dioses vecinos del mismísimo Jesucristo, al mando de mundanales terrestres.
Mientras millones de colombianos llevan del bulto y luchan a brazo partido para sobrevivir, nuestros congresistas tienen viajes en avión en primera clase por el país y por el mundo, hoteles de lujo, vehículos blindados último modelo, clínicas privadas, seguridad personal, festines donde los ríos de whisky y champaña corren desbordados, mujeres y otros vicios sin límite. Toda suerte de prebendas, beneficios y excesos a costillas del pueblo, para apenas 268 tipos y tipas se sigan robando el erario.
Robo que tiene de ñapa la inmunidad parlamentaria y la protección que constitucionalmente se les da a estos personajes. Así se den escamoteos y se presenten iniciativas para quitarles esa coraza de la impunidad, lo cierto es que ellos tienen patente de corso para delinquir. Por eso cometen cuanta suerte de corrupción, actos bajos y delitos contra la Patria y sus ciudadanos.
Con todo y eso, no es sino que se dé la largada para reelegir y elegir a esta manada de sinvergüenzas. En Casanare y en el país veremos a hordas de gentes apoyando a estos canallas. A esos rufianes que matan los sueños de la gente. Así somos. Digo yo.
Editorial Noticiero CASANARE AL DÍA 6 – 8 A.M. Manantial Estéreo 107.7 FM