Por Oscar Medina Gómez*
Se quedó corto. Al inventario le faltó más carne. Por ejemplo, la agudización del abandono estatal con las regiones que antes de la Constitución del 91 llamaban eufemísticamente Territorios Nacionales. Departamentos como Casanare, Arauca. Vichada, Caquetá, Guanía, Leticia, Putumayo, no vieron en el gobierno Santos inversiones para el desarrollo. Muéstrenme un solo kilómetro de nuevas vías –menos de las mentadas dobles calzadas 4G- en esa más de media Colombia.
Casanare -que por culpa del salvaje raponazo de las regalías petroleras en 2012, se vio dramáticamente afectado- registra ahora altísimos índices de desempleo, informalidad laboral, deficiencia en coberturas de servicios básicos y agua potable, vivienda y educación. Inseguridad ciudadana desbordada, un comercio quebrado, prostitución y mil males más. Y La Guajira…nuestra paradisiaca Guajira sólo es hermosa para los turistas que van allí a divertirse y pasarla bueno. La realidad es otra: Vayan y pregúntenle a los nativos y a miles de madres de familia cuántos niños siguen muriendo de hambre y sed. O indaguen sobre cuántos negocios han quebrado en Riohacha. O revisen cuantos ciudadanos son víctimas de la extorsión y el secuestro.
Por eso no mintió en una sola palabra ni en uno solo de sus enunciados Ernesto Macías, el Presidente del Congreso, con su patriótico discurso en la toma de posesión del Presidente Iván Duque. Dijo la elemental verdad que millones de colombianos sabemos: que el expresidente Juan Manuel Santos se fue dejando un país desvertebrado en todas las áreas. Lo institucional –falta de autoridad y resquebrajamiento del Estado-, lo social, lo económico y lo político son hoy un desastre.
Por cuenta de su sucio e impune pacto de paz con los terroristas de las FARC –que ahora posan de “honorables congresistas”- la violencia se ha desbordado. Ese cuentico de que Santos repite con insistencia de que su paz es lo mejor que le ha pasado al país en muchas décadas es pura y física mentira. ¡Como todo en él!
O es que, como le dijo Macías, son mentira los centenares de crímenes contra líderes comunales. O el terror que sabandijas como alias “guacho” –miembro activo de las FARC- están sembrando en el sur del país y el norte del Ecuador, secuestrando, extorsionando, robando a quien se les dé la gana. O las 210 mil hectáreas de hoja de coca que tenemos y la producción en los últimos años de 921 toneladas métricas de cocaína es carreta. Gracias a Santos y las FARC, recuperamos el “honroso” primer puesto mundial en producir perico ¡Lo dice la misma ONU! Aquí el Presidente Duque tiene que tenerlas bien puestas. Tomar medidas radicales. Por ejemplo: no continuar con el también sucio e impune proceso de paz con el ELN. Y remover de pies a cabeza la cúpula militar en ejército, policía, fuerza aérea y marina.
Guillotinar a los generalotes y coroneles que se arrodillaron a Santos y los terroristas, deshonrando el honor militar, dejando a merced de los bandoleros a millones de ciudadanos.
¿Es acaso mentira también que Santos entregó un país en bancarrota? ¡Claro que no! Tenemos una asfixiante deuda pública de 441 billones de pesos –el 47% del PIB (todo lo que produce un país al año en bienes, servicios y fuerza laboral). El déficit fiscal se acerca a los 12 billones. Hay comprometidos, durante los próximos 15 años, 130 billones dizque para poner a andar el pacto de paz con las FARC. El drama lo aguantan, lo padecen al tiempo, 140 hospitales y centros médicos públicos de baja y alta complejidad, que por culpa de los 11 billones de pesos de déficit fiscal que suman, están en alto riesgo financiero. ¡Pueden desaparecer! A diario, miles de gentes pobres ruegan, suplican para que les atiendan el parto, el cáncer, la diabetes, la insuficiencia cardiovascular, la neumonía, las lesiones graves por un accidente de tránsito, las cuchilladas por un atraco o una riña familiar…
En el sector agropecuario Santos también se “lució”. Cifras del DANE –y eso que maquilladas- cuentan que en el último cuatrienio de su gobierno los recursos públicos invertidos en tan clave sector productivo, disminuyeron en un 33%.
Sobre la invasión de desplazados venezolanos –por cuenta del drama humanitario que la sarta de narcocriminales encabezada por Nicolás Maduro ha parido- Duque recibe un serio problema social, de seguridad, orden público y de salud. Durante 7 años Santos le dijo al mundo que su “nuevo mejor amigo” era Maduro. Su silencio ante la dictadura fue cómplice. Cerró la boca ante la protección que en Venezuela se le da a los terroristas de las FARC y el ELN. Apenas, de hace un año para acá -y con un claro tinte politiquero en época de elecciones- Santos intentó hablar duro contra Maduro. Pero, como en el cuento del pastorcito mentiroso, nadie le creyó.
Con los más de 2 millones de venecos que hoy meten miedo en todas nuestros pueblos y ciudades, el presidente Duque tienen que amarrarse los pantalones.
Nunca -en las muchas posesiones presidenciales que he visto y oído- experimenté al tiempo un triple sentimiento espiritual: la felicidad por la salida de Santos por la puerta de atrás. ¡Por la cocina! La alegría por la llegada renovadora del Presidente Iván Duque. Y la rabia al escuchar el legado delictivo de Santos, cuando Ernesto Macías lo denunció ante el mundo. Cuando puso la basura en su lugar. ¡El presidente más impopular y repugnante en la vida republicana de Colombia!
La verdad, aunque sea dolorosa y asqueante, es la verdad. Hay que asumirla. Y no perderla de norte. Contradigo y fustigo a los mamertos que querían los consabidos discursos floridos e hipócritas de “...aunque con dificultades todo está bien, gracias al presidente saliente por sus esfuerzos, el país le debe su aporte a la paz…” No es así.
Ocultar esa verdad del ruin y traicionero gobierno santista sería, eso sí, cómplice, perverso, peligroso y hasta criminal.
Al presidente Ivan Duque le toca ser firme y sin dilaciones en su actuar. Tiene enormes retos por delante. Los millones de colombianos honestos que realmente construye país, esperan que los asuma con nobleza e inteligencia. Pero a la vez con mucha firmeza. Con autoridad. Sin titubeos. ¡De la mano vendrá el desarrollo!
Su gabinete es joven, dinámico, con mujeres y hombres frescos y preparados que quieren trabajar por la patria.
Iván Duque –igual que el expresidente Álvaro Uribe Vélez- sabe que el país nacional –que no el país politiquero, corrupto y cómplice, arrodillado a Santos- lo respalda. ¡Vamos Presidente!
Digo yo.
*Periodista