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De Frente - La espada sexual

De Frente - La espada sexual
Por Oscar Medina Gómez*

La Corte Suprema de Pensilvania pone de nuevo en evidencia la naturaleza criminal, animalesca y brutal de muchos sacerdotes de la iglesia católica. Quienes, en nombre de dios y protegidos por rezos, hostias y sotanas, violan, depredan y torturan sexualmente a centenares de niños en todo el mundo. Destruyendo no sólo sus cuerpos sino sus sueños.

Un documento de más de 300 páginas ha revelado que durante casi siete décadas, en Harrisburg, Pensilvania, más de mil niños y niñas fueron objeto de brutales, asquerosos y humillantes vejámenes sexuales por parte de cerca de 300 sacerdotes católicos. Los detalles revelados a la prensa producen vómitos.

Al tiempo que eso sucedía, en la silla de San Pedro en Roma se sentaron los Papas Juan 23, Pablo Sexto, Juan Pablo Primero, Juan Pablo 2 y Benedicto 16. Todos en su diario vivir con lujos inimaginables, sirvientes las 24 horas, ostentosidad y comodidades exuberantes. Prácticas contrarias a la humildad, caridad, servicio al prójimo y bondad que pregonó Jesucristo en la tierra.

Tímidamente el actual Papa Francisco ha tratado de contener un poco a los salvajes violadores disfrazados con albas, estolas y sotanas. Cree que con decir “siento vergüenza y dolor por lo de Pensilvania” ya cumplió. Que eso es suficiente para las víctimas y sus familias. Destitución, degradación fulminante de todos los curas y jerarcas católicos que han cometido crímenes y abusos sexuales, y colaboración sin cortapisas con la justicia ordinaria es lo que espera la opinión pública mundial. No sermones y arrepentimientos trasnochados de “su santidad”. O, algo peor: la absolución cómplice que con frecuencia les decreta la justicia canónica.

Lo de Pensilvania se suma a bien conocidos y repugnantes casos en Australia, Chile, México, Colombia, Estados Unidos, Polonia, Argentina, Brasil, Bélgica, Portugal, Italia, Irlanda, Holanda, Austria, Canadá, Alemania, Francia…todo el mapa mundial donde la iglesia católica hace presencia.

Con frecuencia lee uno que la iglesia católica y el cristianismo cada día están en retroceso. Que otras creencias religiosas como el islamismo, el judaísmo y el protestantismo le están quitando seguidores por miles cada mes. Esto viene ocurriendo desde hace décadas. Si nos atenemos a, por ejemplo, los estudios que hace el Centro de Investigaciones Pew -con sede en Washington y que entre otros asuntos analiza y mide tendencias y actitudes de la población mundial- la fe religiosa que más crece anualmente es el islamismo.

Entre el 2010 y el 2050 el cristianismo reducirá su crecimiento en cifra superior a los 60 millones de creyentes. Esa estampida millonaria de almas será causada por cambio a otra religión, por frustración y sentimientos de engaño o por ateísmo. En contraste, la comunidad musulmana orbital copará más terreno, proyectándose que para mediados del siglo XXI crecerá un 73 por ciento, igualando al cristianismo.

Es obvio que esto suceda: los fieles están asqueados y desencantados de los representantes de cristo en la tierra. Esos que violan a cuanto monaguillo encuentran. Esos que bajo sus sotanas esconden una sexual espada abusadora que, sin piedad ni temor al infierno con el que amenazan en los púlpitos, clavan en los cuerpos inocentes de miles de angelitos en la tierra.

¿Cómo creerle a esos sacerdotes y a una religión claramente responsables de tan execrables delitos contra la humanidad? Curas pederastas que siguen pavoneándose tranquilamente con una biblia bajo el brazo, oficiando misas y dizque “predicando la palabra del señor salvadora de almas”. Mientras lo hacen, con seguridad se ríen de sus víctimas.

Los sacerdotes Mario Castrillón y Roberto Antonio Cadavid, dos oscuros personajes acusados de pederastia en la Arquidiócesis de Medellín, son ejemplos claros de impunidad o de castigos a medias contra los violadores sexuales. El primero, no obstante haber sido condenado por los jueces de la república, sigue posando de guía espiritual y echando cantaletas en la Parroquia San Juan Apóstol de Medellín. El segundo se escapó al Condado de Brooklyn. Nueva York, donde ejerce el sacerdocio sin ningún problema. En esto suena mucho el nombre de Monseñor Ricardo Tobón, Arzobispo de Medellín, de quien se sospecha fue quien lo recomendó y ayudó a instalarse en los Estados Unidos.

La Fiscalía, en estos y más casos, voltea la mirada. Deja que los bandidos sexuales de la iglesia católica sigan haciendo de las suyas. La ley de los hombres no actúa y castiga. Primero debe hacerlo la “ley divina” que predica el catolicismo, con sus normas y preceptos de impunidad. Adivinen… ¡Exacto! los violadores llegan a viejos y barrigones, muriendo felizmente. Y las víctimas también se envejecen con su dolor a cuestas.

Respeto las creencias religiosas. Así no comparta lo que pregonan. Lo que no acepto es la pasividad, tolerancia y complicidad con que la justicia terrenal, deja pasar estos delitos y atrocidades.

Si sometieran a un plebiscito a la opinión pública mundial, donde le preguntaran, por ejemplo, si está de acuerdo con la hoguera para los curas violadores, pederastas abusadores de niños, la respuesta seria abrumadora por el Sí. Fuego purificador para esas almas diabólicas. Como en los tiempos medievales. Digo yo.

*Periodista


La sección de OPINIÓN es un espacio generado por Editorialistas y no refleja o compromete el pensamiento, ni la opinión de www.prensalibrecasanare.com


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