Por Oscar Medina Gómez*

No hay nada que les guste más a los “socialistas”, a los “izquierdistas” luchadores y defensores de la verdad, la igualdad, la moral y la honestidad que el dinero fácil. Vivir de gorra del Estado. Comer, beber y gozar de lo lindo, pero sin hacer el más mínimo esfuerzo.

Eso es lo que acaba de quedar en evidencia con la revelación de un asqueroso y mafiosos video donde aparece el excandidato presidencial y Senador de la República Gustavo Petro, recibiendo a manotadas y con los ojos desorbitados, sendos bloques de dinero por parte del contratista Juan Carlos Montes.

Este adinerado exguerrillero -colega de Petro en la terrorista bandola M19-, fue a su vez miembro del gabinete del exalcalde de Bogotá en la Unidad de Contratación Vial. Él fue protagonista central en la contratación por 12 mil millones de pesos, de la máquina “tapahuecos”, que jamás funcionó. Gracias a su “lucha de clases” Montes es hoy un poderoso contratista en toda la costa norte colombiana. ¡Oh milagro del socialismo!

El video fue presentado por la senadora del Centro Democrático Paloma Valencia, durante un debate que se le hacía al Fiscal General de la Nación Néstor Humberto Martínez, por su evidente conflicto de intereses –antes de hacerse elegir como Fiscal- en la monumental corrupción de la multinacional Odebrecht, compañía brasilera que repartiendo generosas coimas se ganó multimillonarias licitaciones públicas en toda Latinoamérica. Caso en el que está pendiente la investigación y condena al expresidente Juan Manuel Santos, claramente untado de ese dinero sucio.

Que el video pretendía desviar la atención pública por el debate de control político contra el Fiscal, es cierto. Que lo logró, también. Pero no menos cierto, indignante y escabroso para el país es el contenido de ese documento visual. Minutos después de que se conociera, con su cinismo acostumbrado Petro se apresuró a decir que esa plata se la había dado Simón Vélez -reconocido arquitecto manizalita, aplaudido mundialmente por el uso que le da a la guadua en la construcción de edificios y obras similares- a través de Juan Carlos Montes. ¿Quién dijo miedo? A las horas, en un comunicado, Vélez desmintió a Petro, diciéndole que mentía.

En su desespero, Petro dijo también que no eran cientos de millones sino 25. Y que eso fue hace 13 años cuando era Representante a la Cámara, para el sostenimiento de su movimiento político. Pero el abogado penalista Abelardo de la Espriella, dice otra cosa. La plata no fue entregada en 2005 sino en 2009 para la consulta interna del Polo Democrático, cuando fue derrotado Carlos Gaviria. El aportante: el narcotraficante Daniel alias “el loco Barrera”. Por eso, de la Espriella lo tiene demandado penalmente por los delitos de lavado de activos, enriquecimiento ilícito y concierto para delinquir.

Que el líder de la Colombia Humana esté metido hasta la coronilla en este lodazal putrefacto no es asunto menor. Recordemos que como Representante a la Cámara y como Senador, batiendo las banderas del Polo Democrático Alternativo, Petro fue la vedette. Se catapultó al estrellato nacional de la política como defensor y guarda incólume de la moral, la ética, la honestidad y los recursos públicos. Se rasgaba las vestidura con grandilocuentes intervenciones, señalando a la derecha colombiana como la gran prostituta babilónica corrupta. La culpable de todos los males de la Patria. En razón de su popularidad, fue candidato presidencial dos veces.

Aunque sin pruebas contundentes, alzaba con vehemencia su voz y blandía su dedo acusador. Para él todos los políticos y gobernantes eran -y son- mafiosos y corruptos. Menos él. Pero el paso del tiempo se las está cobrando. Recordemos sonados escándalos por los que está seriamente investigado, y sancionado por la Procuraduría y la Contraloría cuando fue alcalde de Bogotá. Ciudad a la que, literalmente, arraso. La atrasó en su desarrolló varias décadas.

La inútil máquina tapahuecos, la adjudicación de multimillonarios contratos a dedo a parientes, amigotes y personajes de su entorno familiar -como es el caso de su concuñado Carlos Alberto Gutiérrez, involucrado en la monumental corrupción del exalcalde Samuel Moreno-, la contratación y compra sobrevalorada de camiones recolectores y barredores de basuras, la venta y recompra descarada de acciones de la TGI, Transportadora de Gas Internacional -donde como alcalde vendió barato y compró caro-, son hechos oscuros que hablan por sí solos de quién es Gustavo Petro. Uno el que posa de honesto ante la opinión pública. Otro, el real. El que depreda vorazmente lo público.

Al posesionarse como alcalde juró que no permitiría que se robaran un solo peso. Que denunciaría a los corruptos. Que los metería a la cárcel. Nada de eso cumplió: sencillamente porque él era parte de esas bandolas. ¡Elemental!

Cuando se repasa el video de Petro guardando los pesados fajos de dinero en una bolsa plástica negra, a uno se le vienen a la mente las tenebrosas juntas de mafiosos sicilianos, colombianos, japoneses, rusos o mexicanos, en sus repartijas del botín.

Y cuando se observa a Petro mirando ese video, se ve a un “honorable” y vergonzante hombrecito. Silencioso y hundido en su sillón senatorial. Angustiado, con miedo, sin saber qué hacer. ¡Su cara dubitativa y de estupor, refleja con desespero un “trágame tierra”!

Polo Democrático Alternativo, Colombia Humana, Lista de la Decencia, Colombia Justa y Libre, Alianza Verde … todos se hacen llamar sociales, de izquierda. Pero sus líderes –que no sus votantes inocentones- son apenas pastorcillos mentirosillos y corruptos disfrazados de pueblo. Ese pueblo al que les fascina engañar y robar para ellos poder vivir como reyes. Con brillantez los definió Henry David Thoreau: “el socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia y al enriquecimiento fácil. Su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”.

¡Bah! Digo yo.

*Periodista


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