Desde luego que son corruptas. Porque la corrupción está metida en la piel, los huesos, la sangre, los genes y el alma de los seres humanos. Viola sexos, edades, razas, religiones, títulos nobiliarios y profesiones. Pero, eso sí, ellas son menos ratas que los hombres. Al parecer, en general cuando llega el momento de robar –sobre todo los recursos públicos- son más miedosas de la justicia humana y más temerosas de la divina.
Esto hace pensar que por eso cada día en el mundo las mujeres siguen ganando más espacios, cargos y posiciones de poder, mando y dinero. La gente reflexiona “…bueno: elijamos a zutana o mengana porque ella robará más poquito”. ¡El mal menor! Claro, lo anterior sumado por supuesto a las capacidades femeninas de liderazgo, el constante y creciente número de mujeres que se preparan académicamente y una férrea competencia para no quedarse atrás de los hombres. Hoy día los discursos de género e inclusión sexual en el hasta hace apenas unas décadas impenetrable “intocable” círculo masculino, ha venido calando hondo.
Ahora, si dudan que en el ejercicio político ellas también roban a montones, para refrescar la memoria estos son unos pocos ejemplos de féminas rateras. De manos y uñas largas. María Izquierdo, exsenadora liberal que dentro del sonado Proceso 8 mil fue condenada a 5 años de prisión por enriquecimiento ilícito al recibir dinero a manos llenas del Cartel de Cali. Uña y mugre de muchos de los actuales protagonistas de la política en Casanare.
Aida Merlano, exsenadora conservadora quien el pasado 1 de octubre se fugó en un cantinflesco episodio. Está condenada a 15 años de prisión por concierto para delinquir agravado, corrupción al elector y tenencia de armas de fuego.
Park Geun-Hye, fue destituida fulminantemente como presidenta de Corea del Norte. Los delitos: corrupción y tráfico de influencias. En Brasil ocurrió algo parecido con la presidenta Dilma Rousseff. Fue echada del cargo por el Congreso acusada de tolerar y participar de la corrupción en la estatal Petrobras. En España la muy monárquica infanta Cristina de Borbón sigue envuelta en un tremendo guiso de corrupción fiscal. Le tapaba yodo a su marido Iñaki Urdangarin. Y así…hay más sonados casos.
Escribo este entremés femenino porque de las 11 butacas que tiene la Asamblea Departamental de Casanare, cuatro serán ocupadas por mujeres. De Cambio Radical llegan las concejalas Rudy Esmeralda Bohórquez Peña del municipio de Villanueva y Blanca Lilia Vargas Buitrago de Tauramena. De Pore, ganó la liberal Lady Patricia Bohórquez Cuevas. Y por ASI, en Monterrey, asumirá Zoraida Barreto Arias.
Con poderoso 37 % dominado por mujeres, desde el 1 de enero de 2020 ellas tienen en sus manos, en sus corazones y en sus mentes la responsabilidad de empezar a darle una mejor cara a una Asamblea Departamental que por décadas ha tenido fama de cueva de ladrones. De aposento de malhechores perfumados que, bajo un disfraz de “honorables” miembros, no son más que negociantes del poder y los recursos públicos. Personajes que lamen los zapatos del gobernador de turno a cambio de la contratación triangulada que el mandatario les da. Así ocurre en todo el país, ante la mirada muchas veces cómplice de unos organismos inoperantes conocidos como “ias”: procuraduría, contraloría y fiscalía.
En el nuevo cartel de diputados (as) también hay nuevas caras masculinas: Franklin Patiño Achagua, de Cambio Radical, conocido por su labor en las juntas comunales de Trinidad. Los concejales Luis Alejandro López Ríos, de Paz de Ariporo, por el Polo Democrático Alternativo y Heyder Alexander Silva García, de Yopal, del Partido Alianza Verde. Y Víctor Hugo Tamayo Urrea, de Yopal, del Partido de la U, un popular veedor ciudadano en el sector salud.
Un exdiputado que repite es Carlos Freddy Mejía Rivera, quien fue resucitado políticamente por Amanda Rocío González, actual senadora del Centro Democrático. Lo mismo el liberal Olfan Bocanegra Monroy, que fue diputado en el gobierno del exgobernador Marco Tulio Ruiz. Finalmente está York Cortés Peña, personaje que siempre ha caminado y chupando rueda a la sombra de Ruiz.
Remarco con las mujeres: por el bien del departamento tienen que aprovechar esa posición histórica de mando y control político que han logrado. Pero no para negociar contratación y prebendas con el gobernador en beneficio de ellas. Claro que no. Es para, por ejemplo, promover y sacar adelantes iniciativas que mejoren las condiciones de vida de miles de mujeres –de todas las edades y en todos los sectores- que siguen abandonadas y desprotegidas por los gobiernos.
A ver si Rudy Esmeralda, Blanca Lilia, Leidy Patricia y Zoraida marcan la diferencia y se respetan así mismas, a sus electores, a los casanareños y a las mujeres colombianas. Y se dejan tentar poquito del demonio de la corrupción. Sí, poquito. Ellas saben que es difícil mantenerse inmaculadas y virginales a la tentación de untarse de estiércol del diablo. Como a toda costa lo quiere hacer creer al país Claudia Nayibe López Hernández, recién electa alcaldesa de Bogotá. Ellas saben que tengo la razón. Digo yo.
*Periodista