Señor Presidente: más muertos que el Coronavirus Covid 19 produce el hambre. Eso lo saben los gobernantes y lo padece la humanidad hace siglos. Más, cuando la sucia y nauseabunda corrupción es su progenitora.
Sumados todos, en países tercermundistas como el nuestro cada instante mueren de hambre miles de personas. En regiones como la Guajira, Nariño, Chocó, Norte de Santander, Amazonas, Vichada, Antioquia, Arauca, Cesar, Córdoba, Putumayo, Valle del Cauca, Cesar, Cauca…en todo el territorio patrio, es una verdad de apuño que decenas de miles de familias aguantan hambre y sed. Padecimiento que más la carencia de servicios públicos, saneamiento básico y atención en salud las convierte en presa fácil para morirse. Lo sabemos: se guarecen del sol, el viento, la noche y el frio en latas, plásticos y cartones. Bajo armatostes mal anclados a pisos de tierra y barro.
Señor Presidente: no espere a que como consecuencia del encierro obligatorio a que estamos sometidos hoy millones de colombianos -como medida para evitar que el Covid19 se propague desenfrenadamente-, empiecen a verse en ciudades y poblados hordas de hambriento en busca de comida. Asaltando y tumbando con palos, piedras y todo tipo de fierros las puertas de grandes cadenas de supermercados y de medianas y pequeñas tiendas de barrio. Ante la mirada impotente de la policía y del ejército cuyas familias también, muy seguramente, tengan hambre.
Claro: usted y su equipo de ministros, lo mismo que gobernadores y alcaldes, han venido actuando desde todos los frentes posibles. Gracias a donaciones y con recursos estatales repartiendo miles de mercados y alimentos básicos a los más pobres y vulnerables. Con flexibles acuerdos de pago y refinanciación de deudas a quienes están endeudados con los bancos. Con créditos rápidos y eficaces para los campesinos y productores agrícolas. Con llamados a que arrendadores y arrendatarios de viviendas, enormes complejos inmobiliarios y locales comerciales lleguen a entendimientos para el pago.
Con medidas legales para que millones de colombianos no sean despedidos por sus empleadores, ante el cierre y la parálisis de por lo menos el 90 por ciento del sector productivo de bienes y servicios. Con entrega de modestas sumas en efectivo a miles de mujeres y hombres cabeza de familia que sobreaguan en condiciones de grave pobreza. Con decretos que permiten que la producción, transporte y comercialización de alimentos de todo tipo, con destino a las grandes ciudades e infinidad de municipalidades, fluya y llegue a la gente. Con normas para evitar la especulación y sobrecostos criminales en los productos básicos de la canasta familiar. Con ayudas de elementos de bioseguridad a los que ni en sueños pueden adquirir un tapabocas, o un gel antiséptico, o unos guantes de latex. Con ayudas tecnológicas y de comunicaciones para que los estudiantes del sector público puedan recibir clases virtuales.
Señor Presidente, ocurre y pasa que son muchos millones de colombianos y colombianas los que todos los días obligatoriamente tienen que salir a rebuscarse lo del diario para poder llevar un pan y un café negro a sus miserables casuchas en las zonas de invasión donde habitan. Y así darles algo a sus hambrientos hijos. Son muchos millones los que no tienen un trabajo formal y subsisten de la venta, el rebusque, la informalidad y la astucia para poder medio echarse a la boca un trozo de carne dura o un medio sancochado caldo de papas con hueso poroso. Son, también, muchos millones los que “trabajan” robando. Sí: ese es su modo de producción. Los ladrones y “amigos de lo ajeno” también están llevando del arrume porque no hay clientes suficientes en las calles para ser asaltados.
Señor Presidente, son varios millones de colombianos los que están atrapados en la franja maldita llamada tecnocráticamente “clase media” (estrato 4 y 5). Esa que no recibe ninguna ayuda del Estado. Ni subsidios en servicios públicos, ni apoyos para comprar vivienda o adelantar estudios académicos, ni mucho menos mercados y alimentos o pago de atención en salud. Ahora, con el confinamiento obligatorio, pues están recurriendo a sus ahorros porque sus pequeñas y medianas empresas o sus fuentes de ingresos están cerradas. Esa gente no está recibiendo un dólar al mes.
Señor Presidente: usted sabe que todas esas ayudas que menciono arriba no podrá aguantarlas el gobierno por muchos meses. Si la pandemia del Coronavirus Covid19 se alarga y la ciencia médica no la puede combatir con efectividad, pues el encierro obligatorio de la gente también. Y por ende el bloqueo económico involuntario para millones y millones de colombianos. ¡Una deprimida y enferma economía de guerra, que llevará de ñapa el peso de miles de muertos por el contagio!
Señor Presidente: dentro del marco, al amparo, bajo la tutela de lo que llaman urgencia manifiesta, calamidad pública, emergencia sanitaria, estado de excepción nacional y demás calificativos para este tipo de eventos pandémicos, actúe usted sin temor. Y sí con mucha madera de estadista. Conviértase en el líder que, confieso, aun no veo. No le tema a las críticas y presiones de los multimillonarios ni a los poderosos magnates de los emporios económicos. Plánteseles duro y firme a los mal llamados “dueños del país”.
Señor Presidente: exija la solidaridad de todos los empleados y trabajadores del Estado, vinculados a la planta oficial o por contratos de servicios. Incluidos, por supuesto, los congresistas “honorables padres de la patria”. Estableciendo escalas salariales y porcentajes a deducir, decrete que todo aquel que devengue mensualmente más de 5 millones de pesos aporte un porcentaje de su sueldo, con destino a los pobres y miserables que tienen hambre y sed. Actúe igual para el sector privado. Busque la forma de que los bastantes miles de presidentes, gerentes, altos directivos y ejecutivos que hay en el país, donen todo o parte del sueldo de un mes para aliviar el hambre de los pobres. Eso, Señor Presidente, se puede lograr si usted se lo propone.
Señor Presidente: obligue a la Comisión Reguladora de Energía y Gas, CREG, al Ministerio de Hacienda, al de Minas y Energía, a la Superintendencia de Servicios Públicos, a las grandes generadoras y comercializadoras como ISA, CODENSA, EPM, EPSA, EMGESA, etc., mejor dicho a quien le toque obligar, a que no le cobre a los colombianos el servicio de luz eléctrica desde el día 25 de marzo pasado, cuando empezó el confinamiento obligatorio, hasta cuando se levante esa medida y la población pueda volver a trabajar. Esos pagos, -y usted sabe que se puede-, los debe asumir el Estado colombiano vía alcaldías y gobernaciones. Haga lo mismo, proceda igual con las compañías que prestan servicios de agua, alcantarillado, recolección de basuras y gas. ¡Es que, si la gente no tiene para comer, menos para pagar recibos de servicios públicos!
Señor Presidente: solicite a las multinacionales y compañías dueñas de la venta de servicios de internet, televisión por cable y de telefonía móvil que también aporten algo al pueblo. Que, por ejemplo, a partir del inicio de la cuarentena obligatoria cobren solamente la mitad de las tarifas y planes pactados con los usuarios. Esos tres servicios –que por ley deberían decretarse básicos y públicos- se constituyen hoy en vías clave para que la gente se comunique, trabaje desde casa y tenga esparcimiento.
Señor Presidente: decrete que alcaldes, gobernadores, gerentes de hospitales y centros médicos, secretarios de gabinete, contratistas y cuanto bicho robe, sea corrupto amparándose con el disfraz del Coronavirus, vaya derechito a la cárcel. Sin pataleos ni consideración alguna. Son miles y miles de millones de pesos los que ha destinado su gobierno para las regiones. Los mismos mandatarios están poniendo cuantiosos recursos propios. Entonces, con la contratación directa y sin ningún tipo de licitaciones ni convocatorias públicas que permite la llamada Urgencia Manifiesta, son muchas toneladas de dinero las que se van a robar contratando la adquisición de equipos biomédicos, elementos de bioseguridad e insumos hospitalarios. El mismo Carlos Felipe Córdoba, Contralor General de la Republica, ya tocó las alarmas: a hoy, ningún municipio ni gobernación, ni ministerio ha reportado sobre el uso y destino que se le está dando a esos recursos.
Señor Presidente: los colombianos los respaldarán, por millones, si usted se amarra los pantalones en el puesto. Digo yo.
Ñapa: Al terminar de escribir esta larga columna, la cifra oficial en Colombia va en 32 muertos y 1406 contagiados. Dicen los expertos que lo peor está por venir. O si no, preguntémosle a los italianos, los españoles, los norteamericanos, los ecuatorianos, los alemanes, los iraníes, los británicos, los franceses o…los chinos…
Periodista*
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