Un día antes de la cuarentena, un alarmante caos se armó en Yopal (Casanare), cuando los ciudadanos decidieron salir con premura para alistarse a los 19 días de confinamiento obligatorio, lo que generó una impresionante aglomeración de personas en entidades públicas, bancos, supermercados, establecimientos comerciales, en un afán seguramente de abastecerse de todo lo necesario para tan inusual jornada, como si fuera el último apunte o celebración del famosísimo “Bicentenario de la Independencia”.
Lo curioso es que -como en los mejores cuentos de Macondo- el conglomerado social supuso o quiso creer que la amenaza del temido virus iniciaba al día siguiente, como si el Coronavirus se sometiera a actuar solo desde el inicio de la cuarentena -acatando también el Decreto de emergencia sanitaria- cuando realmente esa aglomeración de gente ese día previo, fue más que suficiente para que el virus se expandiera con ferocidad, en caso de que - Dios no lo quiera- estuviese rondando de turismo por ahí, en un estornudo, un roce físico o una determinada superficie de cualquier lugar.
La presencia del virus no se puede reducir al infortunado contagio de la secretaria de Salud de Yopal Ingrid Criollo Fonseca -a cargo de la irresponsabilidad del Alcalde de Popayán Juan Carlos López, quien recientemente había viajado a España y coincidió a escasos metros con la funcionaria, cuando se reunieron los Alcaldes con el Presidente Iván Duque en la Casa de Nariño para evaluar medidas sobre el Coronavirus- porque es totalmente absurdo suponer que ante la tremenda interacción de Casanare con la Ciudad de Bogotá de Bogotá -la más contaminada del País- la presencia del virus del Casanare se reduzca a unos cuantos casos, aún más cuando el fenómeno de migración se personas provenientes de Venezuela, nos somete a un riesgo aún mayor, porque la alarmante expansión del virus en ese País, se podría atribuir a su estrecho lazo económico y comercial con China.
Un interrogante es cómo los casanareños vamos a asumir esta cuarentena -inicialmente en Yopal el confinamiento ha sido del 90 por ciento y del 95 en el resto de los municipios- la casi segura ampliación de ésta y las medidas aún más drásticas que tomaría el Gobierno Nacional, en caso de no lograr el ansiado pico de la curva para posteriormente empezar descender -infectados y fallecidos- que es bastante posible cuando el Coronavirus se extiende como la pólvora, con el agravante de que si no logramos erradicarlo en el menor tiempo posible, este monstruo terminará por erradicarnos a nosotros!
En la última década, la sociedad casanareña ha sufrido una profunda transformación, cuando una reforma de Santos nos arrebató más del 80 por ciento de las regalías, que pasó de un movimiento imparable de bonanza -en donde cualquier inversión o negocio crecía como la espuma- a un ambiente de incertidumbre y desolación, en donde entramos ipso facto en una dolorosa recesión, las entidades públicas dejaron de ser el principal motor de la economía, los inversionistas en construcción abandonaron el Departamento, la actividad comercial se vino al piso -cientos de locales quedaron vacíos- y por primera vez en muchos años se disparó de manera alarmante el desempleo en Casanare.
En esas condiciones -que en parte incidió para que una reciente reforma constitucional nos devolviera al menos un porcentaje de las regalías- ha obligado a que la sociedad necesariamente se “reinvente”, buscando alternativas económicas con medianas y pequeñas iniciativas -incluido el turismo- pero lo más importante es que se ha entrado a revalorar el trabajo, a recibir un salario o pago aceptable -en el pasado casi nadie quería sueldos por debajo de los de las compañías petroleras- lo que de paso ha generado una formación de valores, una nueva cultura política -como ha sido la elección por opinión de Leonardo Puentes y Luis Eduardo Castro como alcaldes de Yopal- y además ha propiciado una revolucionaria cultura de conciencia ambiental, en donde se ha entrado a hacer seguimiento a los probables daños al ecosistema con la actividad petrolera, cuando antes los ambientalistas eran vistos como una “especie rara” que se oponían al progreso de la bonanza.
La capital departamental -y por supuesto el resto de Casanare- se apresta ahora a recibir esta pandemia mundial, que sin duda también va a contribuir en ese “cambio extremo social”, para conocernos y unirnos más, para reconstruir lazos de amistad y solidaridad, para terminar de una vez por todas con ese “guayabo” o “resaca” que nos dejó la borrachera de la bonanza, y el primer paso de ese cambio sin duda lo ha dado la secretaria de salud en Yopal Ingrid Criollo, quien con integridad y valentía no solo reconoció que padecía el Coronavirus, sino con responsabilidad social convocó a tomarse la prueba a todas las personas que directa o indirecta compartieron en las dos últimas semanas con ella, como también haciendo un llamado a todos los casanareños a luchar sin tregua contra la temida pandemia.
Ese llamado de Ingrid Criollo -quien proviene de una familia que es todo un ícono en el Departamento- toma aún más fuerza cuando el gerente del Hospital Regional de la Orinoquia, Ronald Roa, advirtió que la proyección estadística del Ministerio de Salud revela que en el Departamento se podrían infectar alrededor de 40 mil personas -un 10 por ciento de la población- y entre esas unas 8 mil van a requerir atención médica -lo que ha demandado el reto a este funcionario de diseñar una estrategia para enfrentar esta contingencia- que sin duda suma a Casanare en las víctimas de esta tragedia mundial, que amenaza con remover cada uno de los cimientos de la sociedad, deteniendo incluso el ritmo de los grandes conglomerados económicos, que incluso uno podría pensar que presionaron para que la que la cuarentena no se declarára antes en Colombia y el resto del mundo.
Un sinnúmero de personas me han llamado para expresar su inconformidad porque la Policía Nacional no ha permitido inicialmente el uso de la motocicleta en Yopal -sin duda de buena fe- dejando solo la opción de movilizarse en taxi o caminando, lo que a todas luces no tiene sentido porque el vehículo por excelencia en la Capital ha sido la moto, y sin ser experto en temas salubridad, me atrevo a decir este vehículo es mucho menos riesgoso que el taxi, que tiene un espacio extremadamente cerrado, donde el contagio es más factible porque se está a menos de dos metros del conductor -o viceversa- y el virus puede permanecer ante tanto pasajero que sube y se baja del mismo.
Coletilla: Aun así, es necesario advertir a mis estimados motociclistas de Yopal, que deben ser estrictos en la higiene de sus cascos, porque al toser o estornudar pueden contaminar el interior y estar aún más sujetos a enfermedades respiratorias -incluido el Coronavirus- por lo que se igualmente importante que el casco sea solo de uso personal y además tener la costumbre de usar guantes al manipular el mismo, como lo recomienda un reciente artículo del periódico El Nuevo Siglo.
* Cronista.