Por Oscar Medina Gómez
04 de julio de 1991: en pomposo acto celebrado en el Salón Elíptico del Congreso de la República en Bogotá, con el presidente Cesar Gaviria en primera fila, los constituyentes Álvaro Gómez, Horacio Serpa y Antonio Navarro promulgaron la aprobación de la nueva Constitución Política de Colombia.
El artículo 297 de la carta mayor ordenó la conversión de los viejos territorios nacionales y sus intendencias y comisarias en nuevos departamentos. Entre ellos Casanare.
Han pasado 22 años y también más de 12 billones de pesos -algo así como 12 mil millones de dólares- y la verdad verdadera es que el desarrollo de la región no ha marchado a la par con esas toneladas y toneladas de dinero que han llegado.
Los que quieren tapar el sol con un dedo dirán que Casanare tiene luz, carreteras, acueductos, alcantarillados, gas natural, escuelas. Eso, en parte, es cierto. Pero solo en parte. Porque hoy la realidad es distinta a la que pintan los políticos que se han devorado los recursos públicos del departamento.
Simple: no es sino darle una revisadita al pésimo estado de toda la red vial departamental, a la deficiente prestación del servicio eléctrico que brinda Enerca, a las decenas de acueductos impotables y centenares abandonados a su suerte, a las incontables escuelas y colegios públicos que operan en condiciones de vergüenza para nuestros niños, a los muchos municipios que carecen de alcantarillado óptimo. Y paro de contar porque no acabaría con este rosario de lamentos dolorosos.
Ha pasado que de ese monumental ponqué de 12 mil millones de dólares que ha recibido Casanare por regalías del petróleo, una gran tajada se la han robado los corruptos mandatarios y contratistas que han desfilado no solo por la gobernación sino por las alcaldías. Festín del que igualmente han participado contralores, procuradores y fiscales que dicen ser la salvaguarda de lo público.
En estas 2 últimas décadas la región ha sido doblegada por un cartel de bandidos y bandidas, de ladrones disfrazados de gobernantes que le venden su madre y el alma al diablo si es necesario, con tal de quedarse con lo ajeno. Es tan descarada esa orgía de la corruptela, que ha alcanzado para que los diputados y concejales muerdan buenos trozos. Hasta los ediles y miembros de las juntas de acción comunal han comido.
Esta fecha no es entonces para echar voladores ni destapar champaña, ni celebrar nada. Más bien es para repensar nuestro presente y estructurar mejor el futuro. Podríamos estar mejor. Muchísimo mejor en desarrollo y productividad. Pero las garras sucias y negras de la corrupción lo han impedido. Digo yo.
Editorial Noticiero Casanare al Día 6 – 8 A.M. en la Emisora Manantial Estéreo 107.7 FM