Por: Oscar Medina Gómez **
Terroristas de grupos armados, atracadores y cuchilleros callejeros, malhechores en los parques, bandoleros sonrientes por las calles mofándose de sus delitos, ladrones del “paquete chileno” y el fleteo en las entidades bancarias, torturadores de seres humanos, secuestradores de casanareños buenos, desaparecedores de personas, negociantes de niñas y niños para prostituirlos, proxenetas con su negocio esparcido en varios barrios de Yopal, violadores de menores y de mayores de edad, indigentes espantosos y amenazantes en los semáforos…
Expresidiarios reincidentes, desmovilizados vueltos a la delincuencia, abusadores sexuales de niños y niñas, pervertidos, depravados, drogadictos, bazuqueros, marijuaneros, periqueros, homicidas de madres solteras, reducidores de partes de automóviles y motocicletas, vacunadores gota a gota a pequeños y medianos comerciantes, maleantes de caminos, abigeatos azotando pequeños finqueros, extorsionistas de comerciantes, boleteadores, vendedores de rifas piratas, ladrones rompiendo vidrios de autos para desvalijarlos, carteles de ladrones de medidores de agua y luz, ladrones reducidores de cableado eléctrico y tapas de alcantarillas, jíbaros en escuelas y colegios enviciando jóvenes, apartamenteros que se llevan hasta los recibos de los servicios públicos…
Si, coronel Narciso Martínez, Comandante departamental de la Policía Nacional en Casanare. A montones el crimen organizado -y desorganizado- y los forajidos de la peor laya y procedencia se tomaron Yopal y el departamento. Ante sus propios ojos, señor oficial, los bribones y facinerosos de la más peligrosa y sucia ralea tienen sitiada y aterrorizada sistemáticamente a la gente. Y también ante los de Omar Rodríguez, el capitán comandante de la ponal en Yopal.
No voy a voy a detallar casos puntuales. Además de los relatos de horror que a diario hace la gente por las emisoras de la forma que los depredadores la asaltan y asesinan, ustedes -coronel y capital- los deben conocer mejor que nadie. En Yopal, por ejemplo, supone uno que ustedes realizan a diario un monitoreo minucioso sobre lo que graban el más de medio centenar de cámaras de vigilancia instaladas en muchos cruces de vías y lugares concurridos de la capital casanareña. Supone uno.
Pero ocurre que esas cámaras están es de adorno. Según fuentes de la misma alcaldía de Yopal -en la secretaría de gobierno- un 80 por ciento de ellas están dañadas desde antes de empezar a regir la actual administración. Casi un año después, siguen ahí alardeando de lo que no hacen. No graban. No registran ni el paso de un tracto-mula o un elefante. Es decir, sirven para nada.
En el barrio El Remanso -duramente azotado por el crimen, la delincuencia, los viciosos y el bandolerismo- hace poco el alcalde Wilman Celemin, las autoridades de policía y dirigentes cívicos presentaron a la ciudadanía el programa Parques para la vida, en procura de unir esfuerzos para combatir con mayor eficacia a las escorias que nos flagelan. Eso está bien. La sola policía -está visto- no es capaz de contener esa inmensa ola de bandolerismo que vivimos. Es indispensable, perentorio que la ciudadanía se convierta en aliada incondicional y cómplice de las autoridades. De lo contrario seguiremos encimados.
Pero para poder enfrentar con más y mejores argumentos a los antisociales no basta con eso. Aquí le cabe su responsabilidad no solo a la empresa privada que tiene a su cargo el alumbrado público de la ciudad, sino a quien la contrata. A la alcaldía. Una ciudad a oscuras, con muchas de sus avenidas, calles, parques y canchas deportivas en la penumbra, pues es una ciudad donde sus habitantes son presa fácil para el hampa. Estos miserables bandoleros aprovechan la oscuridad para cometer toda suerte de fechorías. La policía lo sabe. Las estadísticas que la entidad maneja, hablan de que han perdido la vida decenas de ciudadanos.
Otra forma de hacerle frente a la delincuencia hasta reducirla a su mínima expresión es que denunciemos oportunamente cualquier actividad o movimiento sospechoso que detectemos. Claro: siempre y cuando las autoridades brinden las garantías debidas al denunciante, de tal forma que su valor civil no se le convierta en un tiquete a la muerte. Que no vaya a terminar asesinado por “sapo”. También juegan papel determinante en esto, gremios como el de los taxistas, los conductores de colectivos urbanos e intermunicipales, y los vigilantes de seguridad privada. Estas tres agrupaciones -dado su permanente contacto y movilidad social- serían de gran ayuda si se solidarizan con las autoridades para defender la capital y el departamento.
Coronel Narciso Martínez: que su paso por la comandancia departamental de policía en Casanare no se convierta en eso: en un paso liviano, ligero, insulso, vacio e ineficaz. Sí. Repito: por supuesto que usted y sus hombres solos no pueden. Pero le recuerdo que usted, que la policía, tiene el mandato constitucional de las armas. Hágalas valer. Hágalas respetar. No le de miedo.
Si seguimos así, con esta espeluznante inseguridad, pues nos llevó el mismísimo putas. Tras de que en la clase política que nos gobierna tenemos verdaderos carteles organizados de corruptos -llámense concejales, diputados, secretarios, alcaldes, gobernadores, congresistas- que devoran a dentelladas los recursos públicos, ahora nos llenamos de bandidos y terroristas de la calle. Tan peligrosos como quienes elegimos en las urnas. Digo yo.
**Periodista - Especialista en Gobierno Municipal y Gestión Pública
Pontificia Universidad Javeriana