Yopal trascendió a nivel nacional por el movimiento ciudadano que reclamó un de servicio de agua con calidad, continuidad y cantidad, a la altura de la capital del Departamento considerado uno de los más ricos de Colombia. Los jefes de redacción –algunos a regañadientes- incluyeron a Yopal en el panorama informativo del país.
Yopal quedó con ventanales de edificios públicos destruidos, con puertas rotas, con edificaciones averiadas, con un comercio que perdió las ventas de un día y de paso sufrió la lepra del vandalismo, por cuenta de algunos antisociales que no entendieron el objetivo del movimiento ciudadano.
Yopal quedo débil administrativamente, a nivel nacional sujeto a las determinaciones del Gobierno Nacional, dominados por el Estado Central y con la Empresa de Acueducto incluida a las malas en un Plan Departamental de Aguas, cuyo objeto es minimizar lo público.
Yopal quedo con desabastecimiento de combustible y víveres, con suspensión de actividades académicas, laborales y comerciales.
Pero sobre todo con la imagen deteriorada, de incapacidad, de corrupción, y con un atraso de por lo menos 50 años. Situación que empieza a hacer analizada con lupa por algunos inversionistas que dirigían la mirada hacia el floreciente y prometedor Yopal de hace un par de años.