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DE FRENTE - Pesadilla sin fin

DE FRENTE - Pesadilla sin fin
Por: Oscar Medina Gómez

Como una pesadilla de horror y padecimiento sin fin -al mejor estilo de Stephen King o de Howard Phillips Lovecraft- vuelve la inestabilidad gubernativa y administrativa a Casanare. Que no política porque esos bichos miserables -ante la mirada cómplice de contralores (as) departamentales- siguen haciendo de las suyas. Robándose a diestra y siniestra los dineros públicos. Presidentes de JAC, ediles, concejales, diputados, alcaldes, gobernadores, HPs (Honorables Representantes)…Todos, como animales carroñeros, asaltan demencialmente lo que no les pertenece. Con o sin gobernador titular. O me van a decir que cuando echaron a Emiro Sossa, William Pérez, Miguel Ángel Pérez o Raúl Flórez los bandidos dejaron de saquear las arcas públicas. ¡Sí, cómo no!

El pasado 4 de diciembre la Procuraduría General de la Nación, por conducto de la Procuradora Delegada para la Contratación Estatal, destituyó e inhabilitó por 14 años para ejercer cargos públicos al gobernador Nelson Ricardo Mariño Velandia. Los motivos condujeron a que el Ministerio Público dedujera que en el contrato con Comfacasanare para proporcionar los almuerzos a miles de estudiantes casanareños, con recursos de regalías petroleras Mariño incurrió en gravísimas faltas y obligaciones a la ley de contratación. La triangulación gobernación, Comfacasanare y una Unión Temporal causó sobrecostos y detrimento patrimonial por 1.200 millones de pesos. Según la Procuraduría el gobernador sabía que esto iba a ocurrir y siguió adelante con el contrato. (La Gobernación contrató a Comfacasanare por 17.894.885.400 y la Caja subcontrató a la Unión Temporal por $ 16.694.848.800).

Hace poco más de 2 meses escribí en una columna que a Nelson lo estaban velando sus propios secretarios, asesores y “amigos” inquebrantables. Aparte de los enemigos políticos que dejó en el camino que lo llevó a la gobernación -efrenes, chaparros, guzmanes, prietos- Mariño no quiso entender que estaba gobernando y durmiendo con otros enemigos. Al contrario. Los mantuvo en la cama y no fue capaz de echarlos de la casa. Finalmente le dieron el mazazo final. Simple: la apelación interpuesta por el gobernador será rechazada por la Sala Disciplinaria de la Procuraduría General de la Nación.

La mesa de la politiquería está servida otra vez. La orgía por la rapiña del poder abre su boca y sus piernas de nuevo. El bacanal del dinero del pueblo despliega sus garras y arranca su vergonzante y deshonrosa función. Al tiempo, el pueblo se consume lenta y eternamente en una gigantesca paila al rojo vivo. Anidada de olores putrefactos y apestosos de los corruptos politiqueros casanareños. Claro: en esa paila habitan igual las necesidades de la gente, que aumentan de forma acelerada: salud oportuna, viviendas dignas, carreteras en buen estado, seguridad ciudadana, educación de calidad.

Si nos atenemos al innegable respaldo y fervor popular del que goza Mariño, éste tendría todas las de ganar en el inminente trance electoral que viviremos a mediados del año entrante. Para los mariñistas pueda que ante los ojos de la ley el gobernador es culpable de lo que le acusan. Pero para ellos es inocente. Por eso sienten que injustamente les fue arrebatado un gobernante de sus entrañas. Que venía haciendo las cosas mejor que sus antecesores. Que por su origen humilde era uno más del pueblo que lo vio crecer. Que lloraba, reía y soñaba con ellos. Que por sus calidades humanas sentía y sabía lo que la gente quería. Por lo tanto esa masa humana está decidida a vengar en las urnas la afrenta y castigar a los que lo tumbaron.

Pero ¡cuidado! No basta con eso. El candidato (a) bendecido por Mariño debe generar la mínima resistencia de parte de sus eventuales electores. El tiene que saber escoger muy bien a quien le entrega sus banderas. El diablo es puerco, dicen. Si quiere seguir mandando, Nelson debe dejar el acelere y equivocarse lo menos. No pararle bolas a los consejos de los honorables. Decidir por sí mismo a quién designa como su posible sucesor.

Con excepción de Alirio Guzmán, esa persona tendrá que enfrentarse a unos personajes curtidos en muchos soles politiqueros y cocinados en hartas mazamorras electoreras. Jorge Prieto, Efrén Hernández y Rodrigo Chaparro no son ninguna perita en almíbar. Cada uno, a su estilo, tiene lo suyo. Saben donde está la bolita. En la contienda que perdieron -precisamente con Nelson- todos estuvieron parejos en votos, sacando por encima de los 20 mil. Lo mismo ocurrió con Guzmán que, con menos cancha, también sabe jugar.

Ciertamente al sacudir el cedazo unos quedan en la malla y otros se van al fondo de la vasija. Muchos perdieron y unos cuantos ganaron con la destitución del gobernador. El primer gran perdedor es el pueblo. Culpable o inocente, la salida de Mariño somete a la gente por enésima vez a la inestabilidad administrativa y a los vaivenes de los intereses de los corruptos. Pierde, claro, Nelson Mariño. Un hombre que se echó el afecto del pueblo al bolsillo y con gran esfuerzo ascendió por la escalera del poder. Pierde Comfacasanare, que ve seriamente lesionada su imagen empresarial, a sabiendas que en su dirección está un joven y emprendedor ejecutivo que ha conducido la Caja por caminos de progreso. Pierden los alcaldes de la coalición mariñista, encabezados por Wilman Celemín. Ellos verán seriamente mermado el decidido apoyo que estaban recibiendo para sacar adelante sus planes de desarrollo. ¿Y los ganadores? Bueno. Esos saldrán a relucir prontamente. No olviden que cuando se está hundiendo un barco, las ratas son las primeras en abandonarlo. Digo yo.

**Periodista - Especialista en Gobierno Municipal y Gestión Pública
Pontificia Universidad Javeriana


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