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DE FRENTE - UN TAL SANTOS

DE FRENTE - UN TAL SANTOS
Por: Oscar Medina Gómez **

En un par de columnas he manifestado mi arrepentimiento de haber votado por él. Y, obvio, mi frustración con el presidente que tenemos. Un tal Santos. No estoy equivocado. Los hechos -desnudos, visibles, afrentosos y vergonzantes- me dan la razón. Como se ha vuelto costumbre cada que aparecen publicados mis opiniones y puntos de vista, llegarán decenas de correos insultándome. Eso me agrada. Porque me leen. Genero pasiones. Más odios honestos que amores falaces. No paso inadvertido y estéril. No escribo para agradar a nadie. Para congraciarme con nadie. Para lamerle a nadie. Escribo lo que pienso. Punto.

Desde su aplicación -hace más de un año- la ley de regalías ha mostrado que fue hecha a la justa medida de un gobierno santista populista, que aplica la ley del embudo: lo ancho para él y lo angosto para el resto. El principio clave de esta reforma constitucional era distribuir mejor y más equitativamente los recursos provenientes de las regalías, cualquiera fuera su procedencia: carbón, petróleo, níquel, oro, etc. Con el san Benito de la corrupción -que es cierta pero no exclusiva de las regiones- Santos engatusó al país diciendo que ahora todo era de todos y que todas las regiones progresarían a la par. Mentira. Se atravesaron los Órganos Colegiados de Administración y Decisión (OCAD), monstruos politiqueros creados por la ley para entrabar la aprobación y ejecución de proyectos municipales y departamentales. Pregunto: ¿cuántos y de qué impacto zonal han sido presentados por nuestros gobernantes? ¿El DNP ha aprobado alguno para Casanare? ¿Hemos visto el cambio con la reforma?

Luego de dos años de mandato, las famosas cinco locomotoras de Juan Manuel para impulsar la economía nacional y estar a tono con los TLCs firmados con USA y la Unión Europea, siguen parqueadas. En veremos. Si se quiere un fracaso. La infraestructura en vías y puertos, la agricultura, la minería y la ciencia e innovación tecnológica pasan por momentos críticos. Medio se salva la vivienda.

Dice el Foro Económico Mundial que Colombia es el tercer país del continente con las peores vías, puertos y ferrocarriles. Solo nos “ganan” Bolivia y Guatemala. El puerto de Buenaventura -por donde entra y sale más del 55 por ciento de los productos que importamos y exportamos- no figura entre los 10 primeros de Latinoamérica. Esa ventaja incomparable de tener miles de kilómetros de costa en el pacífico y el Caribe, es despreciada groseramente por nuestros gobernantes. El sector agrícola ha crecido a un tímido 2.3 por ciento. Están pendientes por titular y restituir más de 700 mil hectáreas de tierra. La locomotora minera no arrana pese a las cifras oficiales que hablan de un crecimiento anual por encima del 12% del sector. Muchos proyectos mineros de alto impacto económico están parados en el Cesar, Guajira, Santander, Antioquia, Chocó.

La ciencia y la innovación tecnológica no pueden estar peor. Hasta secarse la lengua Santos cacareó que la reforma a las regalías destinaría un 10% de esos recursos a ese sector. Hoy no hay sino promesas. La locomotora de la vivienda es la que a veces echa humo. El ministro Vargas Lleras dice que ya se empezó a construir el millón de viviendas gratis que prometió el gobierno a los más miserables. Habrá que verlo. Si esto se logra Santos podría ser reelegido.

Otro rotundo fracaso santista fue la reforma a la justicia, que luego de aprobada corruptamente por los HPs (honorables parlamentarios, entre ellos los casanareños) tuvo que ser echada atrás por el presidente. Este escándalo ha sido el más grande descalabro político de Santos, superando al de la fracasada reforma a la educación.

Los diálogos de paz en Cuba con los terroristas farucos también han significado un traspiés. En mis varias décadas que tengo entre pecho y espalda, jamás he escuchado una silaba de honestidad por parte de esos bandoleros extorsionistas y narcotraficantes. Criminales asesinos de niños, mutiladores de sueños de gente buena. Por eso lo canto: el proceso se hundirá. Y con èl Santos.

Aunque no fue su culpa, a Santos le faltaron cojones para rechazar y no aceptar el fallo de La Haya. Los togados le entregaron casi 100 mil kilómetros de mar territorial del Caribe colombiano al tirano, alcohólico y analfabeta presidente nicaragüense Ortega. Santos debió jugársela al populismo. Decir no y listo. Se hubiera echado al bolsillo la popularidad que pierde cada día en caída . Al contrario, echó fue un discurso que nadie le entendimos. “Si acepto, pero voy a revisar”. Y contrató un bufete de abogados internacionales que diariamente nos cuestan más de 100 millones de pesos.

La reforma tributaria igual es otra perla en el rosario de fracasos de este presidente. La clase media -que realmente es la que sostiene al país- será duramente golpeada, al imponérsele tasas tributarias sobre sus ingresos que pendulan entre el 11 y el 16.5 por ciento. Un descaro si es aprobada. Su hundimiento sería una de las mejores noticias de este año.

Esta es mi apretada justificación de por qué me avergüenzo del presidente Santos. Un hombre que llegó donde está con ideas y propuestas prestadas. Las cuales traicionó apenas tomó posesión del cargo. Que no saldrá del lodazal de imagen negativa en que está hundido. Un presidente que no será reelegido por faltón, mentiroso y pusilánime. Digo yo.

**Periodista - Especialista en Gobierno Municipal y Gestión Pública
Pontificia Universidad Javeriana


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