Cuando se habla del Valle de Tenza o del Piedemonte Llanero, para muchos son lugares que sonaban lejanos, casi secretos. Territorios mágicos de ríos cristalinos, montañas reverdecidas y pueblos que aún conservan lo mejor de la tradición. Durante años, llegar hasta allí era casi tan difícil como encontrar un tesoro escondido.

Pero todo empezó a cambiar cuando la Transversal del Sisga abrió camino. Literalmente.

“Lo que impulso el turismo fue la vía, siempre nos hemos beneficiado gracias a la Transversal del Sisga, fue de gran apoyo para nosotros” manifiesta Hernán Salgado operador turístico de la región.

Y no es coincidencia. La vía le devolvió al turismo rural lo que más necesitaba: acceso. Hoy, lo que antes era un desvío eterno, es un recorrido fluido que conecta Cundinamarca, Boyacá y Casanare con un solo trazo. Desde el embalse de la Esmeralda hasta las reservas naturales en el Piedemonte, la gente está redescubriendo lo que siempre estuvo ahí, pero escondido tras el olvido.

Los números lo confirman:

•          En los tres últimos años, Macanal y Santa Maria se consolidaron como municipios turísticos de gran afluencia en Boyacá.

•          Se han creado cientos de nuevos emprendimientos turísticos, entre hotelería, glampings, caminatas naturales guiadas, deportes acuáticos en el embalse la Esmeralda y en el Rio Lengupá.

•          En municipios como Macanal, el turismo representa la principal fuente de ingreso para sus habitantes.

Pero más allá de las cifras, lo que está pasando es un renacer. Ni más ni menos.

“Por fortuna es un lugar que se está descubriendo, y que está tomando una dimensión que ni nosotros mismos sabemos a dónde va”, dice Armando Plata propietario de La Vista Eco hotel; y añade: “Macanal está en el mapa, el valle de Tenza está en el mapa y esta carretera lo hizo posible”.

Porque eso es lo que hace una vía en excelentes condiciones, no solo transporta gente, transporta desarrollo, dignidad y futuro.