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PALABRAS DEL PRESIDENTE SANTOS, EN EL IX CONGRESO INTERNACIONAL DE MINERÍA Y PETRÓLEO

PALABRAS DEL PRESIDENTE SANTOS, EN EL IX CONGRESO INTERNACIONAL DE MINERÍA Y PETRÓLEO
“Antes que nada, hoy quiero dejar muy en claro tres cosas:

Primero: el sector minero-energético responsable y sostenible es el principal financiador de la transformación que estamos teniendo en Colombia.

Ustedes son un sector crucial para este país. Tan solo el año pasado generaron el equivalente a UN TERCIO del recaudo.

Sin sus aportes, que alcanzaron los 31,7 billones de pesos –entre regalías, impuestos y dividendos–, nos quedaría imposible, imposible construir un país JUSTO, un país MODERNO Y un país SEGURO, que es lo que yo quiero y lo que quieren todos los colombianos.

Segundo: este Gobierno va a seguir trabajando para que el sector crezca; este Gobierno va a seguir respaldando al sector, porque valoramos su aporte, porque necesitamos sus recursos y la energía que producen y que se convierte además, en una de las prioridades para todo el mundo, en más empleo.

Eso sí, esto no lo haremos a cualquier precio. Como siempre he dicho, como ustedes lo entienden perfectamente, apoyamos la inversión minera y en hidrocarburos, siempre y cuando, como es obvio, sea legal y que cumpla con dos responsabilidades fundamentales: la responsabilidad social y la responsabilidad ambiental.

Es muy sencillo: queremos y respaldamos inversionistas que cumplan con los estándares.

Y aquí viene el tercer punto: NO se puede seguir generalizando por lo bajo –y hasta satanizando– la actividad minera y de hidrocarburos en este país, por cuenta de algunas malas experiencias.

¿Y por qué no? Porque existen tres tipos de minería: la empresarial, la artesanal y la criminal, y no podemos ‘meterlas a todas en la misma bolsa’.

Hemos sido y somos enemigos de las generalizaciones por una simple razón: le hacen daño al sector, le hacen daño al país. Nos impiden organizar la actividad y le hacen la vida más difícil a los que sí quieren trabajar bien.

Las explotaciones bien hechas transparentes y responsables cuentan y contarán con nuestro apoyo, con el apoyo del Gobierno.

En cambio, a las que pretenden saltarse las normas y estándares les aplicamos, como es obvio también, todo el rigor de la ley.

Ahora bien, quisiera profundizar más en estos temas.

Desde el día cero de nuestro gobierno entendimos a este sector como uno de los principales financiadores de nuestro desarrollo, y por eso lo incluimos en la lista de nuestras cinco locomotoras.

Construir una Colombia JUSTA, una Colombia MODERNA, una Colombia SEGURA cuesta, y cuesta mucho. Y necesitamos tener con qué hacer las enormes inversiones y con qué financiar las reformas que esto supone.

Y la industria minero-energética está a la altura de este reto. Ustedes son un socio indispensable para hacer este sueño posible.

No más en regalías, el sector de hidrocarburos nos dejó 8,5 billones de pesos el año pasado, un 55 por ciento más que en el año 2010.

Las regalías del sector minero, por su parte, llegaron a los 2 billones, un 65 por ciento más que en el año 2010.

Y esto es muy importante porque con las regalías construimos todos, y eso es importante que lo entienda el país, una mejor calidad de vida en las regiones del país por la forma como estamos distribuyendo esas regalías.

Así que, todos los que tienden a ver el “vaso medio vacío”, deberían recordar la cifra que mencioné al comienzo, que incluye regalías, impuestos y dividendos. La repito: ¡31,7 billones de pesos!

¿Qué podemos hacer con esos recursos? Muchísimo. Con esos casi 32 billones puede financiarse el 80 por ciento del presupuesto de inversión de este año para educación, transporte y salud, además de los numerosos programas sociales, como Familias en Acción o el programa de la Red Unidos.

Los logros en materia social que hemos obtenido en estos últimos dos años, Logros realmente importantes que han sido señalados como ejemplo para el mundo en la reducción de pobreza, por ejemplo, bajo un indicador redujimos en dos años 4.5 por ciento, bajo otro indicador 6.5 por ciento la pobreza en este país.

Eso se traduce en qué, en un millón 700 mil colombianos menos por debajo del umbral de la pobreza, son 700 mil colombianos menos en la pobreza extrema.

Pero algo más importante, por primera vez desde que se llevan las cifras la tendencia que llevaba la economía era una tendencia positiva, la economía crecía, pero ese crecimiento era un crecimiento desigual, un crecimiento que no era sano porque los ricos se volvían más ricos y los pobres se volvían más pobres. O sea que no era un crecimiento sostenible.

Nosotros nos propusimos romper esa tendencia y lo logramos, y redujimos la desigualdad del país en una proporción, en términos relativos, nunca antes vista. Somos el país que más ha reducido la pobreza en la región con Perú y el país que más ha reducido, con Ecuador, la desigualdad. Y eso no hubiese sido posible sino tenemos los recursos para los programas sociales.

Otro uso que podríamos hacer con esta plata, podríamos pagar –en sólo un año y medio– la totalidad de los 44 billones de pesos que nos cuesta la Cuarta Generación de Concesiones de Infraestructura, que va a ser la revolución en el país, que ya está en marcha.

Si el sector logró hacer aportes de esa dimensión es porque las cosas se están haciendo bien, del lado de ustedes y pienso que del lado nuestro. Esa es una que ahí está, que es innegable.

Y para probarlo, hagamos un corto inventario de cómo va la industria.

La producción está creciendo: Estamos produciendo 30 por ciento más de crudo y 12 por ciento más de gas, en lo que llevamos de gobierno. Un 20 por ciento más de carbón y un 24 por ciento más de oro, también entre 2010 y 2012.

Esto nos ganó la entrada al club de los 20 países que producen un millón de barriles diarios de petróleo, era una meta que nos habíamos impuesto y la hemos logrado.

La inversión se ha disparado: Estamos recibiendo OCHO VECES MÁS inversión extranjera directa que hace 10 años. El año pasado se invirtieron 8.400 millones de dólares en minería, gas e hidrocarburos.

Esto no sólo son más recursos; esto significa confianza en el país y en el sector.

Y las reservas están aumentando: El año pasado las reservas de petróleo aumentaron un 5,2 por ciento frente a 2011, llegando a casi 2.400 millones de barriles. Por eso hoy contamos con las reservas necesarias para unos 7 años, manteniendo los mismos niveles de producción.

Ahora, si bien este es un panorama muy positivo, aún nos falta y por eso estamos explorando más. Tanto así que el año pasado fue un año récord en la exploración de pozos.

Y para los que tengan dudas: sí hay gas, hay gas, y va a haber aún más gas en Colombia.

En el año 2012, después de dos años sin incrementos, las reservas crecieron 5,7 por ciento. Por eso hoy la relación entre producción y reservas está en 16 años y medio.

Para seguir por esta senda también estamos explorando más, liberamos las exportaciones para hacer el mercado más atractivo y hemos venido modernizando la regulación.

Además, estamos trabajando en el desarrollo del gas metano asociado al carbón.

Al sector le está yendo bien, pero queremos que le vaya aún mejor para concretar más transformaciones en el país.

Para conseguirlo es indispensable que la actividad cumpla con todas las responsabilidades sociales y ambientales, y que, además, los inversionistas encuentren eficiencia, estabilidad y claridad en nuestro país.

Esto solo es posible con instituciones fuertes que puedan intervenir y solucionar los problemas más sensibles del sector, que es precisamente lo que hemos estado tratando de hacer, que a veces no demoramos más de la cuenta es posible, pero ustedes entenderán que las reformas institucionales en un estado no se hacen de la noche a la mañana, pero las estamos haciendo.

La definición del Plan Nacional de Ordenamiento Minero creo que va a ser un avance fundamental, porque facilita que la actividad minera contribuya a maximizar el bienestar de la sociedad, al reglamentar la extracción de los recursos de forma ordenada y de forma sostenible.

El éxito de esto dependerá –como en casi todo– de la coordinación entre las instituciones, las regiones y los departamentos.

Yo le he pedido al Ministro de Minas (Renjifo) que promueva la participación constructiva, proactiva de alcaldes, gobernadores y de todos los demás actores en la realización de este plan.

Todos los planes que son concertados, en la medida de lo posible por supuesto, cuando la gente se siente partícipe en la elaboración de un plan casi que automáticamente se encuentra una buena base de apoyo. Los planes que son hechos a escondidas, a espaldas de la gentes, a espaldas de los interesados, generalmente lo que encuentran es todo lo contrario un rechazo casi que automático.

Adicional a esto, nos estamos enfocando en 5 áreas para que el desempeño de la industria sea más eficiente y más responsable.

En primer lugar, definimos áreas estratégicas para la extracción de once minerales que van a ser asignadas mediante subastas.

Las medianas y grandes empresas van a tener que competir y sólo ganarán las que ofrezcan las mejores condiciones y las que puedan aportar mayor valor al país.

Estas rondas comienzan el año entrante porque queremos una minería racional que cumpla con los más altos estándares internacionales, y sea impulsada con inversiones de enorme calidad.

Así funciona un país moderno.

En segundo lugar, le hemos apostado duro a la formalización de la minería artesanal con dos objetivos: eliminar la ilegalidad y mejorar las condiciones de empleo en el sector.

No puede haber un país justo si no permitimos que los pequeños mineros puedan asociarse para crear empresas con proyección, sostenibilidad a largo plazo, buenas condiciones de seguridad y empleos de calidad.

En esto debemos todos trabajar unidos porque a todos nos interesa este objetivo. . Debe abrirse el espacio para que los pequeños mineros se asocien con empresas serias y comprometidas. Y por eso estamos dialogando con los pequeños mineros, para apoyarlos en esta transformación, en este objetivo, y para apoyarlos de la mejor manera.

La tercera área de trabajo es la regulación. Y acá les doy un parte de tranquilidad. Si bien la reforma al Código Minero perdió vigencia, nos preparamos para evitar que la actividad –y su relación con los recursos naturales– quede desamparada.

La prohibición de no hacer minería en páramos, en humedales Ramsar y en reservas forestales protectoras se mantiene. Así quedó establecido en el Plan Nacional de Desarrollo.

Adicionalmente, emitimos varios decretos, hace unos días, con el Ministerio de Minas y Energía y el de Medio Ambiente para ‘blindar’ los otros temas que estaban generaban mucha incertidumbre:

Vamos a asegurar que el minero tradicional esté amparado y pueda formalizarse.

Vamos a garantizar que no se volverá a esa feria de títulos, y no vamos a bajar la guardia con los titulares mineros, en cuanto a las prórrogas de los contratos y los periodos.

Además, blindamos la definición de zonas excluidas a la minería. Las únicas entidades que podrán hacerlo son el Ministerio de Medio Ambiente y el Ministerio de Minas y Energía, con base en estudios técnicos, económicos, sociales y ambientales.

Hay un cuarto tema en el que estamos comprometidos y es la lucha contra la minería criminal.

A esos criminales que están haciendo el peor uso posible de nuestros recursos naturales les tengo un mensaje claro: los estamos combatiendo y los vamos a seguir combatiendo, y lo haremos sin contemplación.

En lo que va del gobierno llevamos más de 300 operaciones en todo el país: pasamos de 3 en 2010 a 148 el año pasado. Esto nos ha permitido intervenir casi 1.300 minas y capturar a más de 4.200 personas, en los últimos dos años.

En cuanto a la destrucción de maquinaria ilegal, hemos destruido 16 piezas de maquinaria –por más de 5 mil millones de pesos–, en 6 municipios de Antioquia, Bolívar, Caldas y Córdoba.

En este gobierno NO TOLERAMOS esta clase de minería que patrocina el crimen, que destruye el medio ambiente y que, además, explota y daña el nombre de nuestros pequeños mineros tradicionales.

Eso sí, que quede muy claro: Vamos tras los criminales, no vamos detrás de los pequeños mineros tradicionales. Son dos objetivos totalmente diferentes.

A esos pequeños mineros lo que buscamos es formalizarlos para que puedan trabajar mejor y no caigan en las garras de organizaciones criminales, mafiosas que los explotan, que los aprovechan, que los ponen muchas veces como amparo para protegerse de las propias autoridades que están interesadas en ir detrás de los criminales.

El quinto gran eje de nuestro impulso que son las licencias ambientales.

La Autoridad Nacional de Licencias Ambientales –ANLA– sigue trabajando para que el proceso de licenciamiento ambiental sea cada vez más ágil y cumpla con altos estándares.

La entidad implementó sistemas como la Ventanilla Integral de Trámites Ambientales –VITAL–, y los sistemas de Radicación Ágil y Rápido –RADAR– y el de Regionalización.

Somos conscientes que ahí ha habido demoras, cuellos de botella. Nuevamente nosotros creamos precisamente el Ministerio del Medio Ambiente para darle importancia al tema y en esa transformación hemos tenido dificultades que se están resolviendo y espero que sean más ágiles los procedimientos.
Por eso en la atención de solicitudes hemos visto progreso. Les doy un ejemplo: el 80 por ciento de los de procesos asumidos por la ANLA en el 2011 estaban fuera de términos. A hoy, el 90 por ciento de esos procesos han sido atendidos.

Además, ha mejorado el balance entre las solicitudes que entran y las que salen.

Aquí es importante reconocer y agradecer el trabajo conjunto y la colaboración que hemos tenido con gremios como la ANDI y la Asociación Colombiana del Petróleo.

Sabemos, sin embargo, que nos falta mucho para alcanzar la completa eficiencia en este tema de las licencias ambientales, y continuaremos realizando un seguimiento serio a este trabajo.

No puedo terminar sin hablar del ‘supuesto’ dilema que existe entre la extracción de recursos minero–energéticos y el medio ambiente.

La discusión acerca del impacto ecológico, por decirlo en términos coloquiales, al rojo vivo, está encendida porque cada vez somos y tenemos que ser más conscientes del efecto que tienen nuestras acciones sobre nuestro planeta, sobre nuestro medio ambiente.

En el caso nuestro, el debate es especialmente importante y así lo tenemos que percibir, así lo percibe le mundo porque somos un país privilegiado.

Por un lado, tenemos el país más biodiverso por kilómetro cuadrado del mundo entero, tenemos fuentes de agua, como pocos países en el mundo. El agua es uno de esos recursos naturales que todos los analistas, todos los futurólogos están diciendo, es lo que más deben cuidar los países que la tienen porque se va acabar, y si en el futuro va a haber guerras, va a haber guerras alrededor del agua y nosotros somos un país muy privilegiado en materia de agua.

Pero por otro lado, tenemos un potencial minero, un potencial energético enorme. Así lo establecen todos los estudios, todos los que saben de geología, dicen Colombia está en un sitio privilegiado.

Tuve la ocasión de tener en mi oficina hace unos meses un antiguo director de la CIA, John Deutch, que hoy es un eminentísimo profesor de MIT (Massachusetts Institute of Technology) y es el presidente de la comisión que organizó el Presidente (Barack Obama) para el estudio y el análisis del (:..) están cambiando la ecuación energética en el mundo entero.

Él me decía: ustedes, Presidente Santos, no han logrado entender, creo que no han captado, que Colombia es de los países que más potencial del mundo entero tiene en este sentido, este tipo de energía que yo no conocía pero que es muy interesante.


Por eso no es igual hablar de explotación petrolera en Arabia Saudita que en los Llanos Orientales, o de explotación minera en el desierto chileno que en nuestra cordillera.

Tenemos que manejar un equilibrio delicado. Pero no por delicado es imposible de lograr. No por delicado es imposible lograr no por delicado hay que adoptar una posición extrema en un sentido o en el otro.

Sé que es un tema que genera muchas pasiones, un tema que genera muchas reacciones. La mejor aproximación es permitir una evaluación rigurosa del costo y el beneficio para cada circunstancia y proyecto. Hay que comparar los beneficios de corto plazo contra los costos que tendrían que asumir las futuras generaciones.

Hay que mirar los costos de no hacer las inversiones que requiere el país, y evaluar la capacidad de mitigar y compensar los posibles impactos ambientales.

Yo utilizo muchas veces el ejemplo de Jamaica, una isla que su industria de turismo es lo más importante, que ha hecho inmensas exploraciones y explotaciones de minerales y ha logrado, después de terminar estas explotaciones, recuperar totalmente el medio ambiente y mantener esa vigencia como un paraíso turístico.

Debemos tener en cuenta la opinión de las comunidades afectadas y las comunidades beneficiadas. Que han sido más de una vez manipuladas, manipuladas por razones políticas y por razones de otro tipo. La participación amplia de la opinión pública no sólo es bienvenida; es indispensable.

Por lo mismo que les decían sobre los planes que se hacen a escondidas, cuando la gente no les consultan, no les cuentan, la gente reacciona casi que automáticamente en contra. Y viene una compañía a hacer una exploración en alguna región del país y las comunidades se enteran por aquellas personas que están interesadas en detener esa inversión. La primera reacción va a ser en contra y después cambiar de opinión es más difícil.

Por eso esa participación de la opinión pública, esa socialización es fundamental, es más porque cada vez hay más gente interesada en detener cualquier tipo de inversión

Y para lograr el equilibrio delicado necesitamos instituciones sólidas y bien estructuradas.

Como ya dije, hemos trabajado en mejorar las instituciones del sector, las ambientales y las de control.

Les aumentamos los recursos en el presupuesto, capacitamos funcionarios y nos hemos asesorado de las mejores prácticas internacionales.

Hemos sido claros también en que vamos a defender nuestros ecosistemas estratégicos y privilegiados. Y nos ratificamos en que los páramos y los humedales no son compatibles ni con la minería ni con ninguna otra actividad económica.

Ampliamos los parques naturales y vamos a delimitar las zonas estratégicas.

Hemos protegido nuestros mares para que no se contaminen al embarcar carbón o cualquier otro producto. Y hemos sido inflexibles con quienes no cumplen los estándares ambientales.

También seremos implacables con quienes no cumplan las reglas tributarias, de competencia, las laborales o las sanitarias.

Por otro lado, entendemos que la actividad minero-energética es de largo plazo y que requiere grandes inversiones.

Por eso estamos comprometidos –y aquí lo reitero– con mantener unas reglas de juego estables para todos.

Lo que quiero enfatizar hoy es que SÍ ES POSIBLE la sana convivencia entre minería responsable y protección al medio ambiente. Así ocurre en varios países del mundo y así lo estamos demostrando en Colombia.

Sin duda, los retos son muchos. Estamos avanzando un trecho que es difícil, pero tenemos una motivación fuerte: construir un país justo, moderno y seguro.

No tengo duda de que para lograr este objetivo necesitamos un sector minero y de hidrocarburos sostenible y responsable, que produzca recursos, que produzca energía, que optimice su actividad y que respete el medio ambiente.

Y el otro ingrediente que se necesita es un Gobierno comprometido. Ese ya está, y hoy se los reitero.

Unidos vamos a seguir puliendo la actividad para poder sacarle el mayor –y el MEJOR– provecho.

No vamos a “empeñarle el alma al Diablo”, porque la minería y la explotación de hidrocarburos, BIEN HECHAS, traen desarrollo social, bienestar y crecimiento.

No vamos a sacrificar nuestros recursos, porque podemos lograr que esta industria sea cada vez más respetuosa del medio ambiente.

Y no vamos a seguir “condenando a justos por pecadores”, porque a cada quien le estamos dando el trato que se merece:

A los mineros artesanales, apoyo y formalización; a las empresas que operan legalmente como las aquí representadas, condiciones para invertir, y a los criminales mano dura.

Así como respaldamos –con todo– a la minería legal, responsable y sustentable, ¡LA GUERRA ES TAMBIÉN CON TODO CONTRA LA MINERÍA CRIMINAL!

Empecé dándoles tres mensajes que reafirmo para concluir:

Primero: pueden estar tranquilos porque tenemos MUY clara la importancia de este sector para el desarrollo del país.

Segundo: queremos que el sector crezca y –para lograrlo–, vamos a trabajar con inversionistas y empresas que cumplan los estándares.

Tercero: somos enemigos de las generalizaciones y de las “satanizaciones” frente a un sector que aporta tanto al país.

En Colombia, en lo que se refiere al sector minero-energético, hemos venido consolidando una división del trabajo muy positiva que no vamos a cambiar: el Gobierno pone las reglas y ustedes, como empresas, trabajan con responsabilidad.

NO ESPEREN SORPRESAS, sino todo lo contrario: estabilidad en las reglas del juego y ambiente propicio para la inversión.

Unidos –cada cual haciendo su trabajo de la mejor manera– vamos a seguir transformando los recursos y la energía en lo que realmente queremos: más empleo y más bienestar para los colombianos.

Muchas gracias”.


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