Por: Angélica María Cuevas Guarnizo – elespectador.com
Después de sobrevolar el pasado martes, junto con la Ministra de Ambiente y el director del Ideam, 70.000 hectáreas de Paz de Ariporo, el área más afectada por el verano en Casanare, la conclusión de Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt, es que, sin duda, el avance de la ganadería y los cultivos de arroz en el piedemonte (hacia Santander) está reduciendo los caudales de agua que llegan a Casanare.
“Desde el aire es impresionante ver la desaparición de los bosques, fundamentales para la preservación de agua”, cuenta, pero se sostiene, como el Ideam, en que la ausencia de lluvias en Casanare corresponde a temporadas climáticas naturales. Sus argumentos coinciden con los de científicos de la Universidad Nacional que atribuyen los acentuados impactos del verano a la destrucción de las zonas de recarga acuífera y la falta de conocimiento y planificación del territorio.
Pero hay una tesis que ha ido cobrando fuerza desde que la sequía en Paz de Ariporo se volvió un tema nacional. Pobladores, ambientalistas y algunos científicos han denunciado que detrás de la muerte de 14.000 chigüiros se encuentran las actividades extractivas de petróleo. El argumento más fuerte para vincular a las compañías que operan en la zona (Pacific Rubiales, Geo Park, Cecolsa, Petrominerales, Ecopetrol, New Granad y Parex) es del geólogo Óscar Vanegas.
Un video publicado en 2012 en You Tube, en el que este ingeniero de petróleos y profesor de la Universidad Industrial de Santander (UIS) explica cómo la utilización de agua subterránea por parte de petroleras estaría disminuyendo los cauces de los ríos de Casanare, se ha convertido en el caballito de batalla de los ambientalistas. Incluso funcionarios de la Fiscalía y la Contraloría se han acercado al académico para conocer a profundidad sus conclusiones.
Al consultarlo para saber de sus hallazgos sobre Paz de Ariporo, Vanegas, también magíster en hidrocarburos, asegura que allí las empresas realizaron sísmica con explosivos “cruzaron el municipio de lado a lado, rompiendo acuíferos confinados y las capas de arcilla que sostienen el agua de los humedales”.
Además, afirma que para la construcción del oleoducto Bicentenario se intervinieron caños y humedales que luego se secaron; “El tubo va a tres metros de profundidad, descansando sobre bultos de arena que interrumpen el flujo natural de las aguas afectando la recarga de los caños y humedales, hábitat natural de chigüiros y babillas”.
Sobre el tema, Alejandro Martínez, presidente de la Asociación Colombiana de Petróleo, ha dicho que no hay evidencias de que los movimientos de tierra que se utilizan para buscar petróleo afecten o disminuyan el agua y explica que en Paz de Ariporo prima la exploración y no la explotación del crudo.
Para la directora del Instituto Humboldt, el panorama que entrega el ingeniero Óscar Vanegas es plausible, sin embargo el país necesita estudios muchísimo más precisos y elaborados con mayor experticia frente a su dinámica hidrológica, pues existe un enorme vacío de conocimiento frente a los ecosistemas de sabanas inundables y los hallazgos del ingeniero aparecen reseñados en una tesis de estudiantes de pregrado de la Universidad Industrial de Santander.
“El comportamiento del agua subterránea es mucho más complejo que el descrito por el investigador. Los pobladores tienen una preocupación legítima sobre los impactos de las sísmicas de las petroleras, pero no se tiene información sobre esto. Si se quieren tomar medidas a partir de conceptos científicos, se deberá invertir en ciencia.
Pero hasta ahora Casanare no ha puesto un solo peso de sus regalías en investigaciones que describan sus ecosistemas. Lo que ha ocurrido es que, a falta de información, quienes esperan identificar culpables se han abocado a la especulación y este panorama sólo traerá polarizaciones”, dice la directora del Humboldt.
Sólo para hablar de lo que está ocurriendo con la muerte de chigüiros, Baptiste explica que aunque los pobladores de Paz de Ariporo nunca habían sido testigos de una mortandad similar, la literatura científica sí ha reseñado que en época de verano las poblaciones en Venezuela y Colombia de estos roedores se pueden reducir hasta en 30%, ya que se reproducen en grandes cantidades y están sujetos a la selección natural por estos impactos climáticos. “Soy científica y creo en esta literatura, pero también escucho a los campesinos y veo que para el caso de Paz de Ariporo se tendrá que investigar qué sucedió específicamente. Hasta ahora nadie lo sabe”.
Durante la visita del Humboldt, el Ideam y el Ministerio de Ambiente a Casanare, los gobiernos locales le reclamaron al Gobierno Nacional la necesidad de formular un documento Conpes para planear cómo deben reaccionar los habitantes de las sabanas inundables del país (Arauca, Casanare, Vichada y Meta) a estos eventos y trazar una hoja de ruta sobre la utilización de sus suelos. Al terminar la reunión, la ministra Luz Helena Sarmiento anunció que se creará un plan de adaptación al cambio climático para la Orinoquia.