Emilio Cristancho, tras once días de secuestro por parte del ELN, relató que se sintió como en el infierno, que nunca había experimentado tanta desesperación e incertidumbre de lo que ocurriría en las próximas horas, pero, sin embargo, dijo que nunca perdió la fe.
Narró que el momento de la retención fue muy tenso, caminaron y corrieron por las sábanas de Arauca, bajo el temor de estar en una zona de guerra. Contó que uno de esos días de cautiverio fue especialmente desesperanzador, pues sufrió dolores por los cálculos renales, no podía dormir y solo caminaba para sentir alivio.
En medio de lágrimas relató que fueron días terribles, siempre permanecieron los cinco secuestrados en un solo cuarto, debían dormir en una colchoneta, tenían que orinar en tarros, se tenían que consolar unos con otros.
Comentó que este domingo 6 de abril se levantó optimista, hizo un ejercicio mental, se sintió en su casa y a pie hizo el recorrido hasta el altar de la Virgen de Manare, le pidió por su liberación y confiado en que, en el favor de la Santa Madre de Dios, se le concedería el milagro.
Eran las 3:00 p.m. cuando tocaron la puerta donde los tenían encerrados y les dijeron “alístense que se van para su casita”, en el momento hubo júbilo, llanto, alegría y la emoción de reencontrarse con la familia.
Dijo que, aunque durante su cautiverio recibieron órdenes estrictas de parte de los altos mandos de la Guerrilla, siempre recibieron buenos tratos, pero reconoció que sí sentían temor al ver las armas largas que portaban y al estar en un lugar lejano privados de la libertad.