Por Luis Servando González*

Que sabe un tribunal, si ellos no viven en Monterrey, si ellos no han disfrutado las playas del rio Túa y no son ellos quienes han estado en su imponente festival.

Pero dígame compadre que va a saber un juez que vive en Tunja lo que es el Casical o el Guayabal, van a creer tal vez que eso es un sitio donde vive un cacique que permanece enguayabado, nooo, mi compadre querido, muy pocos saben que en el nacimiento del rio habita un mohán de carne y hueso llamado don Juan, el que de día y noche lo cuida …si, mi amigo Tóto el mohán que conocimos cuando se nos dio la loca idea de recorrer el rio hasta su nacimiento para buscar alternativas de cuidado y preservación, y lo recorrimos palmo a palmo y conociéndolo lo aprendimos a querer, ¿por que cómo no ser sensibles ante tan singular belleza?, como olvidar esos hilos de plata, unos gruesos, otros delgados que a cada paso alimentaban su cauce así como iban alimentando nuestro amor por él.

Sí, no lo podemos olvidar, muy difícil dejar en los rincones del olvido esa legendaria laguna, las cascadas, las montañas y la magia que su perfecta interacción tiene para embelesar a quienes se compenetran con esta ensoñación, como olvidar que pensando en él le fundamos un festival.

El rio no solo es una corriente de agua dulce como lo dice un frio diccionario, el Rio Túa es nuestro rio, con el hemos convivido, ha sido nuestro amigo, confidente y guardián, que va a saber eso un gerente de industria petrolera, que va a saber el, que mis mejores recuerdos los tengo en las tardes con mis hijos cuando ellos se chapuceaban y en momentos pletóricos de felicidad mi único deseo era seguirlos viendo por siempre así, y que hubiera detenido el tiempo para que siempre esta escena se repitiese mientras continuaba tomando un café hablando con don Olmedo de la historia de Monterrey y prometiendo que por siempre y hasta donde se pudiera habríamos de proteger a nuestro compañero el rio.

Que va a saber un gerente de esta historia, o es más, que va a valorarla si ellos creen que la felicidad esta en hacer crecer la empresa, subir las acciones en la bolsa, transportarse en carros finos y mostrar grandes dividendos, pobrecitos ellos que nunca han conocido ni de cerca lo que es la felicidad y por eso mismo nos quieren quitar lo que no valoran desde la misma óptica que nosotros valoramos.

Yo no le quiero contar a mis hijos que hace un tiempo trabajé en una petrolera, que gané mucho dinero y por lo fácil de conseguir lo derroché, no les quiero contar que estuve a favor de un proyecto que desapareció un rio en el que ellos algún día se bañaron, a ellos les quiero decir que tienen como legado y gran herencia el orgullo y la dignidad de haber luchado por conservar aquel amigo que cobijó en sus aguas a sus abuelos, a sus papas, a ellos mismos y quizás a sus hijos, les quiero dejar la posibilidad de disfrutar sus aguas, volver a jugar en sus playas, la posibilidad de que un día sentados a la orilla, tomando un café y viendo chapotear a mis nietos guarden esa imagen para siempre y les digan también a sus nietos que esa imagen se debe repetir por siempre y para siempre mientras existan generaciones de personas que piensen que por encima del dinero está la felicidad y que esta no se forma acumulando grandes capitales económicos sino aprendiendo a disfrutar y conviviendo con las maravillas que la naturaleza y la vida nos dieron… Eso es lo que a mis hijos les quiero dejar…

*Docente