Por: Oscar Medina Gómez **
Desde esta columna he sido un muy duro, tenaz e implacable crítico del Festival y Reinado Nacional del Arroz. Este evento del municipio de Aguazul, otrora orgullo e insignia de la tradición arrocera, el folclor y el turismo casanareño, gracias a la organización, honestidad y eficiencia que le imprimían quienes al frente de él estaban, en los últimos años se ha ido a menos por culpa de la voracidad y ansias de plata de la mayoría de los alcaldes encargados y titulares que han desfilado por este hermoso pedazo de tierra llanera. Caos administrativo causado también por la corrupción.
Esta es la hora que por arte de birlibirloque aun no son claras las cuentas de los más recientes festivales. Los dineros públicos y privados destinados a su realización por la alcaldía y los gremios han sido manipulados a su antojo por los políticos y el comité organizador, contratando a diestra y siniestra y despilfarrando a sus anchas. O si no miremos no más lo ocurrido en la versión de 2010, cuando los casi mil millones de pesos que costó el festival se esfumaron de la noche a la mañana en las manos de magos expertos en pases de magia, encantamiento y lucro personal. Se que, por ejemplo, a varios locutores y periodistas todavía le adeudan sus servicios.
Al cambiar por acuerdo municipal la fecha de su realización –ya no será la tercera semana de enero sino en diciembre- al encargado alcalde de esa municipalidad Manuel Avella Monroy le han llovido ahora amenazas, rayos y centellas porque se atrevió a hacer lo impensable. No tanto cambiar la fecha sino enfrentarse a la mafia que manejaba el festival.
Salvo voces aisladas, con el apoyo de la totalidad de los gremios aguazuleños –comercio organizado, caballistas, arroceros, ganaderos, folcloristas, coleadores, iglesia católica y hasta la clase política- el certamen, que por exigencia del Ministerio de Cultura pasó a llamarse Corporación Folclórica, Cultural y Reinado Nacional del Arroz, tendrá ahora tres etapas durante el año. En julio y octubre se elegirán las reinas municipal y departamental, que finalmente competirán en diciembre por el cetro y la corona de la más bella arrocera.
Una fuente de alto turmequé como lo es el mismo alcalde Avella Monroy me dijo que no solo el gobernador electo Nelson Ricardo Mariño apoyó sin salvedades la decisión, sino que el mismo alcalde -también electo- Fernando Camacho respaldó plenamente la decisión tomada por el Concejo Municipal. Rubricada y puesta en marcha por Avella.
Sin vísceras ni acaloramientos miremos el asunto en frio. Si la organización y cosa económica de los anteriores festivales no estaban funcionando, se dilapidaba la plata y lo poco que se hacía no solo era mediocre y daba vergüenza entonces ¿por qué seguir tolerando esa cueva de ladrones? ¿por darle gusto a una manotada de politiqueros y empresarios azuzados por el diablo de la corrupción? ¿por mantener una tradición que ya olía a podrido? ¡Mamola! Era hora de cambiar.
Con el nuevo esquema y las fechas planteadas anualmente de buena fe uno creería que se fortalecerá el certamen en todos los aspectos: en lo económico, comercial, cultural, folclórico, deportivo y turístico. Las reinas a elegir en el cumpleaños del municipio en julio y la Clásica Ciclística de Aguazul en octubre traerán más gente. Y por ende más recursos que irrigarán el comercio en general.
En estos últimos meses es posible que Avella se haya equivocado en algunas de sus actuaciones administrativas. Ningún mandatario es sabio como para jamás errar. A veces de buena fe. Más cuando podría ser objeto y presa de presiones que muy difícilmente puede evitar. El, más que nadie, sabe qué hizo bien y mal. Y por ende tiene claras las consecuencias.
Lo que igualmente es injusto es que un par de bufones mañaneros desinformados, que de lunes a viernes parlotean sin norte por una emisora yopaleña, irresponsablemente se traguen los micrófonos condenado al alcalde. Y mandándolo a pagar cana a la cárcel de La Guafilla. Umm… ¿será que no los trataron bien esta vez? ¿acaso los dejaron por fuera del acuerdo? ¿por qué andan tan decididos a desacreditar a un mandatario al que hasta hace apenas unas semanas adulaban y elevaban a las alturas celestiales?
Nada. Acertada o equivocada la decisión está tomada. Llegó el momento justo para que el Festival se enrute por otro camino. Su pasado reciente de negros manejos, corruptela e ineficiencia lo condena. Así como la historia condenará al alcalde Avella si es que estaba pifiado con los cambios que introdujo.
En la vida lo único que no cambia es la muerte. Ella siempre atenta, generosa y cumplida llega en el momento que corresponde. Sin miramientos ni escogencias. El resto de asuntos es mutable, inconstante, flexible, alterable, pasajero, susceptible de dejar de ser. Digo yo.
Periodista – Especialista en Gobierno Municipal y Gestión Pública
Pontificia Universidad Javeriana