Por: Oscar medina Gómez **
Con la muerte del narco terrorista Guillermo León Sáenz Vargas, máximo comandante de las FARC –quien se hizo conocer bajo el alias de Alfonso Cano, insultando el nombre del ilustre periodista director de El Espectador- esa agrupación sigue en caída por el despeñadero que las conducirá al exterminio total. Querer inmenso, anhelo profundo de la totalidad de los colombianos que no vemos la hora en que ese ralea de bandoleros, negociantes del dolor y la tragedia humana, desaparezca de la faz de la tierra.
De todo tienen las FARC y sus integrantes menos de revolucionarios. Esa revolución honesta, idealista y, claro, quimérica, de los años 60 s y 70 s, hecha por hombres y mujeres luchadores y combatientes del alma, desposeídos de cualquier intención de riqueza personal, hace rato pasó a la historia. Apenas quedó en el recuerdo que contienen viejos libros llenos de polvo y arrumados en cajas olvidadas. Lo que tenemos ahora son eso: narcoterroristas disfrazados de guerrilleros –palabra esta muy honrosa cuando se aplica en su verdadero significado- que masacran al pueblo que dicen defender y por quien vociferan luchar.
Y cuando digo de todo es de todo. Observando con detalle los objetos y elementos incautados a un terrorista fariano abatido en días pasados en la vereda Curisí del municipio Pajarito, Boyacá, por la tropa del Batallón de Infantería número 44 Ramón Nonato Pérez, además de víveres, granadas, proveedores y munición de diferentes cas, se aprecia que en sus prendas de uso personal hay un brassier y unas pantaletas de mujer.
Las fotos enviadas por la Brigada 16 a los medios de comunicación no mienten. Los calzones son azules. El brassier es de tirantas amarillas y con adornos arabescos también azules. Vaya, vaya, vaya. Jum…aunque el tema no es nuevo, no deja de causar más que asombro indignación. Es sabido y corre vox populi como el viento que en las filas de esos grupos de asaltadores de caminos, además de las bestias humanas pululan los maricas y depravados sexuales.
Muchos de los desmovilizados relatan cómo las mujeres y los jóvenes –tanto antiguos como los recién reclutados a la fuerza en las filas de las FARC, ELN y bandas similares- son sometidos a todo tipo de vejaciones y atrocidades sexuales no solo por parte de los bandoleros rasos sino por comandantes y jefes de escuadra.
Violaciones a granel a menores de edad y orgías indiscriminadas forman parte del menú de esas diabólicas agrupaciones. Aquí lo que resuena no es propiamente el ruido del fusil y la metralla, sino el cóncavo y convexo de los cuerpos sodomizados a la fuerza. De culos y genitales mancillados por “la revolución”. Si las montañas hablaran…
Hipotéticamente hablando los panties y el sostén encontrados al bandido de Curisí dentro de sus elementos personales, hace pensar que otrora superpoderosos comandantes de las FARC también eran maricas. De raro nada tendría que Raúl Reyes, Simón Trinidad, Iván Ríos, Martín Caballero, el Mono Jojoy, el negro Acacio, Martín Sombra, Timochenko, Joaquín Gómez y otros fueran culiflojos vestidos de camuflado, con machete a la cintura y fusil al hombro. Hasta el mismísimo Manuel Marulanda Vélez “Tirofijo” pudo serlo. La ecuación es elemental: si han sido capaces de asesinar miles de colombianos –niños, mujeres, ancianos, gente buena- durante tantos años, sin razón alguna, ¿por qué esas bestias no podían ser maricones?
Esta tesis debe llamar a la reflexión a unos cuantos mamertos y sindicalistas que aún quedan y andan por ahí, defendiendo como imbéciles a las salvajes guerrillas colombianas. Es decir, que sus “héroes” resulten ser pederastas. Eso, en cualquier mente medianamente inteligente y sensata, debe ser motivo suficiente para desertar de esa camada. Cualquier movimiento –más si se trata de armas tomar-debe estar representado por hombres físicos y mentales de verdad. Con los cojones bien puestos y su pija inalterable. No barbudos asesinos, corruptos, sanguinarios y, para completar, con el trasero inquieto. Ni más faltaba.
Debo decir que nada tengo en contra de la población LGBT. No se me confunda por favor. Ellos y ellas tienen tanto derecho a ser protagonistas del cambiante mundo actual y a participar activamente de la toma de decisiones y del progreso de los pueblos. Como todos heterosexuales. Lo escrito aquí está dirigido única y exclusivamente a ese juego doblemoralista, mentiroso y macabro al que las FARC y otras agrupaciones de esa calaña han sometido a los colombianos por décadas.
De tal suerte que ojalá y el brassier y los cucos de mujer encontrados al terrorista de las FARC abatido en Curisí, sirva para que, insisto, los mamertos y mamertas que aun quedan en colegios, universidades y sindicato, se dejen de maricadas. Que sean varones y no actúen como locas ebrias de sueños absurdos. Digo yo.
**Periodista – Especialista en Gobierno Municipal y Gestión Pública
Pontificia Universidad Javeriana