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DE FRENTE - Me arrepiento

DE FRENTE - Me arrepiento
Por: Oscar Medina Gómez **

Me declaro arrepentido de haber votado por Juan Manuel Santos Calderón a la Presidencia de la República. Tanto o más que cuando lo hice por Andrés Pastrana Arango. En ambos casos actué por convicción. No obstante saber que no eran los mejores hombres para dirigir el país, pero sí representaban en apariencia la mejor opción. Pero me equivoqué de cabo a rabo.

Santos va por el mismo camino que Pastrana. Aquel godo blandengue, irresponsable e inepto que durante 4 años le firmó patente de corzo a los narco-terroristas de las FARC para que dominaran a su antojo más de 45 mil kilómetros cuadrados en la zona del Caguàn. Una república independiente donde esos bandoleros secuestraban, asesinaban, extorsionaban, violaban mujeres y producían centenares de toneladas de cocaína y marihuana sin más ley que la de ellos. Todo dizque en aras de dialogar y firmar la paz.

Hace unos días, al tiempo que en la calle 74 con avenida Caracas de Bogotá una bomba destrozaba el vehículo donde se movilizaba el ex ministro de gobierno de Álvaro Uribe, Fernando Londoño Hoyos, -murieron sus dos escoltas y Londoño resultó seriamente lesionado- en el honorable Congreso de la República en un aplastante 127 votos a favor y 4 en contra, los igualmente honorables Representantes a la Cámara aprobaban descarada y acomodaticiamente algo que llamaron con eufemismo Marco jurídico para la paz. Inmediatamente Santos salió a alabarlos declarando su orgullo por la “responsabilidad y templanza del Congreso”.

Por supuesto que esa votación -similar a la ocurrida en la plenaria del senado- no obedeció al sentir profundo de querer una patria en paz, por parte de nuestros honorables parlamentarios. Claro que no. Santos tenía en el salón elíptico 8 ministros -gobierno, justicia, obras, comunicaciones, educación, salud- negociando contratos y puestos burocráticos para los honorables. Yo les doy y ustedes me dan. Los dos ganamos y el pueblo pierde.

Desde agosto de 2010 cuando Santos juró como presidente, la seguridad y tranquilidad de los colombianos retrocedió a la horrenda noche de los tiempos de Pastrana. Ataques a la infraestructura petrolera, vial, eléctrica y de comunicaciones, asaltos veredales, hostigamientos, escaramuzas y tomas de corregimientos y municipios, minas quiebra patas, secuestro de ciudadanos y de periodistas -el francés Romeo Langlois-, asesinatos de niños, componen el variado menú terrorista que los farianos le han servido a la mesa a los colombianos. En apenas 2 años largos son más de 2.300 acciones de esos bandoleros. Y el gobierno, amancebado con los congresistas los premia con un Marco jurídico para la paz.

A esos bandidos -igual que a los congresistas- ningún rincón de Colombia se les ha escapado para destruir, desangrar y masacrar todo a su paso. El Catatumbo, Convención, El Tarra, Teorama, Las Mercedes, Sardinata, Hacari, San Calixto (Norte de Santander), Orito (Putumayo), Caloto y Villarica (Cauca) Arauca, Arauquita y Tame (Arauca), Puerto Amor de San Josè de La Fragua (Casanare) , Florida (Valle del Cauca), Pasto, Santa Bárbara de Iscuande y Tumaco (Nariño), Toledo y Medellín(Antioquia), Tutunendò, Riosucio, Bebedò, Paimado (Chocò), Monte Lara (La Guajira), San Vicente de Chucuri, Santander. Y, claro, Bogotá, a escasos 7 kilómetros del Palacio de Nariño.

El Marco jurídico para la paz aprobado por el Congreso le permitirá a Santos sentarse a manteles -con whisky escoses, champaña y quesos franceses- con toda suerte de narcoterroristas dizque a explorar, a buscar los caminos de la paz y la reconciliación ciudadana. ¡Por favor! Nosotros, los ciudadanos honestos y de bien no tenemos por qué reconciliarnos con los terroristas porque nada les hemos hecho. Todo lo contrario: ellos, durante cinco décadas y con la complicidad de varios presidentes -Betancourt, Samper, Pastrana padre e hijo y ahora Santos- han pretendido arrodillar a los colombianos para someternos a su demencial forma de querer gobernar, a punta de balas y bombas.

Está mil veces probado que las FARC y el ELN mienten y engañan cínicamente a los colombianos. Sus actos prueban que solo les interesa el enriquecimiento. Pero el de sus cabecillas. Porque los combatientes del montón nunca han probado las mieles que Tirofijo, el mono Jojoy, Ivàn Ríos, Reyes, Cano y el negro Acacio y otros gozaron a montón. Y que siguen gozando otros bandoleros como Pablo Catatumbo, Iván Márquez y Pastor Alape.

La popularidad e imagen del presidente Santos va a seguir cayendo. Ese 64 por ciento que registraron las firmas encuestadoras en abril, se desplomará aun más. Al igual que yo, millones de colombianos están rabiosamente arrepentidos de un presidente faltón a su palabra. Un hombre del uno siempre tiene la sensación que la faltan cojones para gobernar y combatir por la vía armada a los narcoterroristas. Un presidente que recibió de Uribe un país con el orden público controlado y con unas FARC arrinconadas, pero ahora lo tenemos descuadernado e inseguro por cuenta de esa banda. Un presidente que se la pasa viajando por el mundo en visitas improductivas, mientras la casa se le está quemando. Un Santos que asociado con los congresistas, negoció la seguridad y tranquilidad de los colombianos, con su Marco jurídico para la paz. Porque en su afán megalómano, además de la reelección, quiere pasar a la historia como el presidente que firmó la paz. Digo yo

**Periodista - Especialista en Gobierno Municipal y Gestión Pública
Pontificia Universidad Javeriana - Columnista El Nuevo Oriente y


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