Por Portafolio.co
Un viejo adagio sostiene que el dinero sí existe, pero el problema consiste en que se encuentra mal repartido.
Semejante dicho vuelve a la memoria cuando se mira el trabajo que viene de publicar el Dane sobre las cuentas departamentales en Colombia.
Aunque el año de corte es el 2010, el rezago no impide darse cuenta sobre la manera en que está distribuida la torta de la riqueza en el país y cuáles son las tendencias recientes.
Una primera lectura hace pensar que no hay cambios significativos, pero una mirada más detallada revela lo contrario.
De tal manera, parece lógico que Bogotá encabece la clasificación al aportar el 25,4 por ciento del Producto Interno Bruto nacional, calculado para ese periodo en 543,7 billones de pesos. Acto seguido, el segundo lugar le corresponde a Antioquia con el 13,2 y al Valle con el 10 por ciento, respectivamente.
Santander y Cundinamarca, a su vez, están en los puestos cuarto y quinto.
A partir de ahí empiezan las sorpresas. Meta está en el sexto puesto, mientras que Atlántico está en el noveno. Casanare supera a Norte de Santander, al tiempo que Arauca está muy por encima de buena parte de los antiguos territorios nacionales.
En general, la capital y los centros de poder tradicionales pierden terreno frente a otros más nuevos.
La causa principal de que así sea tiene que ver con el auge de la minería y el petróleo, junto con el declive relativo de la actividad agropecuaria y el estancamiento de la industria. Dicha circunstancia golpeó fuertemente a Caldas, mientras que la recuperación del oro en Chocó le permitió alcanzar una tasa de crecimiento anual del 22 por ciento.
La abundancia de recursos naturales en un sitio determinado tiene su expresión en el ingreso por habitante.
En el 2010 este fue de 11,9 millones en promedio para todos y cada uno de los colombianos, pero si se hace la distinción, el de los casanareños ascendió a 29,6 millones, el de los metenses a 26 y el de los araucanos a 20,7 millones.
Tampoco les fue mal a los santandereanos con 19,6 millones, mientras que el de los bogotanos llegó a 18,8 millones.
En cambio, el PIB per cápita para un habitante de Nariño apenas ascendió a 5,1 millones de pesos, mientras que los habitantes de Vaupés ocuparon el último lugar con 3,3 millones.
Tales cifras vuelven a dejar en claro que las disparidades de ingreso también son amplias entre las regiones y que se debe trabajar mucho para superarlas.