Por: Oscar Medina Gómez **
Este 2012 trae para Willman Celemín, alcalde de Yopal, y Nelson Mariño, Gobernador de Casanare, varios retos y desafíos que, si logran coronarlos, será suficiente para alargar su permanencia en el poder. Ya les diré por qué.
Willman Enrique Celemín Cáceres es el nuevo alcalde de Yopal con una votación arrolladora e histórica: más de 30 mil votos. Veinte mil por encima de quien le siguió en papeletas. En las elecciones del 2007 -cuando perdió con la faraona Lilian Fernanda- alcanzó cerca de 20 mil votos. Si sumamos los dos resultados tenemos que Celemín puso 50 mil electores en 4 años, case suficiente para pensar que es un político para rato. Su respaldo creció en un 150 por ciento.
Con el apretón descomunal del recorte a los ingresos por regalías petroleras –que escalonadamente empezará a regir a partir de 2012, empezando con un 49% este año hasta llegar a un miserable y definitivo 7% a partir de 2015- son dos los retos clave que tiene el nuevo alcalde. El primero es cumplirle a los yopaleños con la construcción de una nueva y moderna planta de tratamiento de agua. Que sea segura y supla las necesidades del líquido para habitantes de los próximos 25 años. De acuerdo con proyecciones amarradas al comportamiento histórico poblacional de la ciudad, hechas por entidades como el DNP y el DANE, para el 2035 vivirán, comerán, trabajarán, rumbearán y se bañarán por lo menos 225 almas en este pedazo de tierra llanera bañada por el Cravo Sur.
Siempre y cuando se contrate con empresas de reconocida trayectoria nacional o internacional, la construcción de la nueva planta y demás obras requeridas para su idóneo funcionamiento, no admite excusas ni miramientos económicos. Nada de eso. Estamos hablando ni más ni menos que de un servicio vital para la supervivencia del ser humano, contemplado así en nuestra Carta Magna. Asunto que olímpicamente le importó un higo a la megalómana faraona alcaldesa porque en los 9 meses que a ella le tocó la emergencia que destruyó la vieja planta, no hizo nada por empezar a buscar soluciones. Todo se le fue en bla, bla, bla Aupada por medios de comunicación mentirosos y vendidos a sus intereses.
No estoy diciendo aquí, aclaro, que en procura de poner a funcionar una nueva planta entonces el jinete negro y depredador llamado corrupción se pasee orondo por los pasillos del Palacio de La Herradura, devorando con sus fauces y estómago insaciables los contratos multimillonarios que sus ojos de hiena y su pico de buitre avizoren. De evitar que ese siniestro personaje asome sus garras se tiene que encargar Celemín. Si no lo hace, su complicidad le costará muy caro. Y el pueblo que hoy lo aclama mañana lo condenará por corrupto y traidor.
Un ejemplo de eficiencia y pulcritud en el manejo de los servicios públicos domiciliarios son las Empresas Públicas de Medellín, EPM. Esta entidad reconocida internacionalmente como de las mejores en su género, puede ser una alternativa a tener en cuenta por el alcalde para que le asesoren y guíen en la mejor decisión. Nada pierde usted, Celemín, por lo menos con escucharlos y conocer lo que piensan. Es para bien de quienes creen y confían en su gobierno.
Con un programa netamente de corte social que lo llevó al poder, otro reto enorme de Celemín son las mil viviendas nuevas de interés social que prometió y los mil 500 mejoramientos. Tener un techo propio para vivir es, de lejos, el mayor sueño de los colombianos. Sin temer que nadie lo saque a uno a patadas porque se atrasó en el arriendo. Usted, alcalde, también ha pasado por las verdes y las maduras. Por las penurias propias de los destechados de este país. Así que no tiene escapatoria: a cumplir con la palabra empeñada. Apóyese, por ejemplo, en Comfacasanare. Gustavo Ayala es un joven pero muy destacado empresario, que gerencialmente en muy corto tiempo ha puesto la caja en lugares de preponderancia a nivel nacional. Y, por supuesto, ponga a trabajar a la gente en proyectos de autoconstrucción. Todos ponemos. Todos ganamos. Y, bueno, si tiene voluntad política y recursos, el alcalde debe construir la doble calzada en la vìa que conduce a Tilodirán. Actualmente es una carretera d extremo peligro, donde transeúntes y conductores se juegan la vida por causa de las decenas de tractomulas que circulan y zonas de descargue que ahí allí.
Por el lado de Nelson Ricardo Mariño Velandia, el entrante gobernador de los casanareños, tres son las tareas que está en la obligación de solucionar. Uno: poner a funcionar integralmente el nuevo hospital de Yopal y de paso evitar la liquidación de Capresoca. Abandonado perversamente a su suerte durante 6 años por los casi 10 gobernadores que desfilaron por el cargo, engordando -si no todos sí la mayoría- sus billeteras, esa mole de la infamia y la vergüenza que vemos a diario a la entrada sur de la ciudad costó, con construcción y dotación, cerca de 130 mil millones de pesos. No patine Nelson. Ábralo y eche a andar la salud en Casanare.
Dos: empezar la construcción de la variante vial que iría desde La Guafilla, atravesando la vía a Tilodirán, pasando por un costado del Aeropuerto El Alcaraván, para salir cerca al Araguaney y empalmar con la marginal para seguir a La Chaparrera. Esta obra des embotellaría el caos que hoy vivimos y evitaría que el tráfico pesado siga pasando por el centro de la ciudad destruyendo las pocas calles buenas que tenemos. Ese proyecto –que puede costar 80, 100 mil, 120 mil millones de pesos- saldrá adelante si el gobernador se apoya en el INVIAS con el concurso de los dos representantes a la cámara. Obviamente si de verdad los señores José Rodolfo “el negro” Pérez y Camilo Andrés Abril desean el bien para Casanare. Porque si dichos “honorables” se enfocan apenas en buscar enriquecerse, no dar la cara nunca a los problemas del departamento, ganarse un multimillonario sueldo mensual sin hacer nada y darles un bofetón a los casanareños, pues la cosa no funcionará.
Tres: Aunque parezca que no, el gobernador está en la obligación de terminar de construir lo que no pudo concluir como alcalde. Hablo del intercambiador vial a la entrada sur de la ciudad. Peculado o no peculado, negligencia de la faraona alcaldesa o no, esa cosa de cemento, arena y varillas llena de monte y maleza y cueva de bandoleros y rufianes que hoy vemos, hay que concluirla como estaba contemplado. ¡Pilas Nelson! Termine el intercambiador y se quitará un piano de cola de la espalda.
Un consejo para Celemín y Mariño: secretario y funcionario que no trabaje en función del servicio, bienestar y desarrollo ciudadano hay que echarlo. Así. De una.
Sin dolor. Mantenerlos en el cargo por meros compromisos de campaña o solidaridad económica es una bellacada y atenta contra el respeto que merecemos todos.
Si el alcalde de Yopal y el gobernador de Casanare no son faltones y cumplen con estos retos, no necesitan de más. Con eso basta. Vaticino que entre los dos pondrán a los nuevos representantes a la Cámara, porque los actuales ya se quemaron. La dupla alcalde-gobernador se va a perpetuar en el poder durante largos años. Claro. Si no se picurean, actúan como hombres y, ante todo, no se dejan mangonear, humillar y corromper. Y hacen las cosas bien. Como toca. Digo yo.
**Periodista – Especialista en Gobierno Municipal y Gestión Pública
Pontificia Universidad Javeriana