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Contra la pared

Contra la pared
Por Álvaro Puentes*

Ni el más arriesgado de los columnistas de opinión se hubiera aventurado a presagiar lo que actualmente vive el país: SANTOS, URIBE Y LAS FARC todos contra la pared!

Ambos incurrieron en el mismo error de cálculo: Uribe no estaba preparado ganar el plebiscito y Santos y las Farc tampoco para perderlo, situación que de manera súbita inclinó en un solo día las cargas y cambió el panorama político del país.

Pero ninguno de los tres contaba tampoco con lo que ocurriría en la misma semana: La confesión gratuita del gerente de campaña del No; La multitudinaria reacción ciudadana y; La entrega del premio nobel al presidente, situaciones que ahora los colocan a todos contra la pared.

Santos con su galardón no puede desfallecer en la consecución de la paz. Tiene que hacer todos los esfuerzos y sacrificios que sean necesarios para lograrlo pues de otra manera, después de tanto aspaviento y pompa en la suscripción de los acuerdos, habrá hecho el ridículo frente a la comunidad internacional.

Uribe la tiene igualmente cuesta arriba para lograr que el acuerdo se ajuste a sus inamovibles, cosa remotamente probable, o cargar con el peso del fracaso del proceso de paz. Si acepta cambios cosméticos o se aborta el proceso será visto como un perdedor. Quizás el mejor escenario para él sería que Santos pase por encima del plebiscito e imponga los acuerdos contra viento y marea, porque así Uribe seguirá nadando en las aguas turbulentas de la indignación contra Santos y encontrará la plataforma ideal para las presidenciales del 2018.

Las Farc por su parte han recibido un mensaje del pueblo Colombiano que quiere la paz pero que al mismo tiempo reprueba todos sus crímenes y que no está dispuesto a aguantar su soberbia e inflexibilidad. Deben estar dispuestos a admitir cambios en el acuerdo y cambiar de actitud frente a los ciudadanos.

Uribe y Santos saben que el mínimo punitivo establecido en el acuerdo es innegociable para las Farc, porque de él depende su retorno a la democracia y la propia supervivencia del proyecto político que los llevó a internarse en el monte durante tantos años; Las Farc no aceptarán pena de cárcel para los miembros del secretariado bajo ninguna circunstancia porque ello significaría su suicidio político prematuro.

En estas circunstancias no hay términos medios: Uribe acepta el acuerdo tal como está en materia de justicia transicional, con algunas precisiones reclamadas por académicos que en realidad son valederas o la posibilidad de un consenso en materia de justicia se cierra por completo. Nadie va aceptar su pretensión de alivios judiciales con ocultamiento de la verdad y mucho menos desmontar la justicia transicional o volverla apéndice de la Corte Suprema.

Ni el gobierno ni las Farc permitirán sacrificar la verdad y la reparación de las víctimas con el fin de alcanzar el mencionado “acuerdo Nacional”. Ni siquiera los propios militares están interesados en ello y tampoco los empresarios que conjuntamente ya hicieron pronunciamiento al respecto apoyando íntegramente el acuerdo de la Habana.

Otro tanto ocurre con la elegibilidad de los dirigentes de las Farc, pues uno y otro representan el exiguo triunfo de las Farc en éstas negociaciones. Si no se garantiza que no haya cárcel y retorno a la vida democrática que les permitan competir en condiciones medianamente equilibradas con los partidos tradicionales su existencia como fuerza alternativa será efímera.

No obstante en el campo de elegibilidad puede haber algún margen de negociación en cuanto al número de curules, las curules de cámara en las circunscripciones especiales y a la financiación del nuevo partido de la organización guerrillera que satisfaga medianamente a unos y otros.

Finalmente en el tercer tema álgido las probabilidades de ceder se encuentran más del lado de las Farc que del propio Uribe. Se trata de la devolución de las tierras a los campesinos que salieron expulsados o que tuvieron que vender a menos precio sus propiedades ante el asedio de la violencia guerrillera o paramilitar. Allí hay profundos intereses económicos que tocan la médula de un sector que ha usado la violencia como medio de adquisición y defensa, pero eventualmente se pueden encontrar puntos de acercamiento y negociación.

Lo que no permitiremos los Colombianos es sacrificar la formalización y acceso a la propiedad rural porque es una deuda histórica con el campo Colombiano. Quizás la restitución de tierras pueda tener algunas precisiones, pero en cualquier caso bendecir el despojo violento no tiene presentación alguna, si lo que se quiere es la reconciliación Nacional.

Mi conclusión es que Uribe tendría que ceder sus pretensiones mayores en el tema de la justicia y elegibilidad a cambio de que las Farc cedan igualmente en puntos vitales del acuerdo de reforma agraria integral y reforma democrática, asuntos que han sido antagónicos y excluyentes durante muchísimos años, pero que ahora con la presión internacional e interna pudieran encontrar un punto término medio que nos saque del atolladero.

SANTOS Y LAS FARC pero especialmente URIBE que vendió la idea de un mejor acuerdo, que él sabe que es prácticamente imposible, están literalmente CONTRA LA PARED!!

*Abogado.


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