Por Juan Carlos Niño Niño*

Una fugaz visita del cantante Carlos Vives a la Plenaria de la Cámara de Representantes, para recibir merecidamente la Orden de la Democracia Simón Bolívar, demostró que más que un cantante talentoso es un indiscutible icono de nuestra identidad, que despierta expectativa y alegría cuando se aproxima su presencia, como ocurrió esa tarde en el Salón Elíptico del Capitolio Nacional, en donde los congresistas guardaron por primera vez un absoluto y sepulcral silencio cuando intervino en la sesión el más talentoso intérprete de "La gota fría", y hasta se "aguantaron" su discurso altruista pero algo tedioso sobre el rescate de la identidad cultural y social del barrio Pescadito de Santa Marta; una concesión tan inverosímil pero tan interesante que solo el legislativo se la da al mismísimo "Carlos", como le dice con una tonelada de cariño cualquier colombiano de a pie.

El protocolo para el arribo de Carlos Vives al Salón Elíptico exigía que nadie estuviera en la sesión de la plenaria, que no tuviera la credencial de Congresista o la condición de Ministro de Estado (a los asesores nos dejan ingresar solo cuando el respectivo jefe es ponente de un proyecto o citante de un debate de control político. En mi caso, el Representante Jorge Camilo Abril Tarache), así que no valió las miles de sonrisas que le hice al despiadado "Jhon" (un portero de dos metros que no deja entrar al recinto sin autorización ni a la Santísima Trinidad), para que me dejara entrar a darle un fuerte abrazo al carismático artista samario, y me tocó resignarme a esperarlo en la entrada del Elíptico, expuesto a que la tromba que lo acompaña me dejara en la estampida como una auténtica tachuela.

Vives repentinamente apareció en traje de paño oscuro, solo y sin ningún afán (su comitiva lo seguía a unos diez metros), a lo que aproveché para extenderle la mano (que estrechó cálidamente, lo que confirma aún más su don de gentes) y paró en seco cuando le dije que era de Casanare, y que mi tierra le expresaba la mayor admiración y respeto, a lo que contestó entusiasmado con varias expresiones de gratitud, como si tuviera un motivo personal para tener siempre en cuenta el nombre del Departamento, lo que hace suponer que Vives conoce mucho más a Casanare de lo que cada uno de los nosotros podemos suponer (ignoro si ha estado con total sigilo y confidencialidad en la finca del Cholo en Pore).

Al continuar su ingreso por la amplia puerta republicana y neoclásica del Salón Elíptico, se me ocurrió decirle a sus espaldas algo que seguramente piensan la mayoría de los casanareños: Nos debes con el Cholo un concierto en Casanare! Carlos se volteó lentamente, y como cayendo en cuenta de un asunto que tienen traspapelado entre las miles de cosas que tiene por hacer, me dijo pensativo y mirándome fijamente a los ojos: Siii... señor! Así es... (a mi parecer, se abren entonces las puertas para que el samario cante en la capital departamental).

El talentoso samario no tendrá ni idea que probablemente en Casanare fue la única parte en donde "pegó" su primer disco "Por fuera y por dentro", que a regañadientes le grabó la disquera FM a mediados de los ochenta, cuando a nivel nacional la juventud colombiana solo escuchaba las bandas Aerosmith, Kiss y Queen, y comprar o escuchar a un artista nacional era mal visto (lo aislado de este pueblo en esa época lo mantenía libre de esos prejuicios), y solo se relegaba a aquella gente de "la baja" que pronunciaba erróneamente los "blites" y no los "birols", para referirse a la mítica agrupación de Liverpool "The Beatles", cuando el propio George Harrison (miembro del grupo) alguna vez le oí pronunciar en una entrevista "Bitles".

A Vives seguramente le parecerá curioso y hasta extraño que las adolescentes del mítico pueblo del piedemonte salían en grupo para comprar el disco en el extinto "Discómetro mi llanura", y que canciones de ese "larga duración" cómo "por fuera y dentro", "Si quieres hacer el amor" y "Vuelve" ocuparon varías semanas el primer lugar en el programa romántico "Los tres en serie", que emitía a las 9 AM el locutor Ulises Salcedo en La Voz de Yopal, lo que seguramente lo llevará a que en un probable concierto en la capital departamental, desempolve las melodías de ese disco perdido que le pedirán esas adolescentes delirantes de antaño, mientras que las nuevas generaciones querrán sin duda "Por el camino viejo".

Las cartas están sobre la mesa, para que los empresarios casanareños de espectáculos evalúen la posibilidad de traer a Carlos Vives al Estadio Santiago de las Atalayas de Yopal, lo que reactivaría la posibilidad de convertir a la capital departamental en escenario de grandes conciertos, como ocurrió en una época no muy lejana con la presentación de Vicente Fernández, Marco A Muñiz y Los Tigres del Norte, lo que en su momento ocasionó el masivo arribo de turistas nacionales y extranjeros que estaban interesados en asistir a estos conciertos, lo que atestó los hoteles, estimuló los diferentes renglones del comercio y generó diversas fuentes de empleo. Una viable alternativa de producción ahora que está tan de moda la preocupación por la crisis del petróleo.

Coletilla: Aún está pendiente por indagar sobre esa mágica y artística relación de Carlos Vives con el Cholo Valderrama, quien interpreta un canto llanero en la nueva versión de "La tierra del olvido", como también su aporte a la musicalización de los poemas de Rafael Pombo, y que le valió un merecido Grammy a Carlos Vives.

Espero tener la oportunidad de conocer la versión de primera mano de estos dos juglares de la música colombiana. Por ahí mi gran amiga y colega Angie Katherine Parales está haciendo los contactos para poderme entrevistar con el Cholo Valderrama, quien acaba de triunfar nuevamente en un concierto del Teatro Julio Mario Santo Domingo de Bogotá.

*Periodista