Por Juan Pablo Riaño Prieto*

Sorprende que las autoridades del municipio de Yopal y del departamento de Casanare no se conmuevan, ni se inmuten ante la amenaza de riesgo, visible e inminente, de desbordamiento del Rio Cravo Sur, como la que día a día se observa.

El alto nivel de pluviosidad de los últimos días ha incrementado el caudal del río, advirtiéndose la amenaza de una catástrofe, que Dios no lo permita. Esta situación ha sido denunciada de diversas maneras por la comunidad, así como han rogado la realización de obras necesarias para mitigar dicha amenaza. No podemos olvidar lo que viene ocurriendo en otros municipios e incluso en el continente con el caso de Perú.

No se requiere ser un Hidrogeólogo especialista en cauces para darse cuenta que los sedimentos del rio están a punto de superar el nivel del margen del casco urbano de Yopal, situación que ya se ha presentado en las áreas rurales, donde han tenido que padecer graves inundaciones, desde hace ya unos años. Tampoco se necesita ser un especialista en Planificación Territorial, para comprender que las zonas próximas al río son escenarios de interés social y turístico, como es visible en diversas zonas del país y en otras ciudades del mundo. Sin embargo, lo que para otras poblaciones hace parte de sus fortalezas, para el caso de la población Yopaleña, es una de nuestras mayores amenazas y debilidades.

Regular y tradicionalmente, en las sociedades debidamente organizadas, en las márgenes de los ríos, o en las playas de los mares, desarrollan malecones, centros de convenciones, hoteles, parques, complejo de viviendas, además de obras de infraestructura sanitaria, que contribuyen indudablemente al mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes, al desarrollo económico de dichas localidades, así como a la protección del medio ambiente.

Por ello, todas esas obras se desarrollan en la proximidad a los causes y a las concentraciones de agua, sin embargo, esto que se nos muestra tan obvio como es promover e impulsar las zonas de interés turístico, en la concepción de nuestros dirigentes y sus asesores, se desecha. Es decir, que aquello que en el mundo es aceptado y se encuentra comprobado que funciona, acá no sirve, en nuestro Yopal, por ejemplo, se construyó un parque de las aguas y el municipio sigue sin agua. Partamos de ahí.

Paradójicamente, y muy a pesar de las inexplicables e incomprensibles decisiones de Planeación Municipal, como la desvalorización de las zonas próximas al río para desestimular su utilización, sucede que la economía del municipio tiene una de sus mayores actividades justo en ese sector: se han construido y se están construyendo los principales centros comerciales, colegios, conjuntos cerrados, complejos habitacionales, restaurantes y a riesgo de todo, la cámara de comercio hoy está terminando la obra de las instalaciones de su nueva sede. Con este panorama, también sorprende la pasividad de las oficinas de Gestión del Riesgo, municipal, departamental y nacional, quienes, ante semejante amenaza de desbordamiento del río, antes que adoptar medidas de gestión del riesgo, parecieran dedicarse a actividades de promoción.

Señora Alcaldesa, Señor Gobernador, que la omisión en la gestión del riesgo no dé lugar a más dolorosas consecuencias, porque la atención de esta situación se encuentra bajo responsabilidad directa de sus Despachos, y esta situación se agrava año tras año. Hoy, todos los residentes del sector, quienes pagamos cumplidamente los impuestos, estamos viendo como desaparecen nuestros predios, tememos por nuestras viviendas y esperamos que nuestras vidas no se vean involucradas. Porque su indiferencia dará lugar a su responsabilidad.

*Antropólogo